Un trágico innovador: Modigliani

28 marzo 2011

Andy García protagoniza la película "Modigliani" (2004)

 

Por: Patricia Díaz

“No existe ningún gran genio sin un toque de demencia”.

Lucio Anneo Séneca

Regularmente el genio en los artistas viene acompañado de ciertos vicios y peculiaridades; sin embargo han existido algunos cuya particularidad parece ser precisamente el número de defectos que presenta su personalidad, tal es el caso de Clemente Amedeo Modigliani quien desarrolló su arte entre drogas, mujeres y alcohol.

Así Amedeo, el más pequeño de los cuatro hijos engendrados por el matrimonio formado por Eugenia Garsin –mujer culta educada en una escuela francesa católica- y Flaminio Modigliani, ambos judíos sefarditas; nació el 12 de julio de 1884 en la ciudad italiana de Livorno, justo en el momento en que un agente judicial llegaba a la casa de la familia para llevar a cabo una orden de embargo generada por las numerosas deudas que tenía el padre.

Habiendo en sus buenos tiempos sido una familia más o menos acomodada, los Modigliani sufrieron las consecuencias de varias inversiones poco convenientes, de manera que al nacer Dedo –sobrenombre de Amedeo Clemente– aprovecharon el instante para colocar en la cama de la madre todas las posesiones de valor, ya que la ley estipulaba que no podían requisarse las pertenencias ubicadas sobre el lecho de una mujer a punto de dar a luz.

En su infancia y parte de la adolescencia, fue ayudado por Rodolfo Modolfi, un literato que había alentado a su madre y a su tía Laura para organizar una escuela, quien a su vez trató de controlar los arrebatos que presentaba el jovencito en contra de la autoridad de sus progenitores.

Rebelde e inteligente, Modí cayó gravemente enfermo de pleuresía a los 11 años hecho que junto con una tifoidea posterior afectaron gravemente los pulmones del chico, lo cual provocó que tuviese que abandonar la escuela regular para tomar lecciones en casa.

Un par de años después, en 1897, el adolescente sintió por primera vez el imperativo llamado de su vocación, por lo que solicitó encarecidamente a Eugenia que le permitiera tomar clases de pintura. Refinada como era, la dama concedió los deseos de su hijo, inscribiéndolo en el curso que impartía el paisajista Liorna Guglielmo Micheli, donde pasó a formar parte de los macchiaioli, “un grupo de pintores toscanos que anticiparon ciertos aspectos del impresionismo”[1].

Siendo un alumno respetuoso y avispado, tuvo que alejarse brevemente de sus estudios al sufrir una recaída en la enfermedad pulmonar que se complicó con tuberculosis; con la finalidad de distraer al convaleciente, la señora Modigliani partió con su vástago en un viaje por el sur de Italia, visitando Capri, Nápoles, Amalfi y Roma, donde el joven artista se dedicó a copiar las obras de los museos.

En 1902 se inscribió en Florencia en la Escuela Libre del Desnudo de Giovanni Fattori –donde conoció al pintor Manuel Ortiz de Zárate-, y en 1903 en el Real Instituto de Bellas Artes de Venecia, siendo ahí donde probó los vicios que lo acompañarían hasta la muerte, “gracias” a un baronet napolitano llamado Cuccolo o Croccolo, quien gustaba de llevar a Dedo a unas reuniones en donde se experimentaba con el espiritismo, se consumía hachís y se departía con muchachas del barrio.

Deseoso de trasladarse a la capital artística del momento, París, Eugenia le da el dinero necesario para el viaje en 1905 y llega a la ciudad francesa a principios del año siguiente. Una vez ahí estableció contacto con el escultor Samuel Granowsky por recomendación de Ortiz de Zárate y buscó material para sus obras en una construcción situada no lejos de su casa en la Rué Caulaincourt.

