La historia que rescató la Navidad

18 diciembre 2009
Srooge y Marley

Mickey's Christmas Carol (1983)

 

Por: Patricia Díaz Terés

“Tú verás que los males de los hombres son fruto de su elección; y que la fuente del bien la buscan lejos, cuando la llevan dentro de su corazón”.

Pitágoras de Samos

Desde Orson Welles hasta Pedro Picapiedra, muchos han sido los artistas y personajes que han dado vida al temible Sr. Scrooge, protagonista del cuento “Christmas Carol” del escritor británico Charles Dickens.

Nacido en una familia perteneciente a la clase media de principios del siglo XIX, Dickens tuvo que experimentar desde niño las terribles condiciones que describe en sus obras; viéndose obligado a trabajar desde los doce años, después de que su padre fuera puesto en prisión por las muchas deudas que tenía, el joven Charles ingresó en una fábrica de tintes para ayudar en el mantenimiento del hogar, en la cual laboraría por tres largos años.

Poseedor de una curiosidad insaciable, fue en gran medida autodidacta devorando así a los grandes autores del Siglo de las Luces, siendo sus preferidos Henry Fielding (Tom Jones, 1749) y Tobias Smollett (The Adventures of Roderick Random, 1748).

Para 1827 consiguió un trabajo como secretario legal, para posteriormente iniciar su carrera como escritor en el periódico The Mirror of Parliament; así, seis años después, comenzó a publicar algunos relatos sobre la vida cotidiana en Londres en la revista The Monthly Magazine, que fueron reunidos en un compendio titulado Los Apuntes de Boz (1836), –Boz fue un seudónimo utilizado por Dickens- con ilustraciones de George Cruikshank.

Por otra parte, mientras su carrera como autor iba tomando forma, no se podía decir lo mismo de su vida sentimental. Habiendo tenido que abandonar a su primer gran amor, Maria Beadnell, debido a que la familia de la dama no aprobaba al modesto pretendiente, se casó con Catherine Hogarth con quien tuvo diez hijos, pero un infeliz matrimonio –que terminó en 1858-.

Pero a pesar de sus tropiezos en el aspecto personal, Charles Dickens pertenece a ese afortunado grupo de literatos que ha presenciado el éxito de su obra.

Así, aún cuando en su bibliografía cuenta con relatos de la calidad de Grandes Esperanzas u Oliver Twist, el trabajo responsable de que el escritor esté presente en las generaciones del siglo XXI lleva por título original A Christmas Carol in Prose, Being a Ghost Story of Christmas (1843), mejor conocido por todos nosotros como Cuento de Navidad.

Con la intención de rescatar un género literario prácticamente olvidado conocido como “carol” –término medieval inglés que se traduce como canción o cuento-, es decir himnos o canciones propios de la Navidad, Charles aprovechó esta historia para crear personajes tan inolvidables como Bob Cratchit o el Pequeño Tim, a la vez que hacía una severa crítica de las condiciones en las cuales vivía el trabajador promedio en la era victoriana.

Para mediados del siglo XIX la Navidad era una fiesta cuya alegría había sido prácticamente olvidada. En una sociedad esencialmente protestante, el Nacimiento de Jesús era conmemorado de una manera familiar más bien íntima, incluyendo sólo algunos rezos.

Pero Dickens logró, con su relato, rescatar esta hermosa festividad. Publicado el 17 de diciembre de 1843, para la Nochebuena de ese mismo año se habían vendido ya seis mil ejemplares, mismos que eran leídos tanto por los niños como por los adultos, conquistando con su mensaje de redención y esperanza a la atribulada sociedad londinense.

Cuento de Navidad constituye así un parteaguas en la historia misma de la Navidad, no en su misticismo, sino en la forma de su celebración, descubriendo así nuevamente los sentimientos de alegría, generosidad y reflexión que la fiesta tiene desde su propio origen.

