El telón entre las tapas: Cuando la literatura visita Broadway

28 noviembre 2011

Garou como el Jorobado en el musical Notre Dame de Paris

Por: Patricia Díaz Terés

«Escribir teatro es el trabajo más difícil que más fácil parece».

Enrique Jardiel Poncela

Dijo el escritor francés Francis de Croisset que la lectura es aquel viaje que realizan quienes no pueden tomar el tren…Pero probablemente el literato no se refería exclusivamente al traslado meramente espacial que permite al individuo conocer los distintos lugares del mundo; sino que seguramente hablaba sobre esos viajes físicamente imposibles, los cuales requieren de un boleto tan magnífico que es gratuito, la imaginación, con la cual podemos ubicarnos en maravillosos mundos ficticios, épocas remotas o futuras, trayendo a la vez a la vida aquellos personajes a quienes sus creadores nos han permitido conocer a través de las páginas de cuentos, poemas y novelas.

Siendo el proceso de la escritura de un relato –que puede ser en prosa o verso- ya de por sí complejo, son solo algunos pocos elegidos quienes poseen la habilidad de colocar por escrito, y de manera tanto coherente –lo que depende del estilo- como bella, las historias observadas en su mente, teniendo sin embargo los autores –de novelas por ejemplo- la extraordinaria ventaja de no tener límites, pudiendo su creación tener una, dos o mil páginas –aunque desgraciadamente ningún talento puede asegurar la constancia del lector ni la edición del texto- en las que describen personajes y situaciones.

Mucho se ha dicho de la reticencia existente en las sociedades actuales hacia la lectura, tristemente una gran cantidad de jóvenes –y adultos- andan por la vida campantemente sin saber quiénes fueron Homero, Shakespeare, Alejandro Dumas, Víctor Hugo, Virginia Woolf, Arthur Conan Doyle o Lewis Carroll; y no es que esto sea una catástrofe en sí misma -cada quien puede ser feliz en su ignorancia-, pero sí resulta un tanto desalentador para los nuevos escritores.

No obstante hay otro grupo de escritores que se han dado a la titánica tarea de dar a conocer al público no aficionado a las letras, esas vastas y deliciosas obras de la literatura universal, aderezándolas con música y canciones, recreando la novela original en un libreto para teatro en el cual tienen que tomar la difícil decisión de dejar fuera cierto material que para el propósito escénico no resulta adecuado; y seleccionando la línea de acción más pertinente para la obra musical que están creando. En este sentido seguramente Dale Wasserman, el libretista de Man of La Mancha –adaptación nada menos que de El Quijote de Cervantes– se vio en complicada situación para adaptar la más grande obra de la literatura de habla hispana, para las poco más de dos horas que dura el montaje.

Partamos de momento de la literatura inglesa, cuna del escritor por excelencia, William Shakespeare. Si alguien le hubiese dicho a nuestros bisabuelos que Julieta iba a bailar con su Romeo en un escenario, a ritmo de música pop, mientras eran acechados por una dama vestida de blanco que interpreta a la muerte -cuyos extravagantes movimientos de danza contemporánea logran a la perfección su escalofriante propósito-, a la vez que los Montesco –caracterizados por el color azul- y los Capuleto –vestidos de rojo- se enfrentaban en un dancístico duelo; seguramente nos hubieran calificado como irreverentes o algo similar. No obstante, este montaje estrenado en París en 2001 con el nombre Romeo et Juliette, de la Haine à l’Amour, con música y letra de Gérard Presgurvic, es una novedosa propuesta que contiene una de las canciones más famosas de los últimos tiempos, Les Rois du Monde, escuchada con frecuencia en la radio o en las fiestas –especialmente en las de 15 años-.

De igual manera, otros montajes de esta trágica obra han sido aún más libres como es el caso de West Side Story (1957) en la que en lugar de dos poderosas familias de Verona, se trata de dos agresivas pandillas neoyorquinas las que quieren separar a los amantes. Otras adaptaciones “shakespearianas” han sido las estrambóticas Rockabye Hamlet (1976) y Hamlet Cha-cha-cha (1987), así como Return to the Forbidden Planet (1989) basada en La Tempestad (1611).

Continuando con la literatura británica podemos mencionar a Oscar Wilde, cuyas creaciones han sido una buena fuente de inspiración para guionistas como Anne Croswell, quien logró adaptar adecuadamente La importancia de llamarse Ernesto (1895) al musical Ernest in Love (1960); o para la obra independiente Canterville Ghost (2000) producida por Across the Bridge Theatricals. Tenemos también a Charles Dickens, cuya novela Oliver Twist (1837) se transformó también en 1960 en el exitoso musical Oliver!, cuya “ventaja” sobre el libro es haber simplificado a los personajes, logrando que el público se involucrase con mayor facilidad en la historia. En tan notable como particular lista puede incluirse también a Sir Arthur Conan Doyle, cuyos inmortales personajes, fueron llevados al escenario de los musicales en Sherlock Holmes, The Musical (1988), escrito por Leslie Bricusse, inventando este a una supuesta hija –de nombre Bella– del archienemigo de Holmes -el profesor Moriarty- cuyo odio por el detective es aún más encarnizado que el de su propio progenitor. 