Y así, poco a poco se fue formando su imagen como el artista bohemio por excelencia ya que Modigliani se paseaba por las calles parisinas siempre vestido con un traje de terciopelo y un pañuelo rojo atado al cuello, completando su indumentaria con un sombrero de ala ancha y cerrando el cuadro con una actitud reticente a formar parte de cualquier movimiento artístico organizado. En sus andares conoció a grandes artistas como Pablo Picasso, André Derain, Gillaume Apollinaire, Diego Rivera, Max Jacob y Jacques Lipchitz, entre otros, con quienes dialogaba en cafés y tabernas –como Lapin Aguile-; a la vez que era ayudado por varios amigos que fungieron como mecenas, por ejemplo Paul Alexandre quien además de introducirlo en el conocimiento de las artes africanas, americanas y asiáticas, lo convenció en 1907 para inscribirse en el Salón de los Independientes.

Trabajando incansablemente en sus esculturas, el polvo de la piedra y la madera hicieron estragos en sus débiles pulmones –agravada la situación por su mermada economía-, por lo que cayó enfermo y en 1912 sus amigos hicieron una colecta para enviarlo una temporada a Livorno -dice una leyenda que estando ahí, tuvo que afrontar las críticas de sus colegas, llegando su desesperación a grado tal que arrojó sus esculturas al Canal de los Holandeses-.

En la segunda mitad de aquel año retornó a la capital para exponer algunas obras en el Salon d’Automne y dejando de lado poco a poco las esculturas, comenzó a pintar –con su característica velocidad extraordinaria- elaborando más de 400 obras y sosteniéndose por medio de la elaboración de retratos que cobraba por unas pocas monedas –curiosamente después de su muerte su arte ha sido valorado en tal medida que en 2010 su obra “La Belle Romaine” fue vendida en 69 millones de dólares-, mientras algunos de sus amigos y colegas le compraban sus obras para no abandonarlo en la miseria.

Para 1914 estalló la Primera Guerra Mundial y Modigliani, hombre valiente, intentó enrolarse tan sólo para ser rechazado por su débil estado de salud; así, consumida su mente por sus artísticas cavilaciones y los opiáceos efectos, se dice que un día en que armó un escándalo en la calle la policía se acercó para solicitarle sus papeles, ante tal afrenta el pintor les extendió un rollo que contenía varios de sus dibujos gritando: “¡estos son mis documentos!”.

Tres años después, viviendo él con Beatrice Hastings, su agente Leopold Zborowski logró montar una exposición de las obras –principalmente desnudos- de Modí en la galería de la alsaciana Berthe Weill, muestra que causó gran revuelo –algunas fuentes explican que fue clausurada por la policía-.

Asimismo, solía complicar su ya de por sí desordenada existencia con su gusto por las féminas, de modo que al terminar su tormentoso romance con Hastings se involucró con una estudiante canadiense de nombre Simone Thiroux con quien tuvo un hijo no reconocido.

De esta forma, en el carnaval de 1917 conoció a Jeanne Hébuterne, dama inteligente, de carácter fuerte y gran talento como pintora, con quien tuvo una hija –Jeanne Modigliani, que nació en noviembre de 1918-. En terrible pobreza, la pareja vivía relativamente tranquila hasta que la dama se embarazó por segunda ocasión, hecho que se unió a una fuerte recaída de Modí, generándose las condiciones que lo llevaron a la muerte, en la cual fue acompañado por sus amigos en el Hôpital de la Charité el 24 de enero de 1920 –tenía sólo 35 años-, tragedia a la que sucedió el fatídico suicidio de Jeanne un par de días después, al arrojarse la desolada mujer de un quinto piso.

Disipado y bohemio, Amedeo Clemente Modigliani fue un controvertido personaje que dejó un gran legado artístico, habiendo hecho con su vida realidad –tal vez en solo en parte- las palabras de Edgar Allan Poe: “Lo que el mundo llama genio es el estado de enfermedad mental que nace del predominio indebido de algunas de las facultades. Las obras de tales genios no son sanas en sí mismas, y reflejan siempre la demencia mental general”.

FUENTES:

“La muerte de Jeanne Modigliani añade dramatismo a la polémica sobre las estatuas halladas en Livornio atribuidas a su padre”. Aut. Juan Arias. www.elpais.com. Roma, 1 ago. 1984.

“Vidas sin reglas”. Aut. Luis Otero. Revista Muy Interesante No. 50. 2008.