Sin ser la única narración que tiene como tópico central la festividad mencionada, ya que numerosos escritores como Fiodor Dostoyevski (Un Árbol de Noel y una Boda), E.T.A. Hoffman (El Cascanueces y el Rey de los Ratones), o J.R.R. Tolkien (Cartas de Papá Noel) han abordado desde distintos puntos de vista tan significativa fecha; sí se puede decir que de todas ellas, es aquella en la que aparecen Jacob Marley y los Fantasmas de las Navidades pasada, presente y futura, la que más popularidad y adaptaciones ha tenido. 

El avaro Scrooge se ha reencontrado con la bondad de su corazón tanto en el teatro como en el cine, la radio, la televisión e incluso los comics. Las primeras adaptaciones surgieron tan sólo unos meses después de la publicación del cuento, en 1844, año en el que fueron montadas ocho diferentes producciones teatrales; pero el principal medio de difusión del relato fueron sin duda las lecturas –e interpretaciones- que hizo el propio autor en muchos escenarios alrededor del mundo –la primera fue en 1852 en el Birmingham Town Hall-, ejecutando la última de ellas tan sólo dos semanas antes de su fallecimiento en 1870.

Con el nuevo siglo y el surgimiento del cine, la primera película basada en el cuento de Dickens fue Scrooge, or Marley’s Ghost (1901) de Walter R. Booth; cuando el sonido se incorporó al séptimo arte, los directores retomaron la idea, surgiendo así Scrooge (1935) de Henry Edwards o A Christmas Carol de Edwin L. Marin.

En la radio, la CBS Radio Network hizo de su emisión del cuento una tradición navideña, en la cual Lionel Barrymore interpretaba al amargado prestamista; otros famosos actores que prestaron también su voz al personaje fueron Orson Welles, Laurence Olivier, Alec Guiness o James Stewart, entre muchos otros.

Por su parte la televisión no se ha quedado atrás y ha realizado numerosas y variadas adaptaciones del Cuento de Navidad, incluyéndolo en caricaturas como Los Súper Sónicos, Los Pica Piedra, Bugs Bunny o Alvin y las Ardillas; sin embargo han sido los estudios Disney aquellos que han conseguido algunas de las representaciones más exitosas, tales como la nominada al Óscar Una Navidad con Mickey (1983), donde Goofy interpreta a Jacob Marley, Mickey Mouse a Bob Cratchit y Rico Mc Pato a Scrooge; o la muy reciente Disney’s A Christmas Carol (2009) en la que es Jim Carrey quien presta su voz al protagonista.

Así, haya sido en la gran pantalla o en la televisión de nuestro hogar, hace apenas unas semanas o muchos años ya, la mayoría de nosotros ha tenido la oportunidad de observar y analizar los personajes que, creados por Charles Dickens hace más de un siglo, nos parecen tan familiares como actuales, y si bien no nos encontramos en plena época victoriana, sí nos topamos todos los días con ese triste panorama social que tan bien nos describe el autor, y corremos el riesgo de dejarnos atrapar por los mismos sentimientos que aprisionaban al viejo Scrooge, sin hacer caso a los benévolos espíritus de las Navidades quienes dan un consejo que el escritor francés Edmond Gouncourt expresó con estas palabras: “No perdáis vuestro tiempo ni en llorar el pasado ni en llorar el porvenir. Vivid vuestras horas, vuestros minutos. Las alegrías son como flores que la lluvia mancha y el viento deshoja”.

Felices fiestas. 

FUENTES:

“Canción de Navidad y otros cuentos”. Prol. Luis Rutiaga. Gpo. Editorial Tomo. México, 2003.

“Dickens en escena”. Aut. Mario Vargas Llosa. La Nación. Argentina. 29 Sep. 2007.

“Las adaptaciones cinematográficas de la inmortal obra de Charles Dickens”. Aut. Joaquín R. Fdz. www.labutaca.net Dic. 2008

“Los Mejores Cuentos de Navidad”. Aut. Juan Carlos Rodríguez. El Economista. España. 2008

“Nueva York expone los secretos de Cuento de Navidad de Dickens”. Aut. David Valenzuela. El Nuevo Herald. N.Y. Nov. 2009.