Por su parte, los franceses como Alejandro Dumas (padre e hijo), han sido la inspiración para musicales como The Count (2006), producción de Creative Ventures escrita por Paul Nasto y David Whitehead, quienes se basaron en El Conde de Montecristo (1844) del jefe de la familia Dumas; o The Three Musketeers (2009) una producción coreana basada en el trabajo de Michal David (música) y Lou Fananek Hagen (libreto), que lograron adaptar Los tres mosqueteros (1844). Por su lado Victor Hugo ha propiciado el surgimiento de obras increíbles entre las cuales destaca Notre Dame de Paris (1998) –basado en Nuestra Señora de París (1831)- en la que las letras de Luc Plamandon, la música de Richard Cocciante y el fabuloso trabajo de cantantes y actores como Garou, Hélène Ségara, Daniel Lavoie o Bruno Pelletier, transportan al público al París del Renacimiento con hermosas canciones, dejándole comprender perfectamente el carácter y situación de cada uno de los personajes.

Mención aparte merece Les Misérables (1980) -basado en la historia homónima (1862) de Victor Hugo-, cuyo trabajo musical realizado por Alain Boublil y Claude-Michel Schönberg ha logrado cautivar al público de todo el mundo, dejando en la memoria colectiva canciones como I Dreamed a Dream, One Day More o Eponine’s Errand, siendo una de las puestas en escena con mayor duración en los famosos escenarios del West End de Londres y el neoyorquino Broadway.

Los clásicos de terror por su parte, no han estado exentos de estas llamativas adaptaciones, encontrándonos así con El extraño caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde (1886) de Robert Louis Stevenson que dio lugar a Jekyll & Hyde (1990), escrita por Leslie Bricusse; o con Drácula (1897) de Bram Stoker,  queha sido objeto de adaptaciones un tanto estrambóticas como Dracula: Sex, Blood and Rock N’Roll de Julia Gregory o la más “formal” e impactante Dracula, The Musical (2004) realizada por Des McAnuff, Christopher Hampton y Don Black. Cabe mencionar también a Frankenstein o el Prometeo moderno (1818), de Mary Shelley, cuya adaptación argentina Frankenstein, el musical de un alma perdida, escrita por Tiki Lovera y Gustavo Arduini ha sido gratamente aceptada, así como la producción de Broadway Frankenstein, The Musical (2007), la cual no fue bien recibida por la crítica pero aclamada por el público, surgiendo verdaderos fanáticos de la adaptación de Gary P. Cohen.

Dejando aún en el tintero infinidad de obras de la literatura adaptadas como musicales, es posible decir que no importa si se ha tratado de espectaculares producciones u obras universitarias o de teatro independiente, los clásicos siguen y seguirán inspirando a los libretistas del teatro musical, ya que como decía la escritora francesa conocida como Colette: “Escribir solamente conduce a escribir más”.

*Este artículo lo dedico a mi gran amigo Sergio Álvarez, guionista y director de teatro musical, quien se ha dado a la tarea de impulsar este género en la ciudad de Puebla.

PARA CONOCER:

Frankenstein, el musical de un alma perdida: http://www.youtube.com/watch?v=lWDGWvm6_0M

Jekyll & Hyde en el montaje protagonizado por David Hasselhoff: http://www.youtube.com/watch?v=H1Pyjw_ZnD8&feature=related

Los Miserables. Montaje mexicano: http://www.youtube.com/watch?v=H8hJTRucL3A

Notre Dame de Paris: http://www.youtube.com/watch?v=aBXeXBpTVOk

Romeo et Juliette: http://www.youtube.com/watch?v=yJ6UMyOKyBc

Sherlock Holmes The Musical: http://www.youtube.com/watch?v=eN_y0E9j8T8

The Count of Montecristo. Montaje de Ithaca College. Escrito por Brett Boles: http://www.youtube.com/watch?v=VPXOwW0B0CQ

FUENTES:

“Shakespeare on Broadway: From play to book”. Aut. Paula Pina. IV Congresso Internacional da Associaçao Portuguesa de literatura comparada.

“Give our regards to Broadway: 10 best books turned musicals”. Aut. Sarah Cahill. www.wordandfilm.com. Julio, 2011.

“Ernest on Stage: Louis Edmonds Plays Wilde”.  www.darkshadowsonline.com

“Frankenstein, el musical que faltaba”. Aut. Susana Freire. www.lanacion.com.ar

“Les Misérables, Starmania, Notre Dame de Paris”. Aut. Olivier Marteau. www.francomix.com. Oct. 2006

“Andrew Lloyd Webber: Career Details”. http://encyclopedia.jrank.org  

“Julia Gregory”. ConnotationPress.com

www.cantervilleghost.com

www.frankensteinthemusical.com

www.frankwildhorn.com

www.guidetomusicaltheatre.com  

www.musicalthreemusketeers.com  

www.paulnasto.com  


Vudú: Algo más que simples muñecas

20 octubre 2009
Vudú

Vudú

 

Por: Patricia Díaz Terés

“Una creencia no es simplemente una idea que la mente posee, es una idea que posee a la mente”.