“The cursed painter”. Aut. Deirdre Pirro. www.theflorentine.it No. 112. 19 nov. 2009.

“La apasionada y fugaz vida de un grande”. Aut. Romina Parma. Suite101.net 23 ene. 2010.

“Modigliani sells for a record $69 million in Wave of Last-Chance Fever”. Aut. Souren Melikian. The New York Times. 3 nov. 2010.

“Amedeo Modigliani”. Aut. Paola L. Fraticola. Grandes pintores del siglo XX. Ed. Globus Comunicación S.A. y Ediciones Polígrafa S.A.

http://www.historiadelarte.us


[1] Fraticola, Paola L. “Amedeo Modigliani”. Grandes Pintores del siglo XX. Ed. Globus Comunicación S.A. y Ediciones Polígrafa S.A.


Harry Houdini: El mago que derrotó a los espíritus

30 junio 2009
Houdini y su esposa Bess

Houdini y su esposa Bess

Por: Patricia Díaz Terés

“La habilidad es a la astucia lo que la destreza a la estafa”.

Chamfort (Nicolas-Sébastien Roch)

Desde la Antigüedad, cuando los dioses y demonios de pueblos como Persia, Mesopotamia, Egipto o Grecia, dominaban el destino de los hombres, el ser humano ha buscado establecer un vínculo con el mundo que le espera después de la muerte.

Pero si bien es cierto que existen cuestiones que escapan al entendimiento e incluso a la imaginación del hombre, también es verdad que a lo largo de la historia han surgido individuos cuya ambición y avaricia los han llevado a engañar a muchas personas que, con un alma sensible e ingenua, buscan ya sea respuestas o consuelo en el Más Allá.

De esta manera, aquellos que proclaman tener el poder de comunicarse con las almas de los difuntos son los espiritistas. Dentro del esquema del espiritismo, el individuo está conformado por tres cuerpos: el físico, el mental y el astral; siendo este último con el que se establece contacto.

Muchos autores espiritistas expresan que los únicos canales que existen para lograr lo anterior son los médiums quienes a través de un ritual conocido como séance, permiten que voluntades extrañas se adueñen de su cuerpo y así transmitan mensajes a sus seres queridos.

Por otro lado, si bien las personas que recurren al espiritismo tienen, por lo general, buenas intenciones y son compelidos por genuinas preocupaciones; los médiums regularmente no tienen tan puras motivaciones, tratándose la mayor parte de las veces de oportunistas estafadores.

Uno de los personajes que luchó con más ahínco en contra de los astutos médiums fue Erich Weiss, mejor conocido como Harry Houdini, el legendario mago y escapista. Este hombre nació en 1874 en la ciudad de Appleton, Wisconsin (E.U), hijo de un rabino húngaro y una madre amorosa de nombre Cecilia, vivió en la pobreza los escasos 9 años que tardó en comenzar a tratar él mismo de remediar esta situación. Así huyó de casa para unirse a un circo ambulante.

Poco después de su fuga, su padre decidió probar suerte en Nueva York, donde se le unió el joven Erich y juntos, lograron ahorrar el dinero suficiente para volver a reunir a la familia.

Weiss era un jovencito de variados intereses, siendo uno de éstos la magia; pero esta práctica se convirtió en su pasión cuando leyó la biografía del mago francés Robert Houdin.

Empezó a montar pequeños espectáculos en bares y sencillos teatros, con ayuda de su amigo Jacob Hyman, quien no tardó en abandonarlo. El puesto vacante fue ocupado por su hermano, Theodore Weiss y juntos adoptaron el nombre de “Los Hermanos Houdini”, llegando incluso a presentarse en la Feria Mundial de Chicago en 1893.

Pero a pesar de que Houdini era extraordinario en su oficio, la fama lo eludió todavía durante varios años. De este modo, mientras afinaba su habilidad para abrir todo tipo de cerraduras, especializándose en las esposas y particularmente en aquellas utilizadas por la policía, se vio obligado a realizar una gira con un pretendido médico de apellido Hills, quien vendía a los incautos un tónico maravilloso que curaba toda suerte de enfermedades y padecimientos.

