Cuando la curiosidad es semilla de la sabiduría: Sor Juana Inés de la Cruz

5 abril 2022

Parte I

Por: Patricia Díaz Terés

Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana

 “Cuanto mayor es el conocimiento de un hombre, mayor ha de ser su fe; y cuanto más se acerca a Dios, más clara es su visión de Dios”.

Víctor Hugo

En una época en donde la libertad de las mujeres estaba coartada por una infinidad de normas sociales, aquellas féminas que deseaban cultivar su mente y descubrir las maravillas del mundo de las ideas debían ingeniárselas para encajar en una sociedad que les ofrecía escasas opciones y a la vez se encontraba plagada de estereotipos.

Fue en esa circunstancia cuando surgió una de las figuras más importantes del desarrollo literario y filosófico en la Nueva España, sor Juana Inés de la Cruz, quien hoy en día es respetada a lo largo y ancho del mundo como una de las personas más brillantes que hayan tenido la oportunidad de plasmar y difundir sus ideas.

Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana nació en una familia proveniente –por parte de su madre- de Andalucía, ya que sus abuelos Pedro Ramírez de Santillana y Beatriz Rendón, abandonaron Sanlúcar de Barrameda para probar suerte en el Nuevo Mundo, instalándose en un terreno ubicado entre los pueblos de Huichapan y Yecapixtla.

De este modo, Juana llegó al mundo en una alquería en San Miguel de Nepantla en una fecha que aún no se determina, pues mucho se ha discutido sobre el año de su nacimiento, situándose en algún momento de la primera mitad del siglo XVII, siendo un par de fechas populares el 2 de diciembre de 1648 y el 12 de noviembre de 1651. Hija natural de don Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca y doña Isabel Ramírez de Santillana, tuvo dos hermanas, Josefa María y Josefa. Cuando Juana tenía tres o cuatro años don Pedro desapareció de su vida, puesto que tuvo a bien abandonar a su familia.

Por aquel entonces Isabel Ramírez se hizo entonces cargo de sus haciendas, pues sus padres habían fallecido. En esta situación difícil, la señora decidió unirse sin lazo matrimonial a Diego Ruiz Lozano, con quien tuvo a los tres medios hermanos de Juana Inés: Diego, Antonia e Inés.

Teniendo sin duda una cantidad interminable de quehaceres, a Isabel seguramente la sorprendió en gran medida la vehemente petición de su hija de tres años demandando que se le enseñara leer. Utilizando tanto una técnica autodidacta como los conocimientos adquiridos en la Amiga, una escuela para niñas, aprovechó el acceso irrestricto que tenía a la biblioteca de su abuelo –privilegio del cual gozaban, en general, muy pocas mujeres- en la hacienda de Panoayan para aprender las habilidades deseadas y, una vez conseguidas, inició una frenética e interminable carrera que emprendió en la consecución del saber.

Tan tenaz como brillante, la propia niña se imponía algunas reglas y llevaba a cabo ciertas estrategias en pro de sus objetivos, de este modo, por ejemplo, se privaba de comer queso puesto que había escuchado que este entorpecía la mente. De igual manera, cuando quería aprender algo en un plazo determinado, se cortaba el cabello para establecer el tiempo de crecido deseado como el apropiado para adquirir un nuevo conocimiento.

Con tal disciplina logró escribir su primera loa a los 8 años –que constaba de 360 versos en español y náhuatl-, con motivo de la fiesta del Santísimo Sacramento, ganando así un libro. Al año siguiente (1659) su madre decidió que era tiempo de que su hija se entrenase en los quehaceres hogareños en un lugar donde recibiese la atención adecuada, determinando para ello el hogar de su hermana María, a la sazón esposa de don Juan Mata. En este mismo año, Juana aprendió latín durante las 20 lecciones que tomó con el bachiller Martín Olivas.

A los 14 años, ya con un intelecto muy desarrollado para su edad, se consiguió su ingreso a la corte de los virreyes Antonio Sebastián de Toledo y Leonor de Carreto, con quienes estableció una fraterna relación que le permitió seguir cultivándose con el estudio. Siendo admirada por el gobernante, este decidió ponerla a prueba con 40 de los hombres más versados de la época quienes dominaban diversas disciplinas como la filosofía, las matemáticas, la historia o la poesía. A todas las preguntas de los sabios Juana Inés respondió con erudición y soltura, siendo entonces descrita la actuación de la joven de tan solo 16 años, por el propio virrey, como “la manera en que un galeón real se defendería de pocas chalupas que la embistieran, así se desembarazaba Juana Inés de las preguntas, argumentos y réplicas que tantos, que cada uno en su clase, le propusieron”.

El anhelo de la dama era entrar a la universidad, pero tal sueño estaba vedado para su género en aquellos tiempos. Sin sentir inclinación ninguna por el matrimonio, su única opción era incluirse en la vida religiosa para poder estudiar en paz –existen ciertas hipótesis que indican que Juana tuvo un amor desventurado y que fue esa la razón de su elección de la vida religiosa, aunque no existen pruebas al respecto, salvo lo que algunos autores interpretan sobre sus poesías amorosas-.