“Holiday Spirits: A Time Lineo f A Christmas Carol”.  Fortworth Star-Telegram Nov. 2009.

“El Mundo Oculto de los Cuentos Navideños”.  Aut. Jesús Palacios. Más Allá de la Ciencia No. 999.


Walt Disney: ¿Héroe o villano?

18 agosto 2009

Walt Disney

Walt Disney

Por: Patricia Díaz Terés

“No es oro todo lo que reluce, ni todo lo que anda errante está perdido”.

J. R. R. Tolkien

 Imagen de la tenacidad y el éxito para algunos o viva encarnación del mal para otros, la figura de Walt Disney es tan controversial que en general no admite opiniones imparciales.

Desde hace ya más de medio siglo, el nombre “Disney” ha sido compañero de la niñez de muchas generaciones, creando algunos de los momentos tan hermosos como tristes que vivimos acompañando a simpáticos personajes animados.

Así, hemos visto a Mowgli experimentar las más increíbles aventuras en las selvas de la India o al Hada Madrina de Cenicienta apareciendo con su varita mágica un hermoso vestido y una magnífica carroza para que la doncella pudiera ir al baile del palacio; incluso volamos con Wendy y Peter Pan al fantástico País de Nunca Jamás.

Pero también sufrimos cuando al escuchar un disparo aterrador, tuvimos la certeza de que la vida de un pequeño cervatillo de nombre Bambi nunca volvería a ser igual o acompañamos al pequeño Dumbo mientras era arrullado por su “mamá elefanta” encerrada tras las rejas por un tiránico cirquero.

Tan contrastantes como sus animaciones resultan las versiones sobre la vida de Walter Elias Disney, un hombre que habiendo nacido en la ciudad de Chicago en 1905, desde muy joven mostró gran afición y talento para el dibujo, la fotografía y la ilustración.

De este modo, un Walt Disney adolescente se vio obligado por la situación económica familiar a desempeñar los más diversos oficios; sin embargo, este creativo jovencito logró con gran esfuerzo combinar las actividades redituables como la venta de periódicos, con su asistencia matutina a la secundaria McKinley y por las noches a la Academy of Fine Arts.

Así, poco a poco el hijo de Elías Disney y Flora Call fue madurando y descubriendo el lado oscuro del ser humano ya que a sus escasos 16 años, después de ser rechazado en el ejército para luchar en la Primera Guerra Mundial, decidió aventurarse para conducir en Europa una ambulancia de la Cruz Roja contemplando así los horrores del conflicto.

Al regresar a su país natal, entró a trabajar en un estudio de arte en la ciudad de Kansas, en donde conoció a su compañero, amigo, socio y colaborador de muchos años, Ub Iwerks. Poco después los dos dibujantes comenzaron a vender animaciones a los teatros a través de su compañía Laugh-O-Grams, la cual por cierto terminó en la bancarrota.

Pero Walt no era un hombre que aceptara la derrota con los brazos cruzados, embarcándose en un nuevo proyecto que en 1923 lo encaminó hacia Hollywood, donde en sociedad con Iwerk y su hermano Roy, produjo la serie animada “Alice in Cartoonland”.

Dos años después decidió contraer matrimonio con su colaboradora, Lillian Marie Bounds y para 1927 creó su primer personaje animado –Oswald Rabbit- del cual perdió los derechos, para ser recuperados por su multimillonaria empresa hace apenas unos años. Pero este nuevo tropiezo tampoco logró mermar el empeño del artista, de manera que en 1928 creó al que se convertiría en un ícono de la cultura norteamericana: Mickey Mouse, el cual a su vez brincó a la fama con el cortometraje sonoro “Steamboat Willie”.