Fue así como en una de las poblaciones en las que se presentaban, llegó a oídos del supuesto galeno que había también un médium que en todas sus sesiones contaba con un numeroso público. El versátil Houdini no tardó en ofrecer también seánces, planeando ingeniosos trucos para engañar a los curiosos, así fue como descubrió los secretos de esta “profesión”.

Por este tiempo conoció también a Beatrice Rahner, Bess, a quien desposó de manera impulsiva a la corta edad de 20 años. Esta dedicada mujer apoyó al escapista a lo largo de toda su carrera, ejerciendo además del papel de esposa, el de asistente durante las presentaciones.

Poco a poco, su maravillosa destreza para burlar todo tipo de cerrojos le fue abriendo camino. En 1895 asombró a los oficiales de la policía de Gloucester, Massachusetts cuando se liberó de un par de las esposas que utilizaban para inmovilizar a los criminales.

Partió a Canadá, en donde tuvo la oportunidad de acompañar a un médico, amigo suyo, a una clínica de salud mental. Ahí quedó fascinado con las camisas de fuerza y, después de adquirir una, sólo tardó dos semanas en aprender cómo liberarse de las ataduras.

Fue en 1898 cuando el talento de Houdini fue por fin reconocido cuando se acercó un caballero alemán, quien preguntó al mago si su habilidad se limitaba a las esposas que él poseía; al responder aquél que era capaz de dominar cualquiera de estos artefactos, el germano llevó un par que le pertenecía. Harry se liberó fácilmente, siendo mayor su sorpresa a la del retador al enterarse de su nombre: Martin Beck, famoso representante del circuito de vaudeville Orpheum.

De esta manera fue forjando la figura del enigmático ilusionista y escapista, por lo que en breve tiempo logró conquistar al público americano y europeo, llegando a la corte imperial de Rusia, en donde sorprendió al servicio secreto al escapar de uno de los vagones reforzados destinados a trasladar a los sentenciados a cumplir su condena en las estepas siberianas.

Sus proezas de escapismo, en la medida en que se hacían más peligrosas, ganaban prestigio. Así llegó a realizar un escape en el cual se liberó, estando colgado por los pies en lo alto de un edificio, de una camisa de fuerza; en otro famoso acto hizo desaparecer, incluso, un elefante.

Pero su batalla contra los espiritistas comenzó poco después de morir su querida madre estando él en Dinamarca. En su ansia por comunicarse nuevamente con Cecilia, desenmascaró a un sinfín de renombrados médiums, haciendo efectiva la frase del escritor Jean de la Fontaine “engañar al que engaña es doblemente entretenido”, ya que Houdini se divertía –al tiempo que era fiel a su sentido de justicia- poniendo en evidencia a todos los farsantes; cabe aclarar que esto sólo lo hacía cuando el espiritista aseguraba tener poderes sobrenaturales, como Pierre Keller o la atractiva Mina Crandon “Margery”, con quien se le ha llegado a relacionar sentimentalmente.

Triste final alcanzó al gran Houdini cuando su fama se convirtió en su verdugo. Durante una entrevista con unos estudiantes de la universidad de Mc Gill, uno de ellos preguntó si era cierto que el ilusionista podía soportar inmutable un golpe en el estómago; Houdini –distraído- respondió afirmativamente, tras lo cual el joven le propinó cuatro fuertes golpes en el abdomen. El escapista no pudo eludir el dolor y falleció por una peritonitis el 31 de octubre de 1926, prometiendo a Bess, su esposa, que de existir, él encontraría la forma de comunicarse con ella desde el Más Allá.

Aún hoy en día, en el aniversario de su muerte, un grupo de personas se reúnen en el “Center for Jewish History” en Manhattan (N.Y), esperando a que Erich Weiss cumpla su promesa.

 

FUENTES:

“Historia del Ocultismo “. Aut. L. de Gerin-Ricard. Luis de Caralt editor. Barcelona, España, 1961.

“Historia de las Magias”. Enciclopedia Horizonte. Aut. Kurt Sellgman. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, España, 1971.