Robert Bolt

Durante siglos el continente africano ha albergado en sus más recónditos santuarios, innumerables misterios que han resultado tan fascinantes como aterradores para el hombre occidental; al mismo tiempo, debido a su progreso científico y tecnológico, el resto del mundo ha sido obligado a transformarse en un casi impotente testigo de las más desoladoras miserias humanas, las cuales se muestran día a día en las conflictivas y aún tribales naciones del continente negro.

El progreso de la humanidad ha resultado de esta manera, por decir lo menos, desequilibrado. Mientras en países como Japón, Noruega o Estados Unidos los vertiginosos avances de la tecnología casi le han arrebatado a la sociedad su capacidad de asombro; del otro lado del mundo en países como Ghana, Togo o el Congo, todavía se pueden observar ritos y ceremonias que tienen más de trescientos años de antigüedad, y que aún son ejecutados con fervorosa devoción por todos los participantes.

Así, en la frontera entre la magia y la realidad, el mito y la verdad, podemos encontrar una fascinante –y en ocasiones peligrosa- religión, que se ha propagado paulatinamente en ciertas regiones del planeta y que su travesía, ha adoptado diferentes matices y características dependiendo del sitio de su alojamiento: el vudú.

Se cuenta que el origen del vudú puede ubicarse en las tribus Fon, Yoruba y Ewe que habitan en el territorio bañado por el Golfo de Benín –desde Ghana hasta Nigeria-; con marcadas similitudes, los dos primeros pueblos explican el origen de la Tierra narrando cómo un dios –Olorun para los primeros y la dicotomía  Mawu-Lisa para los segundos-, creó todo aquello que rodea a los hombres.

De igual forma, una leyenda explica cómo los dioses vudú fueron llevados a Dahomey (Benín) por una mujer de nombre Wandjele quien, durante el reinado del cuarto monarca de dicho país –Agaja (1708-1732)- convenció a este pueblo de que eran sus divinidades las que podían restaurar el orden natural en su deteriorada forma de vida. El rey prestó oídos a sus afirmaciones y, tomándola por esposa, adoptó también sus creencias y con esto –según el relato- volvió la paz y la cordura a la comunidad.

Actualmente, y en buena parte gracias a la labor del creativo Hollywood, el vudú en muchas ocasiones ha quedado reducido a la utilización de muñecas empleadas para hacer sufrir al enemigo sin temor a ser descubierto o a tener que enfrentar cara a cara a la víctima elegida; sin embargo, en realidad la misión de los dioses de esta religión –de acuerdo con su doctrina-  es la de conservar la fertilidad, la salud y la felicidad en el mundo, y no como puede llegar a creerse, la de servir a retorcidos individuos como instrumento de castigo y venganza

De acuerdo con su particular teogonía –origen de los dioses del paganismo-, las benévolas tareas son llevadas a cabo por los hijos de Mawu (Luna-femenina)-Lisa (Sol-masculino), en especial por los tres mayores de nombre Sagpata, Sogbo y Agbe, quienes tienen la encomienda de servir como medio de comunicación entre su padre-madre y los seres terrenales, a la vez que gobiernan a estos últimos.

Así todo este bagaje místico, durante la época de las colonias, viajó con la población negra en los barcos negreros hacia distintos lugares de América, en particular a las Antillas, donde en las islas de Haití  y Santo Domingo encontró las condiciones idóneas para arraigarse.

Haití fue una colonia española, en la cual el tráfico de esclavos comenzó en los albores del siglo XVI. En 1697, España cedió a Francia la parte occidental conocida como La Española. De este modo, en el siglo XVII la isla se convirtió en la colonia francesa más fructífera gracias a sus enormes plantaciones, mismas que requerían una nutrida mano de obra para su mantenimiento y cuidado, por lo que la población sometida superó en número a la pequeña clase gobernante.

Después de la Revolución Francesa (1789), la reducida élite opresora fue perdiendo poder, teniendo esto como consecuencia una revolución en Haití que duró hasta 1804, año en que el territorio conquistó su independencia.

Una de las características que permitieron a los cautivos dar continuidad a sus creencias fue el secreto absoluto que rodeaba sus ritos, mismos que combinaron con las ceremonias católicas para cumplir con la ley que prohibía terminantemente el ejercicio del vudú.

De esta forma, la mitología original se fue mezclando poco a poco con rituales mágicos y exóticos, pero algunos de los más famosos como las muñecas -en las cuales al clavar alfileres se inflige dolor en el enemigo-, proceden con mayor seguridad de las prácticas ocultistas medievales llevadas a cabo en Europa por lo que, tal vez, una de las costumbres más populares del vudú haya sido enseñada a los esclavos por sus amos europeos.

Por otro lado, en Santo Domingo se abandona el “vodudahomeyano para rendir culto a familias de espíritus llamadas nanchon, denominando a cada uno de los integrantes lwa, misté (misteriosos) o zanj (ángeles).