Con el consejo de su confesor, el padre Antonio Núñez de Miranda, en 1667 ingresó en la orden de las carmelitas descalzas. La austeridad de la orden seguramente causó una profunda impresión en una adolescente que venía de las comodidades de la corte, de tal suerte que la inteligente chiquilla abandonó este intento en tan solo cuatro meses, excusándola algunos de sus biógrafos por sus condiciones de salud. Esta situación le permitió regresar con los virreyes durante un tiempo más, decidiendo ingresar en el convento de San Jerónimo de las hijas de Santa Paula, a quienes regía la regla de San Agustín en 1669. Esta orden tenía una normativa mucho más relajada, de modo que se le permitió tener amplias habitaciones, en piso alto y con vista al valle, en donde pudo guardar los cuatro mil volúmenes que llegó a tener su biblioteca, así como sus instrumentos musicales y científicos. Incluso su madre le regaló una esclava mulata.

Cierta discusión se ha establecido con respecto a la persona que cubrió el monto de la dote, pues algunos autores mencionan que fue don Pedro Velázquez de la Cadena, un pariente lejano, quien abonó los tres mil pesos necesarios para el ingreso de Juana en el convento, mientras que otros señalan como su benefactor al esposo de su prima Isabel –hija de Isabel y Juan Mata-, don Juan Caballero. Pero quien fuera que haya sido el dadivoso individuo, sin duda le hizo un gran favor a la humanidad, pues dentro del religioso recinto pudo la dama dedicarse –casi- en cuerpo y alma al cultivo de la sabiduría.

Necesitando un quehacer mundano, la brillante sor Juana Inés de la Cruz realizó diversas tareas dentro del convento fungiendo así como segunda portera, archivista y contadora, quehaceres todos que acompañaba con una amabilidad inherente que conquistó a todas sus hermanas en el convento quienes la apreciaban en tal medida que, durante su estancia con las jerónimas, le fue ofrecido el puesto de abadesa en dos ocasiones, siendo declinada la propuesta por la estudiosa.

Cuando no estaba ocupada pues con sus tareas conventuales, la sabia mujer se dedicó al cultivo de las ciencias, las artes y la teología, de manera que estudió materias como lógica, retórica, física, música, aritmética, geometría, arquitectura, historia, derecho, astronomía y medicina –incluso practicó la cocina-. De igual forma estudió a profundidad mitos y leyendas de la mitología clásica y, cuando se sintió ya preparada por infinitas lecturas y reflexiones, se adentró en el mundo de la teología, teniendo un fuerte sustento en sus estudios sobre pensadores como Aristóteles, Platón, Sócrates, Pitágoras, Séneca, san Agustín, san Jerónimo y santo Tomás.

Mucho fruto rindió el esfuerzo académico de esta destacada y peculiar monja, sin embargo, hemos de dejar para la próxima entrega la ineludible referencia a la vida literaria de esta gran mujer, quien hoy en día es conocida y reconocida por su enorme sabiduría en los cuatro continentes.

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“Obras escogidas”. Aut. Sor Juana Inés de la Cruz. Editorial Bruguera S.A. España, 1972.   

“Sor Juana Inés de la Cruz. Ensayo de Psicología y de estimación del sentido de su obra y su vida para la historia de la cultura y de la formación de México”. Aut. Ezequiel A. Chávez. Ed. Porrúa. México, 2001.   

“Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe”. Aut. Octavio Paz. Ed. Planeta. México, 2005. 

“Genio y figura de sor Juana Inés de la Cruz”. Aut. Ramón Xirau. El Colegio Nacional. Universidadd Nacional Autónoma de México. México 1997.

 “Sor Juana Inés de la Cruz, exponente literario y educativo del Siglo de Oro Español”. Aut. Alberto López. www.elpais.com, 13 de noviembre 2017.

“Sor Juana Inés de la Cruz”. Aut. Rocío Oviedo Pérez de Tudela. Real Academia de la Historia. wwwdbe.rahg.es.

“Sor Juana Inés de la Cruz, la monja literata que defendió que las mujeres pudieran estudiar”. Aut. María Vila www.abc.es, 12 de agosto 2018.

 “Conoce más sobre Sor Juana Inés de la Cruz”. Aut. Lourdes Aguilar Salas www.gob.mx, abril 2020.

 “Sor Juana Inés de la Cruz cultivó la poesía, la lírica, el teatro y la prosa” www.inba.gob.mx. 11 de noviembre 2020.

 “Sor Juana Inés de la Cruz también tiene legado en la pantalla”. www.procine.cdmx.gob.mx. 12 de noviembre 2021

“Sor Juana Inés de la Cruz”. http://www.banxico.org.mx.   

“Sor Juana Inés de la Cruz” http://www.biografiasyvidas.com

“Sor Juana Inés de la Cruz” www.elem.mx

“Sor Juana Inés de la Cruz: biografía de 1648-1695” http://www.mexicodesconocido.com.mx