“Magia y Misterio. Las increíbles investigaciones psíquicas de Houdini y Dunninger”. Aut. Joseph Dunninger. Organización Editorial Novaro S.A. México, 1973.

“Gran Enciclopedia Time Life: Biografías Universales”. Ed. ECISA. México, 2007.

“Ghosts by Gaslight. The History & Mistery of the Spiritualists & the Ghost Hunters”. Aut. Troy Taylor. Ed. Whitechapel Productions Press, 2007.

Houdini declines comment, but not for want of trying”. Aut. James Barron. New York Times, 1 de noviembre, 2006.


Sir Arthur Conan Doyle: Autor vs. Personaje

12 May 2009
Sir Arthur Conan Doyle

Sir Arthur Conan Doyle

 

Por: Patricia Díaz Terés

“El corazón del hombre necesita creer algo, y cree mentiras cuando no encuentra verdades que creer”.

Mariano José de Larra.

Paradójico y fascinante, es una manera bastante acertada de describir a uno de los grandes literatos cuya obra floreció en la misma tierra que pisaron hace varios siglos genios como William Shakespeare o Geoffrey Chaucer; me refiero a Sir Arthur Conan Doyle, mejor conocido por su más famoso personaje, el detective por excelencia: Sherlock Holmes.

Pocos son los autores que pueden contar entre sus hazañas literarias el haberse fusionado con sus personajes de tal manera que, tanto para los lectores ávidos como para los fortuitos, no existiese ya una división entre la realidad y la ficción haciendo propias del creador las cualidades de la creación.

Sir Arthur Conan Doyle nació un 22 de mayo de 1859 en la ciudad de Edimburgo (Escocia), formando parte de una familia de ocho hermanos cuyos padres eran un arquitecto y dibujante de nombre Charles Doyle; y una dama experta en heráldica llamada Mary Foley.

A pesar de que el respeto que Conan Doyle sentía por sus padres era igual, se refiere con especial deferencia a su madre en su obra autobiográfica The Stark Munro Letters (1895), en donde destaca un insaciable gusto por la lectura, una aguda inteligencia y una dulzura que era a la vez acompañada por un alto sentido del honor.

La situación económica de los Doyle distaba de ser holgada; sin embargo los progenitores se empeñaron siempre en dar una educación adecuada y católica a sus vástagos.

Arthur, habiéndose destacado en la escuela jesuita de Stonyhurst en Lancashire, por su despierta inteligencia y su habilidad en los deportes, pero también por una obstinada rebeldía –características todas admiradas por sus profesores- consiguió una beca para estudiar Humanidades en el colegio de Feldkirch (Austria). Fue ahí donde conoció tres de las obras que lo marcarían como escritor: Ivanhoe (1819) de Sir Walter Scott, Las Baladas de la Roma Antigua de Lord Thomas Macaulay (1842) y El Escarabajo de Oro (1843) de Edgar Allan Poe.

Tiempo después ingresó en la Facultad de Medicina de Edimburgo donde tuvo profesores de quienes, tiempo después, utilizó características para moldear a los personajes de sus cuentos y novelas; de este modo Joseph Bell sirvió como modelo para Holmes, mientras que las cualidades profesionales del zoólogo Charles Wiville Thomson y los rasgos físicos del Dr. Rutherford sirvieron para dar forma al Profr. Challenger, protagonista de novelas como El Mundo Perdido (1912).  

Al terminar la facultad ejerció durante algún tiempo la Medicina, lo mismo en alguna población menor de la Gran Bretaña que en barcos con ruta hacia el Ártico o las costas africanas; mientras lograba hacerse un lugar en el difícil mundo de los literatos de la Inglaterra victoriana. Así, su primer logro en este ámbito fue la venta por tres guineas de la novela corta El Misterio del Valle de Sasassa (1879).

En el año de 1885 conoció y desposó a una jovencita llamada Louise Hawkins, con quien tuvo dos hijos, Kingsley y Mary Louise. Su matrimonio fue estable y durante un tiempo feliz –Louise falleció de tuberculosis en 1906-, en esta etapa Conan Doyle alcanzó el pináculo de su fama gracias –irónicamente- al personaje que él más detestaba: Sherlock Holmes.