Así despegó la carrera de uno de los hombres más importantes del siglo XX en el ámbito artístico, conquistando su primer Óscar en 1932 con el cortometraje “Flowers and Trees” de la serie “Silly Simphonies”. Pero el salto definitivo al éxito lo dio cuando estrenó su primer largometraje en 1937, “Blancanieves y los Siete Enanos”, cinta que le valió otra estatuilla dorada acompañada por siete figurillas pequeñas representando a los enanos.

Observando el triunfo de su nueva producción, Disney decidió continuar con la producción de películas animadas como “Pinocho” (1939) o “Bambi” (1950); pero entre estas dos realizaciones se encuentra la que tal vez pueda ser calificada como la cinta más polémica del creativo estadounidense: “Fantasía” (1940).

Esta producción se alejó en gran medida de los simpáticos personajes como Pepe Grillo que Walt había creado anteriormente, así “Fantasía” consta de una serie de representaciones gráficas -algunas de ellas verdaderas obras de arte- acompañadas por la música creada por grandes compositores como Bach, Stravinsky, Tchaikovsky y Beethoven, siendo la parte más discutida el episodio “Una Noche en la Àrida Montaña”, singular ilustración del Ave María de Schubert, en la cual observamos a un terrorífico demonio –Chernobog– que invoca a un sinfín de espíritus malignos que le rinden pleitesía.

De hecho este segmento animado, así como la bruja Maléfica en la “Bella Durmiente” (1959) o la figura del hada Campanita de Peter Pan (1953), propiciaron que alrededor de Walt Disney se concibieran gran cantidad de rumores como una supuesta afición por las artes oscuras o una retorcida concepción de las mujeres. También se le acusa en algunos textos -como el escrito por Perrucci Ferraiuola– de ser un explotador cruel e injusto de sus trabajadores y, más allá, ha llegado incluso a ser señalado por el plagio del personaje Mickey Mouse, mismo que según esta versión fue en realidad imaginado por Iwerk.

Pero todo lo anterior son solamente hipótesis; por otro lado, los hechos nos indican que Disney -dejando de lado un juicio sobre su calidad moral o creencias místicas- fue un visionario que se preocupó por el avance no sólo de su carrera, sino de la raza humana en general, teniendo una importante participación en la difusión de la investigación espacial, echando incluso mano de renombrados científicos como Von Braun, Stuhlinger y E.C. Slipher, para realizar  los documentales “Man in Space”, “Man on the Moon” y “Beyond Mars” (1950-1957).

También de Walt Disney puede decirse que fue un patriota que ayudó a los Estados Unidos a mantener la moral tanto del pueblo como de las tropas a través de sus caricaturas durante la Segunda Guerra Mundial, de manera que entre 1942 y 1945 elaboró gran cantidad de entretenidos cortometrajes e interesantes documentales que sirvieron como instrucción o propaganda. En uno de ellos podemos incluso observar cómo el Pato Donald tiene un sueño en el cual vive bajo el yugo de los nazis en Alemania, despertando en la libertad americana.

Sin importar si son o no ciertos todos los rumores y mitos que han surgido alrededor de Walt Disney, una realidad es que se trató de un talentoso artista, un brillante hombre de negocios y un franco promotor de la difusión y el desarrollo científicos. Teniendo tan extremas posiciones sobre esta figura del siglo pasado, para llegar a una conclusión, podríamos reflexionar sobre una frase del filósofo griego Aristóteles que dice: “No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”.

Para conocer Fantasía (1940):

Noche en la Árida Montaña: http://www.youtube.com/watch?v=6gd2YKyEImY

Dance of the Hours 2: http://www.youtube.com/watch?v=3u95n2yKcow

 

FUENTES:

“El lado oscuro de Disney”. Aut. Perucci Ferraiuola. Panorama Editorial. México, 2000.

“Centenario de Disney: El indiscutible genio de la animación”. Aut. César Aguilera. Cinemanía No. 63. Diciembre, 2001..

