Parte III
Por: Patricia Díaz Terés
“Es extraña la ligereza con que los malvados creen que todo les saldrá bien”.
Victor Hugo
“Haz lo que quieras”[i] parece a primera vista una premisa bastante atractiva; sin embargo, cuando no se colocan límites –particularmente éticos- para estas acciones el asunto se torna verdaderamente aterrador, ya que nos encontramos con individuos absolutamente egoístas que únicamente buscan su bienestar sin que les importe el mal que pueden causar a sus semejantes.
Así, en este ámbito carente de restricciones se situaba Aleister Crowley, cuyo egoísmo exacerbado perjudicó a cuantos estuvieron cerca de él, dándose cuenta las víctimas de la situación tan solo después de haber estado absolutamente subyugadas a la voluntad de la Bestia.
Ahora bien, en la historia de este peculiar hombre, también puede ubicarse uno que otro personaje que compartía completamente sus creencias llegándose a generar envidias y enfrentamientos, como fue el caso de su otrora “mentor” MacGregor Mathers, quien tras la “Gran Revelación de El Cairo” la emprendió –con la ayuda de los demonios referidos en el Abra-Melin (!)- contra el pretendido iluminado aniquilando a los sabuesos a los que tan aficionado era Aleister, a la vez que provocó la locura de un sirviente que intentó asesinar a Rose Crowley. Cuenta este relato que el ofendido contratacó aludiendo a Beelzebub, cuyo poder eliminó las mágicas habilidades de Mathers quien vivió sin pena ni gloria durante trece años más.
No obstante estas metafísicas batallas, el verano de 1904 fue causa de felicidad –al menos para Mrs. Crowley– ya que el 7 de julio nació la pequeña Nuit Ma Ahathoor Hécate Sappho Jezebel Lilith, quien debió su singular nombre al gusto de su estrambótico padre –sobre este alumbramiento se dice que Aleister se encontraba en el cuanto ubicado junto al de su mujer invocando a cuanto nefando ser podía para que su hijo fuese un monstruo, acción que de ser cierta no funcionó-.
Pero al parecer a la Bestia su familia no le interesaba en mayor medida, porque sin mayor remordimiento dejó solas a Rose y a Nuit para integrarse en agosto a una excursión que intentaría escalar el Kangchenjunga, resultando la aventura demasiado accidentada al costarle la vida a tres personas y sin siquiera haber conquistado la cima de la impresionante montaña; de igual manera las acciones de Crowley durante la expedición le valieron su expulsión del Club Escocés de Montañismo en diciembre de ese mismo año.
Al concluir su misión en los Himalayas, el mago se vio envuelto en una extraña trifulca en la ciudad de Calcuta (India), la cual tuvo como resultado dos víctimas mortales y en la que según cuenta el propio Aleister, escapó de una turba embravecida haciéndose invisible (!); justo acababa de ocurrir tal “milagro” cuando al otro día el resto de la familia Crowley se unió al fugitivo padre para dar inicio a un viaje a través de Asia en el cual invirtieron una gran cantidad de meses llegando al puerto de Hai Phong el 22 de marzo de 1906, donde Perdurabo[ii] abandonó una vez más a su cónyuge a hija a su suerte para ahondar en esotéricas cuestiones con Madame Blavatsky, quien a su vez pronto encontró diferencias sustanciales con su compañero relacionadas con Aiwass[iii], por lo que el hombre siguió su camino hasta llegar a Londres el 2 de junio de 1906 momento en que se enteró de que la pequeña Nuit había fallecido en Rangún a causa de la tifoidea, tristeza que tal vez menguase en el alma de Rose hasta el nacimiento de Lola Zaza en 1907
Dejando de lado el nacimiento de la segunda hija, 1907 fue un año aciago ya que la dama se dio a la bebida, hecho que descubrió su siniestro marido al regresar de un viaje por Tánger al enterarse de que Rose había comprado 159 botellas de whisky en tan solo cinco meses –no se sabe si tuvo más consumos en otros establecimientos-. La afición de la señora Crowley por el alcohol hizo que la Bestia considerase seriamente el divorcio, el cual se llevó a cabo en 1909, siendo los términos de la separación que el caballero pasaría a su exesposa una pequeña cantidad de dinero para mantener a Lola, lo que fue posible gracias a que Emily Crowley falleció legando a su hijo una herencia de cuatro mil libras, cuyos intereses serían divididos por igual entre Aleister y Lola Zaza –triste final tuvo Rose después del tormentoso matrimonio con Aleister (se dice que el individuo llegó a colgarla por los pies dentro del armario) ya que concluyó su vida recluida en una institución psiquiátrica-.