Las novelas sobre el brillante detective y su inseparable compañero el Dr. Watson, conquistaron rápidamente al público situado en ambos lados del Atlántico a finales del siglo XIX. Para lograr esto Sir Arthur contó con la constante ayuda del dueño del Magazine Strand, George Newnes, así como del agente literario A.P. Watt. Estos últimos tuvieron la visión suficiente para impulsar al personaje favorito de los lectores que buscaban escapar de las complicaciones propias de los escritos de índole filosófica, política y académica.

De este modo Sherlock Holmes fue catapultado hacia la fama y la gloria por la novela corta Escándalo en Bohemia (1891), subiendo exponencialmente los honorarios del escritor hasta llegar a cobrar 10 chelines por cada palabra de su novela El Valle del Terror (1915). Pero el escritor no estaba satisfecho, deseaba dedicar su tiempo y esfuerzo a su verdadera pasión: la novela histórica.

Y este reclamo que privadamente hacía el novelista tenía sobrada justificación, ya que contaba con una  extraordinaria capacidad para prever el futuro, que reflejó en relatos como Danger! (1914) en el cual describía certeramente un plan casi idéntico al que Alemania utilizó posteriormente para atacar a los británicos, hecho que fue destacado incluso por el Ministro de Marina del Reich: “¡Fue Sir Arthur Conan Doyle el único que vio lo que iba a ocurrir!”.

Pero al tiempo que demostraba esta impresionante capacidad de prognosis y después de abandonar la fe católica pasando después un largo periodo como agnóstico, al contemplar los horrores de la Primera Guerra Mundial, el autor cayó en la más grande de las credulidades volviéndose así hacia el espiritismo.

Este hecho lo llevó a penosos episodios como el dar por verdadera la aparición de unas hadas supuestamente avistadas y fotografiadas por dos jovencitas llamadas Elsie Wright y Frances Griffiths, siendo luego demostrado como un fraude y dejando así en ridículo a Sir Arthur Conan Doyle quien llegó incluso a escribir el ensayo titulado El Misterio de las Hadas (1922). También parte de estas experiencias sobrenaturales era su segunda esposa, Jean Leckie, quien tenía en este terreno creencias tan firmes como las de su esposo.

Evento similar fue el protagonizado por el escritor y el famoso mago escapista Harry Houdini, siendo el segundo un escéptico empedernido que durante algún tiempo trató de ayudar a Conan Doyle – por quien sentía un sincero afecto- para que aceptara la verdad de algunos hechos que daba por ciertos y que sin embargo Houdini podía refutar con pruebas y testimonios. Esta situación concluyó con artículos publicados por ambas partes criticando – y en ocasiones desacreditando abiertamente- al contrario. Al poco tiempo de esta disputa Sir Arthur Conan Doyle falleció en 1930 en la ciudad de Crowborough, Inglaterra, dejando como legado una gran cantidad de novelas, cuentos, poesías, ensayos y obras de teatro.

Así, Conan Doyle se erige como un extraordinario escritor que pasó del racional agnosticismo a la más absoluta de las credulidades; y el hecho de cómo un hombre de tan aguda inteligencia, vasta visión e indudables ingenio y creatividad pudo dejarse llevar por las ilusiones y espectáculos montados por supuestas médiums como Lily Loder-Symonds, Eva Carrière -Marthe Béraud- o la atractiva “Margerie” -Mina Crandon-, es un misterio que tal vez ni siquiera el gran Sherlock Holmes lograría resolver, pero de este ilustre personaje hablaremos más detenidamente en la próxima entrega. 

FUENTES:

“Hitos en la vida ejemplar de Sir Arthur Conan Doyle”.  Obras Completas de Sir Arthur Conan Doyle Tomo II. Traducción y prólogo: Amando Lázaro Ros. Ed. Aguilar. Madrid 1961.

Artículo: “Houdini and Conan Doyle: The Story of a Strange Friendship”. Aut. Massimo Polidoro. CICAP. Italia, 2000.

Artículo: “El misterio de las hadas”. Aut. Ana Garralón. Cuatrogatos, revista de literatura Infantil. Frankfurt, Alemania,  2001.