The Disney-Von Braun Collaboration and its influence on space exploration”. Aut. Mike Wright. Selected Papers from the 1993 Southern Humanities Conference. Southern Humanities Press. Huntsville 1993.

http://www.disney.go.com   


No importa si es Víctor Hugo o Walt Disney

4 agosto 2009

Wicked, el musical

Wicked, el musical

Por: Patricia Díaz Terés

“El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo”.

Gustavo Adolfo Bécquer

La gitana Esmeralda, la inteligente Bella, el hada Elphaba, el trágico Cuasimodo, el misterioso Fantasma, el estricto Javert o el ogro Shrek, prácticamente cualquier personaje que se haya creado para la literatura, el teatro, el cine o la televisión puede en algún momento transformarse en el protagonista de una obra musical, aún cuando los autores de los originales nunca se hubieran imaginado a sus creaciones cantando y bailando.

La versatilidad de esta expresión artística, el teatro musical, radica en que la multitud de recursos que tienen a su disposición los guionistas, productores y directores, les permiten ir más allá de los convencionalismos, para llevar a su público en una travesía en la que pueden visitar los más recónditos lugares de la imaginación.

Sin embargo, el montaje de un musical dista mucho de ser sencillo, cuanto más si se desea que éste se transforme en un éxito. A pesar de esto, ni una cuantiosa inversión ni la aparición en escena de estrellas de moda y ni tan siquiera una música realizada por un compositor reconocido, han podido garantizar la trascendencia de estas puestas en escena.

A pesar de esto, los esfuerzos por lograr producciones de calidad siguen apostando en primer lugar por libretos atractivos, ya sean ideas originales o adaptaciones. De esta manera, entre los guiones podemos encontrar a clásicos de la literatura como Víctor Hugo, cuyas obras “Los Miserables” (1985) y “El Jorobado de Notre Dame” (1998) se han llevado a los escenarios con gran éxito; o también al complejo T.S. Elliot, cuyos poemas contenidos en “Old Possum’s Book Of Practical Cats” se transformó en el éxito sin precedentes conocido como “Cats” (1981), producción que se ha montado en diez idiomas diferentes contando con 7485 presentaciones en Broadway y 2000 en Londres, sin tener en cuenta sus giras internacionales.

Incluso textos de renombrados filósofos como el ideólogo de la Revolución Francesa, Voltaire –“Candide”(1956)- han sido transformados en obras musicales; ni siquiera inmortales literatos como William Shakespeare o Miguel de Cervantes, han quedado exentos de estas adaptaciones, en muchas ocasiones con gran aceptación por parte del público, como ha sido el caso de “Hombre de la Mancha” (1965), musical de El Quijote.

Por otro lado, durante el siglo XX las nuevas tecnologías abrieron nuevas puertas, de modo que se comenzó a establecer una estrecha y curiosa relación entre el séptimo arte y los escenarios de Broadway, tomando ideas el uno del otro de forma indistinta. Así por ejemplo podemos mencionar algunas obras musicales que tuvieron como punto de partida una película: “El Color Púrpura” (2005), “Fama” (1988), “Hairspray”, “Legalmente Rubia” (2007) o “Billy Elliot” (2008), entre otras.

Asimismo existen numerosos filmes musicales basados en obras de teatro como por ejemplo: “Cabaret” (1972), “Soñadoras” (2006), “Vaselina” (1978), “Sweeney Todd” (2007) o “El Fantasma de la Òpera” (2004), habiendo sido muchas de ellas reconocidas con el máximo galardón del séptimo arte – los Óscares- en distintas categorías, así tenemos a la cinta “Chicago” (2002) que habiendo sido dirigida por Rob Marshall y protagonizada por Renee Zellweger y Catherine Zeta Jones, se hizo acreedora a la estatuilla por Mejor Película.

El otras ocasiones, los musicales aprovechan para explorar temas que no resultan fáciles de tratar en otras expresiones artísticas, temas como la drogadicción o la homosexualidad son abordados en obras como “Rent” (1996), “Los Productores” (2001) o “La Jaula de las Locas” (1983), entre otras.