Pero mientras en Haití no surgió –o al menos no con la misma repercusión- una figura importante entre los fieles al vudú, en Santo Domingo apareció el brujo François Makandal quien creó una gran cantidad de venenos que se utilizaron para despachar sigilosamente a los opresores blancos, a la vez que elaboró varias clases de talismanes o guardacuerpos, que eran otorgados a los rebeldes para lograr invulnerabilidad ante las armas de fuego; estos artilugios fueron posteriormente conocidos como makandales y prohibidos oficialmente por el gobierno.

Siendo el vudú tan versátil como sigiloso, la falta de una estructura jerárquica, a diferencia de otras sectas de origen africano afianzadas en Sudamérica como los Umbanda o el Candomblé –especialmente en Brasil y Uruguay-; le permitió adaptarse a las diferentes características de las poblaciones en las que se ha extendido, llegando así a tener, por ejemplo,  una singular teatralidad en el territorio norteamericano de Nueva Orleáns, donde se produjo la más grande celebridad vudú, Marie Laveau, reina imperante de esta religión en el siglo XIX y principios del XX.

Apasionantes y muy amplias han resultado tanto la historia como las implicaciones del vudú, motivo por el cual en la siguiente entrega, y aprovechando la cercanía de las fiestas de Todos los Santos y Día de Muertos, explicaremos con mayor detenimiento la estrecha relación que existe entre esta religión y la muerte, sus ritos y algunos mitos. 

FUENTES:

“El vudú, los demonios y el nuevo mundo encantado”. Aut. Daniel Cohen. Ed. Diana. Méx. 1974.

 “Los Misterios del Vudú”. Aut. Laënnec Hurbon. Ediciones B. Trieste, Italia, 1998.

¡Saravá!” Aut. Carol L. Dow. Ed. Integral. Barcelona, España, 1999.

Corazón de África: La magia de un continente” Aut. Klaus E. Müller y Ute Ritz-Müller. Ed. Könemann. Colonia, Alemania, 1999.


El verdadero faro de Alejandría: Hipatia, el saber y la injusticia

10 agosto 2009

Hipatia de Alejandría

Hipatia de Alejandría

Por: Patricia Díaz Terés

“Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres”.

Albert Einstein

 Muchas han sido las áreas que durante siglos fueron prohibidas para la mujer, siendo la Ciencia una de las más hostiles hacia la incursión femenina, ya que durante cientos de años se creyó que la mente de una fémina simplemente no era capaz de desentrañar los complejos misterios de la Naturaleza y el Saber.

Pero desde la Antigüedad y hasta principios del siglo XX –momento en que la mujer comenzó a incurrir en casi cualquier actividad-, existieron algunas damas que probaron que los tesoros de la Ciencia y la Filosofía no estaban exclusivamente reservados para los varones.

De esta manera, en el siglo XVII encontramos a la italiana Elena Cornaro Piscopia, en el XVIII a María Agnesi, Sophie Germain y Mary Fairfax Somerville; y en el XIX a las británicas Ada Lovelace, Charlotte Angas Scott o Alicia Scott, así como a la germana Amalie Emmy Noether y a la rusa Sofía Kovalevskaya; siendo todas ellas brillantes matemáticas que convivieron y compitieron con sus colegas masculinos.

Pero allá por el siglo IV y V, cuando la ciudad de Alejandría era considerada como uno de los mayores centros para el desarrollo del Conocimiento, surgió la figura de una mujer que varias centurias después, durante la Ilustración, se convertiría en ícono de la defensa de la Razón y mártir de la Filosofía: Hipatia de Alejandría.

La vida de Hipatia resulta a la vez compleja y fascinante. Habiendo sido desde pequeña enseñada por su padre a entrenar por igual cuerpo y mente, logró dominar la natación, el remo, la equitación y alpinismo -todas estas actividades en su momento inadecuadas para una jovencita convencional-; a la vez que se instruyó en ciencias como la matemática, astronomía, astrología y filosofía, dominando también el arte de la retórica.

Para entender la personalidad e ideología de esta inusual alejandrina, hemos de remitirnos al carácter del también pensador Teón –su padre- quien de acuerdo con algunos autores como Elbert Hubbard, tenía una marcada afición por la alquimia por lo que realizaba estudios sobre la transmutación de los metales –la Piedra Filosofal-, la eterna juventud –el Elixir de la Eterna Juventud– y el perfeccionamiento de la raza humana –Eugenesia-.

Por otra parte Teón se dedicaba en el Museo de Alejandría, a elaborar y editar comentarios de obras científicas, tarea en la que incluyó a su hija a quien se conoce como autora o coautora de las disquisiciones sobre la “Aritmética” de Diofanto, “Las Crónicas” de Apolonio, los “Elementos” de Euclides o el tercer libro del “Almagesto” de Tolomeo.

De esta manera, la instrucción recibida en el seno paterno provocó en la intelectual doncella una inquietud por conocer el mundo y obtener la mayor cantidad de conocimientos posible, de manera que viajó por Grecia e Italia, siendo en Atenas discípula de la Escuela Filosófica dirigida por Temistius, Plutarco el Joven y Asclepigenia.