Por otra parte el Vagabundo de la Desolación[iv] quien había ya sido expulsado de la Golden Dawn, buscaba hacerse el jefe máximo de una sociedad esotérica similar, por lo que se dio a la tarea de fundar la Astrum Argentinum –Estrella de Plata o A.A.-, cuya sede se ubicaba en pleno centro londinense. Justamente a esta asociación se unió un hombre llamado Victor Neuburg, que fungió como discípulo incondicional de la Bestia durante algún tiempo, por lo que conocía bien las extrañas ceremonias en las que se involucraban todos los miembros de la A.A. cuya finalidad principal era invocar a maléficos espíritus pero a través del consumo de diversas drogas –particularmente del Anhalonium Lewinii– y cuyos rituales incluían la participación activa de Neuburg quien bailaba una frenética danza en honor del dios Pan al compás del violín ejecutado por la Mujer Escarlata[v] que por aquel entonces era Leila Waddell.
Para cuando estalló la Primera Guerra Mundial Aleister Crowley quiso colaborar, pero según lo que dejó dicho el satanista en sus memorias el gobierno británico no aceptó sus servicios –posiblemente por la atroz reputación que ya tenía-, lo que provocó la partida de Perdurabo a Nueva York en donde Leila finalmente se cansó de él y lo dejó. En suelo americano el extraño ocultista se dedicó a elaborar textos que ensalzaban las cualidades germanas por lo que fue acusado de traición, excusándose el inculpado diciendo que lo que en realidad había tratado de hacer había sido defender a su patria, atacando al enemigo empleando el encomio hasta lo absurdo. No mucha gente le creyó.
Así, sin que la terrible situación en la que se encontraba el mundo afectara en lo más mínimo sus ambiciones, en 1916 llevó a cabo otro ritual mágico gracias al cual obtuvo el grado de Magus 9, adquiriendo el nombre mágico de To Mega Thérion, la Gran Bestia o Maestro Thérion. En este mismo año comenzó a explorar el arte de la pintura –en el que nunca fue demasiado diestro-, reflejando en los lienzos macabros temas en los que destacaban grotescas figuras, llegó incluso a publicar un anuncio en el que solicitaba modelos con características específicas: debían ser gente deforme, mujeres tatuadas, jorobados o enanos, a quienes no representaría de manera realista sino bajo la más pervertida de las perspectivas. Además, para acompañar su pictórica actividad se procuraba de las damas que le parecían convenientes, pasando por su lecho una gran variedad de mujeres hacia las cuales no sentía afecto alguno y a quienes gustaba imponer “cariñosos” motes como: El Mono, La Rata o La Chiva.
Aún en los Estados Unidos, 1919 marcó otro hito en la historia de la Bestia cuando después de dar una conferencia en la que tuvo una diminuta audiencia, conoció a Alma Hirsig quien a su vez lo presentó a su hermana Leah a quien el Maestro Thérion recibió de extravagante manera pues apenas entró la chica a su estudio, ubicado en el número uno de University Place, el hombre se abalanzó sobre ella y comenzó a besarla a lo que la visitante no puso objeción alguna ante la estupefacta mirada de Alma -quien con el tiempo se acostumbraría a tales escenas-, que también tuvo que observar cómo su hermana era desnudada por el maestro para evaluar su cuerpo, dictaminando el mago que la señorita serviría como modelo para un cuadro en el cual, según los deseos de ella, aparecería como un “alma muerta”, figura que le dio el nombre al lienzo cuando Crowley lo terminó tan solo dos días después.
De sus andanzas con Leah, su consolidación como el hombre más perverso del planeta y sus últimos días hablaremos en la última parte de esta serie la próxima entrega.
FUENTE:
“La gran bestia”. Aut. John Symonds. Ed. Siruela. Madrid, 1990.
[i] Sustento del modo de vida y de pensar de Aleister Crowley.
[ii] Recordemos que este era el nombre mágico de Aleister Crowley.
[iii] Nombre del Santo Ángel de la Guarda con el que se comunicaba Crowley.
[iv] Otro nombre con el que se autodenominaba Crowley.
[v] Personaje recurrente en la vida de Crowley quien designaba así a cualquier dama que cubriese ciertos requisitos como belleza e inteligencia descomunales (al parecer de Aleister) además de una gran sensibilidad para comunicarse con los espíritus.