Pero también las historias infantiles dentro de las obras musicales, han logrado colocarse en la preferencia del público; este triunfo ha dependido en gran medida de la creatividad con la cual los encargados de la dirección de arte, coreografía y música han logrado montar un espectáculo completo.

Los estudios Disney han conseguido establecer –aunque no en todos los casos- una benéfica relación con Broadway, ya que las ideas originales de sus maravillosos largometrajes animados, han resultado impresionantes puestas en escena, como es el caso de “El Rey León” (2007), que bajo la dirección de Julie Taymor, puede ser ejemplo de calidad en cuanto a vestuario, tramoya y música –esta última compuesta por Sir Elton John-, o la “Bella y la Bestia” (1994); otras historias han enfrentado mayores obstáculos al momento de hacer la adaptación al teatro, como “La Sirenita” (2007), la cual sin ser un espectáculo pobre, los retos de escenografía no han sido sorteados aún de manera satisfactoria.

Pero la relación existente entre el cine, la literatura y el teatro musical no siempre funciona como los productores quisieran. Hay historias que, a pesar de haberse presentado de manera espectacular en la pantalla grande han constituido francas decepciones en los escenarios, como “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien, cuyas adaptaciones cinematográficas dirigidas por Peter Jackson lograron ingresos millonarios en taquilla y numerosos óscares. Sin embargo, la complejidad misma de los textos, no permitió a los libretistas Matthew Warchus y Shaun McKenna llevar con éxito a los escenarios tan extraordinaria historia en el año 2006, teniendo considerables pérdidas económicas. 

A lo largo de la historia del teatro musical han existido también mentes creativas que han realizado guiones originales convirtiéndose en obras musicales que hoy en día se consideran una tradición en el medio. Uno de los casos más destacados es el del director  y productor Andrew Lloyd Webber, quien actualmente es dueño de Really Useful Group, una compañía que ha montado éxitos mundiales como “Cats”, “El Fantasma de la Ópera” o “Evita”, todas ellas escritas y dirigidas por el imaginativo empresario.

Llegando al día de hoy, encontramos que en las marquesinas de Broadway hay una obra que semana con semana se ha levantado como vencedora indiscutible en las taquillas, se trata de la peculiar “Wicked” (2003), dirigida por Joe Mantello, escrita por Winnie Holzman, con música y letras de Stephen Schwartz; en ella se aborda la historia de las brujas del cuento infantil El Mago de Oz, narrando principalmente como la verde Elphaba se convierte en la temible Bruja del Oeste, después de haber atravesado por una adolescencia durante la cual es objeto de rechazo por tener la piel de color verde.

De esta manera, hemos podido observar cómo el teatro musical echa mano de cualquier tipo de argumento, ya sea un acontecimiento histórico, una biografía, una situación social, una joya literaria o un cuento infantil, para convertirlo en un espectáculo que transporta a niños y adultos a universos salidos de la imaginación de extraordinarios artistas, los cuales se atreven a ver las historias desde otro punto de vista, logrando que el público a la vez reflexione, se divierta y considere nuevas alternativas.    

Para acercarse al fantástico mundo de los musicales vea:

Notre Dame de Paris: Les Cloches http://www.youtube.com/watch?v=9G7vU6WmmU8

El Rey León: http://www.youtube.com/watch?v=-XtpRsdF_Bw

Los Miserables, concierto del 10° Aniversario: One Day More http://www.youtube.com/watch?v=odrZ6NtPR2M

Cats: http://www.youtube.com/watch?v=LI1DMZ6J_RM

El Fantasma de la Ópera: http://www.youtube.com/watch?v=MmI9gAyNPyE

Wicked: Defying Gravity http://www.youtube.com/watch?v=MRUeEJQSKbs

Fuentes:

www.playbill.com

www.wickedthemusical.com

www.lotr.com

www.oscar.com


¿Qué tienen en común Enrico Caruso, Bugs Bunny y un Ballenato?