Al regresar a Egipto, comenzó su verdadero compromiso con la divulgación del Saber, de manera que se convirtió en una de las más renombradas maestras de la Antigüedad, ocupando la Cátedra de Filosofía de Plotino –filósofo considerado como máximo exponente del Neoplatonismo-, abarcando tanto las materias que ella había estudiado previamente como aquellas que investigaba como la mecánica –construyó un hidrómetro y un astrolabio-.

Así, esta extraordinaria dama quien parecía ser la encarnación de Atenea y Afrodita en un mismo cuerpo -ya que además de su asombrosa capacidad intelectual poseía también admirable belleza- cautivó a más de uno de sus pupilos, quienes fueron hábil y cortésmente rechazados por la virtuosa joven, quien alegaba no desear más compromiso que con la verdad.

Pero como toda persona célebre, Hipatia no se vio libre de las intrigas que se gestaban a su alrededor y de este modo, los numerosos conflictos políticos y espirituales de que estuvieron plagados los primeros siglos del Cristianismo, fueron la causa de que esta maravillosa luz se extinguiera. Se cuenta en los documentos -aunque no con claridad- que el entonces Obispo de la ciudad, Cirilo, tenía un serio conflicto con el Prefecto Orestes, quien a su vez era discípulo y amigo de la filósofa, quien era despreciada por el eclesiástico ya sea como resultado de una envidia inconmensurable, o bien de una estrecha visión e intolerante actitud hacia los residuos del paganismo –Hipatia nunca profesó una religión definida-.

Sea como fuere, la sabia maestra se vio fatalmente atrapada en medio del conflicto entre ambas autoridades, teniendo esto como resultado que, al dirigirse hacia su hogar al terminar una conferencia, fuera interceptada –según ciertos autores por un grupo de monjes fanáticos, adeptos de Cirilo, que se hacían llamar los Nitrianos; y según otros registros por una turba de cristianos enardecidos liderada por un sujeto de nombre Pedro el Lector– vejada y brutalmente asesinada; esto sucedió en el año 415 d.C. cuando la pensadora tenía 45 o 60 años, dependiendo del año de su nacimiento que se tome como cierto.

Pero aún cuando los prejuicios, la política y el fanatismo lograron aniquilar una vida dedicada al cultivo y difusión del saber, no consiguieron extinguir la llama encendida en Alejandría hace más de mil quinientos años; así, en el Romanticismo se le trató como la encarnación de Platón, mientras que para los ilustrados como Toland y Voltaire su muerte se convirtió en la expresión de la irracionalidad del fanatismo religioso.

Actualmente, se ha tratado de mantener vivo su recuerdo y transmitirlo a las generaciones del nuevo milenio, esto ha sido posible gracias a que diversas expresiones artísticas han retomado –y a veces recreado- la historia de su vida.

De esta manera, en el año 2000 el escritor Mac Wellman y el director de teatro Bob Mc Grath, llevaron a los escenarios una alternativa versión de la filósofa alejandrina en una obra titulada “Hypatia or The Divine Algebra”, producción realizada por el American Repertory Theatres Institute for Advanced Theatre Training en Nueva York.

Incluso en octubre de este año 2009 llegará a la pantalla grande una versión cinematográfica de la vida de Hipatia en la película “Ágora” del cineasta Alejandro Amenábar (Mar Adentro) y con la actriz Rachel Weisz (La Momia) como la erudita.   

Así, hemos podido ver cómo Hipatia –que significa “la grande”– más allá de ser tan sólo una mujer pionera en el mundo de la ciencia y la filosofía, constituyó un verdadero parteaguas en la historia; pero sobre todo de esta insólita dama se puede destacar el hecho de que cumplió con su vocación e hizo honor a su compromiso hasta su último aliento, haciéndonos recordar de esta forma a las palabras del filósofo Lucio A. Séneca: “Si me ofreciesen la sabiduría con la condición de guardarla para mí sin comunicarla a nadie, no la querría”.

Para ver:

Avance de la película “Ágora” de Alejandro Amenabar: http://www.agoralapelicula.com/

FUENTES:

“Little Journeys to the Homes of the Great Teachers” Aut. Elbert Hubbard. East Aurora. 1928.

“Hypatia of Alexandria”. Aut. J.J. O’Connor y E.F. Robertson. MacTutor History of Mathematics. University of St. Andrews. Escocia. Abril 1999.

Review: Hypatia or The Divine Algebra”. Aut. Les Gutman. Mayo 2000 http://www.curtainup.com.

La filósofa mártir: Hipatia de Alejandría”. Aut. David Hernández de la Fuente. Historia, National Geographic No 59. Enero 2009.

Hypatia”. Aut. Adela Salvador Alcaide y María Molero Aparicio. Divulgamat.edu.es

“Ágora”. www.radiocable.com. 26 de febrero 2009

 “Women in Mathematics History”. Aut. Jone Johnston Lewis.


De Sófocles a Julie Taymor: La evolución del teatro musical.

28 julio 2009

Vaudeville

Vaudeville

Por: Patricia Díaz Terés

“El espectáculo de lo que es bello, en cualquier forma que sea presentado, eleva la mente a nobles aspiraciones”.

 Gustavo Adolfo Becquer

Las luces se apagan, se hace el silencio en el teatro y la emoción aumenta cuando la orquesta ejecuta las primeras notas de la partitura, entonces las luces se dirigen a un actor quien, en solitario, se sitúa en medio del proscenio. Comienza a cantar, de pronto se ilumina el escenario dejando ver tras un telón translúcido, una impresionante estructura que representa la monumental Catedral de Notre Dame. Así da inicio la obra musical “Notre Dame de Paris” –escrita por Luc Plamondon y musicalizada por Riccardo Cocciante presentada en el Palais des Congrès de Paris en 1999.

Desde la Francia de la Edad Media hasta el Estados Unidos de la Guerra de Secesión o de los barrios bohemios de Nueva York a las sabanas africanas, el teatro musical puede transportarnos en el tiempo y espacio como ninguna otra expresión artística, incluyendo al cine. Y esto se debe a que, sentados en una butaca del teatro, podemos observar, oler y prácticamente tocar el contexto de la obra representada, emprendiendo así un fascinante viaje en el que los actores, cantantes y bailarines se convierten en nuestros guías y compañeros.

Pero las impactantes puestas en escena a las que podemos asistir actualmente, como en cualquier teatro de Brodway en la ciudad de Nueva York, tuvieron un accidentado comienzo en la segunda mitad del siglo XIX, cuando los burlesques y vaudevilles se abrían camino entre el gusto de un público que se hacía cada vez más exigente y difícil de complacer.

Si deseamos ahondar un poco más, podemos remontarnos hasta la antigua Grecia en donde dramaturgos como Aeschylus y Sófocles complementaron sus obras con danzas y canciones. Posteriormente los romanos continuaron haciendo este tipo de espectáculos, mientras que ya para el Medioevo, particularmente en los siglos XII y XIII surgieron las representaciones de dramas religiosos, como la Obra de Daniel y la de Herodes, en las cuales se adaptó parte de las Sagradas Escrituras para que pudieran transmitirse a través de cantos en los templos, con lo cual se pretendía el vulgo comprendiera los textos bíblicos.

Para el Renacimiento surgió la commedia dell’arte, tradición italiana en la cual payasos como Arlequín, Pulcinella y Scaramouche, improvisaban historias con temáticas cotidianas, con la finalidad de entretener a su público.

Sin embargo aún cuando muchos autores sitúan concretamente el origen del teatro musical en las óperas del siglo XVII, si nos empeñásemos en ubicar el nacimiento de las comedias musicales en dicha centuria, tendríamos que especificar que únicamente nos remitimos a las conocidas como ballad operas de las cuales un buen ejemplo es “The Beggars Opera” de John Gray, para la que el autor tomó prestadas canciones populares, modificando la letra; o bien las comic operas, como “Bohemian Girl” de Michael Balfe, que contaba con música original y líneas argumentales románticas.

Cien años después, pero del otro lado del Atlántico, en la ciudad de Charleston, Carolina del Sur (E.U), se presentó el primer musical americano cuyo título fue “Flora” y cuyo estreno tuvo lugar en el Salón de la Corte de la mencionada población sureña.

Después de la Guerra de Independencia, se pusieron de moda los burlesques, es decir parodias de obras, actores o bailarines de renombre, las cuales incluían danza, pantomima y diálogo. Algunas como “Hamlet” (1828) y “La Mosquita” (1838) tuvieron gran éxito al burlarse de la obra de Shakespeare y de la bailarina Fanny Elssler, respectivamente.

Para la segunda mitad del siglo XIX la obra “The Black Crook” introdujo algunos de los que se convertirían en rituales tradicionales de la comedia musical como las coristas, los ornamentos de producción, elaborado vestuario, provocativas canciones y largos números de baile; pero a pesar de que este tipo de espectáculos iba cobrando cada vez mayor interés por parte del público, no eran originales, sino que se trataba de importaciones europeas.

Así, algunas de las primeras producciones originales fueron “The Brook” (1879) y “The Little Tycoon” (1886), pero fueron realmente los burlesques conocidos como “Mulligan Guard Series”, escritos por Ed Harrigan y Tony Hart, los que dominaron la escena.

 Para el inicio del siglo XX, la comedia musical ya se encontraba en franca transformación, en buena parte gracias al libretista, letrista y compositor George M. Cohan, quien tenía claro que un argumento debía poder adaptarse a canciones, bailes y momentos chuscos, con el objetivo de divertir al público.

Poco después se descubrió que la concurrencia aumentaba si se colocaban en el escenario  artistas ya conocidos, por lo que comenzó una época en la cual se contrataban estrellas cuya finalidad era mostrar sus extraordinarias habilidades en canto y baile para vender localidades, sin tomar en cuenta la calidad del conjunto que conforma una obra musical.