12 May 2009

Ópera y Caricaturas

Por: Patricia Díaz Terés

“No basta con oír la música; además hay que verla”.

Igor Stravinski

Alabada o aborrecida por el público, calificada como elitista o vulgar por expertos o neófitos, pero siempre origen de encarnizadas polémicas, así ha sido la ópera desde hace ya más de cuatrocientos años.

El teatro para los griegos cumplía con una función ritual y casi religiosa, por lo que sus divisiones –tragedia y comedia– se utilizaban para rendir culto a deidades diferentes, siendo la primera dirigida al gran Apolo – dios del Sol- caracterizado por su sobriedad y cuya finalidad era permitir al espectador descubrir las virtudes de la moderación en las conductas, mostrando así las vivencias y sentimientos de grandes héroes que se alzaban como ejemplos a seguir.

En el segundo caso, la comedia, la divinidad honrada era el dios de la agricultura y el teatro, DionisioBaco para los romanos- y el fin era simplemente el placer por el placer mismo, compartiendo así el propósito con las “bacanales” o fiestas desenfrenadas del dios.

Pero es en el siglo XVI donde se puede situar de modo más certero el surgimiento de este género musical y escénico, con la composición del romano Emilio de Cavaliere (1550-1602)  titulada “Rappresentatione di Anima e di Corpo”, alegoría en la cual personajes como Cuerpo, Alma, Tiempo, Mundo y Razón discuten sobre las prioridades del ser humano.

De esta manera, mientras el clero disfrutaba con las obras de Cavaliere, los príncipes de la época preferían temas paganos o políticos y famosas leyendas; por ejemplo, obras sobre Orfeo – hijo de Apolo y la Musa Calíope– y su romance con la ninfa Eurídice, siendo algunas de las primeras escritas por Jacopo Peri, Giulio Caccini o Claudio Monteverdi.

En este periodo la ópera era exclusiva para conocedores y expertos, teniendo como principal campo de desarrollo las grandes ciudades italianas como Venecia, donde en el año de 1637 se estableció el primer teatro público de ópera.

En contraposición a las clases altas, el vulgo exigía en el espectáculo elementos que les divirtieran y les facilitaran un escape de la dura realidad que experimentaban día con día, creándose así un género mixto, y un tanto amorfo, que combinaba tragedia y comedia.

Para el siglo XVII Francia y Alemania se unieron a los ítalos en el furor por las exhibiciones operísticas, que ya mostraban elaboradas escenografías y vestuarios lujosos en cuya construcción y confección, se encontraban involucrados talentosos artistas.

En el territorio galo fue donde finalmente se logró nuevamente la separación de los dos géneros fundamentales, creándose así las tragédies lyriques por parte del gran compositor Jean Baptiste Lully, haciendo también contribuciones importantes poetas como Apostolo Zeno y Pietro Metastasio; además se establecieron algunas pautas para que las obras representadas resultaran más ligeras destacando la acción y limitando los personajes.

En esta competencia entre la comedia y la tragedia, se llegó al equilibrio con las llamadas opera buffa (Italia) u opéra comique (Francia) que se escenificaba normalmente en las ferias o bien en medio de las óperas serias, con lo cual surgieron los Intermezzi, o intermedios con el objetivo de proporcionar a los espectadores un equilibrio anímico.

Esta lucha entre géneros estaba a la vez delimitada por las clases sociales. Mientras la aristocracia –grupo privilegiado por derecho de sangre- prefería la tragedie lyrique, el pueblo optaba por la opéra comique. Esta pugna tuvo su veredicto temporal con el fin de la monarquía impuesto por la Revolución Francesa (1789); así algunos ideólogos de este movimiento como J.J. Rosseau reclamaban el regreso a los placeres sencillos y la naturaleza.