Además, se llegó a establecer una estructura rígida para las presentaciones, según la cual después de levantar el telón al inicio de la obra, debían aparecer una o dos líneas de coristas que cantaban un número de apertura; asimismo, colosales secuencias de producción debían concluir cada uno de los actos. En el ámbito del argumento, los protagonistas –hombre y mujer- debían terminar juntos y felices, después de que el caballero fuera retado a un duelo por el villano, quien era irremediablemente derrotado.

De este modo, no fue sino hasta la segunda mitad de la década de los 20’s cuando gracias a la obra “Show Boat” (1927) de Oscar Hammerstein II y Jerome Kern, la obra en su totalidad tomó la importancia debida, llegando por fin al Time Square de Nueva York.

A partir de entonces el musical debe tener tres características fundamentales: tiene que tratarse de un argumento inteligente – aunque en algunos casos esta cualidad ha sido reemplazada por una búsqueda de originalidad tan extrema que en ocasiones resulta absurda-; a continuación es necesario que se considere “arriesgada”, es decir, que sus cualidades argumentales, de montaje o producción sean extraordinarias; y por último que las emociones que muestre sean reales, con la finalidad de lograr personajes “tridimensionales” y creíbles.

Actualmente, en el mundo del teatro musical se tienen muchas figuras, entre los que destacan directores, libretistas, músicos y actores que han logrado transportar al público a los universos por ellos imaginados; gente como Andrew Lloyd Webber, Bob Fosse o Julie Taymor entre muchos otros –de quienes hablaremos en la próxima entrega- han conseguido mostrar a los espectadores que el escritor francés Julio Verne tenía razón cuando dijo: “Todo lo que una persona puede imaginar, otros pueden hacerlo realidad”.

Para ver:

Notre Dame de Paris. Le Temps des Cathédrales: http://www.youtube.com/watch?v=L24vaxNH91w   

FUENTES:

A Historyh of the Musical”. Aut. John Kenrick. Musicals101.com, 2003.

“The history of musical theatre”. Aut. Samantha Thomas. Paisley Place Creations.

American Musical Theatre: An Introduction”. Aut. Mark Lubbock. Nueva York, 1962.


Harry Houdini: El mago que derrotó a los espíritus

30 junio 2009
Houdini y su esposa Bess

Houdini y su esposa Bess

Por: Patricia Díaz Terés

“La habilidad es a la astucia lo que la destreza a la estafa”.

Chamfort (Nicolas-Sébastien Roch)

Desde la Antigüedad, cuando los dioses y demonios de pueblos como Persia, Mesopotamia, Egipto o Grecia, dominaban el destino de los hombres, el ser humano ha buscado establecer un vínculo con el mundo que le espera después de la muerte.

Pero si bien es cierto que existen cuestiones que escapan al entendimiento e incluso a la imaginación del hombre, también es verdad que a lo largo de la historia han surgido individuos cuya ambición y avaricia los han llevado a engañar a muchas personas que, con un alma sensible e ingenua, buscan ya sea respuestas o consuelo en el Más Allá.

De esta manera, aquellos que proclaman tener el poder de comunicarse con las almas de los difuntos son los espiritistas. Dentro del esquema del espiritismo, el individuo está conformado por tres cuerpos: el físico, el mental y el astral; siendo este último con el que se establece contacto.

Muchos autores espiritistas expresan que los únicos canales que existen para lograr lo anterior son los médiums quienes a través de un ritual conocido como séance, permiten que voluntades extrañas se adueñen de su cuerpo y así transmitan mensajes a sus seres queridos.

Por otro lado, si bien las personas que recurren al espiritismo tienen, por lo general, buenas intenciones y son compelidos por genuinas preocupaciones; los médiums regularmente no tienen tan puras motivaciones, tratándose la mayor parte de las veces de oportunistas estafadores.

Uno de los personajes que luchó con más ahínco en contra de los astutos médiums fue Erich Weiss, mejor conocido como Harry Houdini, el legendario mago y escapista. Este hombre nació en 1874 en la ciudad de Appleton, Wisconsin (E.U), hijo de un rabino húngaro y una madre amorosa de nombre Cecilia, vivió en la pobreza los escasos 9 años que tardó en comenzar a tratar él mismo de remediar esta situación. Así huyó de casa para unirse a un circo ambulante.

Poco después de su fuga, su padre decidió probar suerte en Nueva York, donde se le unió el joven Erich y juntos, lograron ahorrar el dinero suficiente para volver a reunir a la familia.

Weiss era un jovencito de variados intereses, siendo uno de éstos la magia; pero esta práctica se convirtió en su pasión cuando leyó la biografía del mago francés Robert Houdin.

Empezó a montar pequeños espectáculos en bares y sencillos teatros, con ayuda de su amigo Jacob Hyman, quien no tardó en abandonarlo. El puesto vacante fue ocupado por su hermano, Theodore Weiss y juntos adoptaron el nombre de “Los Hermanos Houdini”, llegando incluso a presentarse en la Feria Mundial de Chicago en 1893.

Pero a pesar de que Houdini era extraordinario en su oficio, la fama lo eludió todavía durante varios años. De este modo, mientras afinaba su habilidad para abrir todo tipo de cerraduras, especializándose en las esposas y particularmente en aquellas utilizadas por la policía, se vio obligado a realizar una gira con un pretendido médico de apellido Hills, quien vendía a los incautos un tónico maravilloso que curaba toda suerte de enfermedades y padecimientos.

Fue así como en una de las poblaciones en las que se presentaban, llegó a oídos del supuesto galeno que había también un médium que en todas sus sesiones contaba con un numeroso público. El versátil Houdini no tardó en ofrecer también seánces, planeando ingeniosos trucos para engañar a los curiosos, así fue como descubrió los secretos de esta “profesión”.

Por este tiempo conoció también a Beatrice Rahner, Bess, a quien desposó de manera impulsiva a la corta edad de 20 años. Esta dedicada mujer apoyó al escapista a lo largo de toda su carrera, ejerciendo además del papel de esposa, el de asistente durante las presentaciones.

Poco a poco, su maravillosa destreza para burlar todo tipo de cerrojos le fue abriendo camino. En 1895 asombró a los oficiales de la policía de Gloucester, Massachusetts cuando se liberó de un par de las esposas que utilizaban para inmovilizar a los criminales.

Partió a Canadá, en donde tuvo la oportunidad de acompañar a un médico, amigo suyo, a una clínica de salud mental. Ahí quedó fascinado con las camisas de fuerza y, después de adquirir una, sólo tardó dos semanas en aprender cómo liberarse de las ataduras.

Fue en 1898 cuando el talento de Houdini fue por fin reconocido cuando se acercó un caballero alemán, quien preguntó al mago si su habilidad se limitaba a las esposas que él poseía; al responder aquél que era capaz de dominar cualquiera de estos artefactos, el germano llevó un par que le pertenecía. Harry se liberó fácilmente, siendo mayor su sorpresa a la del retador al enterarse de su nombre: Martin Beck, famoso representante del circuito de vaudeville Orpheum.

De esta manera fue forjando la figura del enigmático ilusionista y escapista, por lo que en breve tiempo logró conquistar al público americano y europeo, llegando a la corte imperial de Rusia, en donde sorprendió al servicio secreto al escapar de uno de los vagones reforzados destinados a trasladar a los sentenciados a cumplir su condena en las estepas siberianas.

Sus proezas de escapismo, en la medida en que se hacían más peligrosas, ganaban prestigio. Así llegó a realizar un escape en el cual se liberó, estando colgado por los pies en lo alto de un edificio, de una camisa de fuerza; en otro famoso acto hizo desaparecer, incluso, un elefante.

Pero su batalla contra los espiritistas comenzó poco después de morir su querida madre estando él en Dinamarca. En su ansia por comunicarse nuevamente con Cecilia, desenmascaró a un sinfín de renombrados médiums, haciendo efectiva la frase del escritor Jean de la Fontaine “engañar al que engaña es doblemente entretenido”, ya que Houdini se divertía –al tiempo que era fiel a su sentido de justicia- poniendo en evidencia a todos los farsantes; cabe aclarar que esto sólo lo hacía cuando el espiritista aseguraba tener poderes sobrenaturales, como Pierre Keller o la atractiva Mina Crandon “Margery”, con quien se le ha llegado a relacionar sentimentalmente.

Triste final alcanzó al gran Houdini cuando su fama se convirtió en su verdugo. Durante una entrevista con unos estudiantes de la universidad de Mc Gill, uno de ellos preguntó si era cierto que el ilusionista podía soportar inmutable un golpe en el estómago; Houdini –distraído- respondió afirmativamente, tras lo cual el joven le propinó cuatro fuertes golpes en el abdomen. El escapista no pudo eludir el dolor y falleció por una peritonitis el 31 de octubre de 1926, prometiendo a Bess, su esposa, que de existir, él encontraría la forma de comunicarse con ella desde el Más Allá.

Aún hoy en día, en el aniversario de su muerte, un grupo de personas se reúnen en el “Center for Jewish History” en Manhattan (N.Y), esperando a que Erich Weiss cumpla su promesa.

 

FUENTES:

“Historia del Ocultismo “. Aut. L. de Gerin-Ricard. Luis de Caralt editor. Barcelona, España, 1961.

“Historia de las Magias”. Enciclopedia Horizonte. Aut. Kurt Sellgman. Ed. Plaza & Janés. Barcelona, España, 1971.

“Magia y Misterio. Las increíbles investigaciones psíquicas de Houdini y Dunninger”. Aut. Joseph Dunninger. Organización Editorial Novaro S.A. México, 1973.

“Gran Enciclopedia Time Life: Biografías Universales”. Ed. ECISA. México, 2007.

“Ghosts by Gaslight. The History & Mistery of the Spiritualists & the Ghost Hunters”. Aut. Troy Taylor. Ed. Whitechapel Productions Press, 2007.

Houdini declines comment, but not for want of trying”. Aut. James Barron. New York Times, 1 de noviembre, 2006.