En el mundo de la composición operística no pueden quedar sin mencionar nombres como el de W.A. Mozart, H. Purcell, Gioacchino Rossini, Giuseppe Verdi, Richard Wagner, Jacques Offenbach, P.Tchaikovski, Igor Stravinski o Carl Maria von Weber, entre otros aportando cada uno de ellos las características propias de su genio y personalidad,

Pero este elitista género actualmente ha tratado de ser difundido fuera de los suntuosos teatros, encontrando un escenario tan idóneo como peculiar en las caricaturas.

Lo que parecía paradójico e imposible de conciliar, el empate entre un género musical “comúnmente” considerado como aburrido y un elemento atractivo y convencional de nuestros días, ha sido hecho realidad por estudios como Warner Bros. (WB), Metro Goldwyn Meyer (MGM) y Walt Disney.

De esta manera el director Chuck Jones cuenta entre sus creaciones para MGM The Cat above and the Mouse Below (1964), en la que vemos como mientras el ratón Jerry trata de conciliar el sueño bajo las tablas del escenario, mientras el gran cantante T. Catti-Cazzaza (Tom) interpreta el aria Largo al Factotum de El Barbero de Sevilla (G. Rossini, 1815).

También dirigidas por Jones en esta ocasión para WB, podemos encontrar, al conejo Bugs Bunny y a Elmer Gruñón, primero, en una muy singular interpretación de algunos fragmentos de El Anillo de los Nibelungos y Tannhauser (R. Wagner, 1845-1872), titulada What’s Opera Doc? (1957); y después en The Rabbit of Seville (1949) centrada en la overtura de la obra de Rossini; aparecen otras piezas en Long-haired Hare (1948) en la que el inquieto conejo, haciéndose pasar por el famoso director Leopold Stokowski hace sufrir a un asustado tenor a quien obliga a interpretar piezas de Gaetano Donizetti, Richard Wagner, Franz von Suppé y Gioacchino Rossini.

En esta mezcla de lo sublime y lo divertido se encuentran también Tom and Jerry in the Hollywood Bowl (1950), dirigida por William Hanna y Joseph Barbera, en la que el gato y el ratón entablan una feroz lucha mientras tratan de hacerse con la batuta de la orquesta que interpreta la opereta Die Fledermaus de Johann Strauss (1874).

Escasos pero también dignos de mención fueron los intentos de Walt Disney por incorporar la ópera a sus caricaturas, teniendo como resultados Mickey’s Grand Opera (1936) y The Whale who wanted to sing at The Met (1946) historia corta parte del paquete Música Maestro, en la que vemos cómo un ballenato tenor –Willie– interpreta obras de G. Donizetti.

Sin duda alguna el campo de la Ópera ha visto surgir grandes compositores y cantantes, haciendo posible la propuesta de Stravinski sobre “ver la música”; así  siendo la procedencia de compositores o intérpretes irrelevante, es la capacidad que tengan para afectar al público con sus partituras o voces lo verdaderamente significativo, sin importar si se trata del legendario tenor Enrico Caruso, Bugs Bunny o Willie la Ballena, quien sube al escenario.  

FUENTES:

“El ABC de la Òpera. Todo lo que hay que saber”. Aut. Eckhardt van den Hoogen. Ed. Taurus. México 2005.

“Enciclopedia de la Política”. Aut. Rodrigo Borja. Ed. Fondo de Cultura Económica. México 1997.

“Tunes for ‘toons. Music and the Hollywood Cartoon”. Aut. Daniel Goldmark. Ed. University of California Press. Berkeley y Los Ángeles CA. 2005.

 

VÍNCULOS A VIDEOS DE LAS CARICATURAS MENCIONADAS:

“The Cat Above and The Mouse Below”. MGM. 1964

“What’s opera doc?”. WB. 1957

“The Rabbit of Seville”. WB. 1949

“Long-haired Hare”. WB. 1948

“Tom and Jerry in the Hollywood Bowl”. MGM. 1950

“Mickey’s Grand Opera” Walt Disney. 1936

“The Whale Who Wanted to sing At The Met” Walt Disney 1946  Parte I

“The Whale Who Wanted to sing at The Met” Walt Disney 1946.  Parte II