El verdadero faro de Alejandría: Hipatia, el saber y la injusticia

10 agosto 2009

Hipatia de Alejandría

Hipatia de Alejandría

Por: Patricia Díaz Terés

“Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres”.

Albert Einstein

 Muchas han sido las áreas que durante siglos fueron prohibidas para la mujer, siendo la Ciencia una de las más hostiles hacia la incursión femenina, ya que durante cientos de años se creyó que la mente de una fémina simplemente no era capaz de desentrañar los complejos misterios de la Naturaleza y el Saber.

Pero desde la Antigüedad y hasta principios del siglo XX –momento en que la mujer comenzó a incurrir en casi cualquier actividad-, existieron algunas damas que probaron que los tesoros de la Ciencia y la Filosofía no estaban exclusivamente reservados para los varones.

De esta manera, en el siglo XVII encontramos a la italiana Elena Cornaro Piscopia, en el XVIII a María Agnesi, Sophie Germain y Mary Fairfax Somerville; y en el XIX a las británicas Ada Lovelace, Charlotte Angas Scott o Alicia Scott, así como a la germana Amalie Emmy Noether y a la rusa Sofía Kovalevskaya; siendo todas ellas brillantes matemáticas que convivieron y compitieron con sus colegas masculinos.

Pero allá por el siglo IV y V, cuando la ciudad de Alejandría era considerada como uno de los mayores centros para el desarrollo del Conocimiento, surgió la figura de una mujer que varias centurias después, durante la Ilustración, se convertiría en ícono de la defensa de la Razón y mártir de la Filosofía: Hipatia de Alejandría.

La vida de Hipatia resulta a la vez compleja y fascinante. Habiendo sido desde pequeña enseñada por su padre a entrenar por igual cuerpo y mente, logró dominar la natación, el remo, la equitación y alpinismo -todas estas actividades en su momento inadecuadas para una jovencita convencional-; a la vez que se instruyó en ciencias como la matemática, astronomía, astrología y filosofía, dominando también el arte de la retórica.

Para entender la personalidad e ideología de esta inusual alejandrina, hemos de remitirnos al carácter del también pensador Teón –su padre- quien de acuerdo con algunos autores como Elbert Hubbard, tenía una marcada afición por la alquimia por lo que realizaba estudios sobre la transmutación de los metales –la Piedra Filosofal-, la eterna juventud –el Elixir de la Eterna Juventud– y el perfeccionamiento de la raza humana –Eugenesia-.

Por otra parte Teón se dedicaba en el Museo de Alejandría, a elaborar y editar comentarios de obras científicas, tarea en la que incluyó a su hija a quien se conoce como autora o coautora de las disquisiciones sobre la “Aritmética” de Diofanto, “Las Crónicas” de Apolonio, los “Elementos” de Euclides o el tercer libro del “Almagesto” de Tolomeo.

De esta manera, la instrucción recibida en el seno paterno provocó en la intelectual doncella una inquietud por conocer el mundo y obtener la mayor cantidad de conocimientos posible, de manera que viajó por Grecia e Italia, siendo en Atenas discípula de la Escuela Filosófica dirigida por Temistius, Plutarco el Joven y Asclepigenia.

Al regresar a Egipto, comenzó su verdadero compromiso con la divulgación del Saber, de manera que se convirtió en una de las más renombradas maestras de la Antigüedad, ocupando la Cátedra de Filosofía de Plotino –filósofo considerado como máximo exponente del Neoplatonismo-, abarcando tanto las materias que ella había estudiado previamente como aquellas que investigaba como la mecánica –construyó un hidrómetro y un astrolabio-.

Así, esta extraordinaria dama quien parecía ser la encarnación de Atenea y Afrodita en un mismo cuerpo -ya que además de su asombrosa capacidad intelectual poseía también admirable belleza- cautivó a más de uno de sus pupilos, quienes fueron hábil y cortésmente rechazados por la virtuosa joven, quien alegaba no desear más compromiso que con la verdad.

Pero como toda persona célebre, Hipatia no se vio libre de las intrigas que se gestaban a su alrededor y de este modo, los numerosos conflictos políticos y espirituales de que estuvieron plagados los primeros siglos del Cristianismo, fueron la causa de que esta maravillosa luz se extinguiera. Se cuenta en los documentos -aunque no con claridad- que el entonces Obispo de la ciudad, Cirilo, tenía un serio conflicto con el Prefecto Orestes, quien a su vez era discípulo y amigo de la filósofa, quien era despreciada por el eclesiástico ya sea como resultado de una envidia inconmensurable, o bien de una estrecha visión e intolerante actitud hacia los residuos del paganismo –Hipatia nunca profesó una religión definida-.

Sea como fuere, la sabia maestra se vio fatalmente atrapada en medio del conflicto entre ambas autoridades, teniendo esto como resultado que, al dirigirse hacia su hogar al terminar una conferencia, fuera interceptada –según ciertos autores por un grupo de monjes fanáticos, adeptos de Cirilo, que se hacían llamar los Nitrianos; y según otros registros por una turba de cristianos enardecidos liderada por un sujeto de nombre Pedro el Lector– vejada y brutalmente asesinada; esto sucedió en el año 415 d.C. cuando la pensadora tenía 45 o 60 años, dependiendo del año de su nacimiento que se tome como cierto.

Pero aún cuando los prejuicios, la política y el fanatismo lograron aniquilar una vida dedicada al cultivo y difusión del saber, no consiguieron extinguir la llama encendida en Alejandría hace más de mil quinientos años; así, en el Romanticismo se le trató como la encarnación de Platón, mientras que para los ilustrados como Toland y Voltaire su muerte se convirtió en la expresión de la irracionalidad del fanatismo religioso.

Actualmente, se ha tratado de mantener vivo su recuerdo y transmitirlo a las generaciones del nuevo milenio, esto ha sido posible gracias a que diversas expresiones artísticas han retomado –y a veces recreado- la historia de su vida.

De esta manera, en el año 2000 el escritor Mac Wellman y el director de teatro Bob Mc Grath, llevaron a los escenarios una alternativa versión de la filósofa alejandrina en una obra titulada “Hypatia or The Divine Algebra”, producción realizada por el American Repertory Theatres Institute for Advanced Theatre Training en Nueva York.

Incluso en octubre de este año 2009 llegará a la pantalla grande una versión cinematográfica de la vida de Hipatia en la película “Ágora” del cineasta Alejandro Amenábar (Mar Adentro) y con la actriz Rachel Weisz (La Momia) como la erudita.   

Así, hemos podido ver cómo Hipatia –que significa “la grande”– más allá de ser tan sólo una mujer pionera en el mundo de la ciencia y la filosofía, constituyó un verdadero parteaguas en la historia; pero sobre todo de esta insólita dama se puede destacar el hecho de que cumplió con su vocación e hizo honor a su compromiso hasta su último aliento, haciéndonos recordar de esta forma a las palabras del filósofo Lucio A. Séneca: “Si me ofreciesen la sabiduría con la condición de guardarla para mí sin comunicarla a nadie, no la querría”.

Para ver:

Avance de la película “Ágora” de Alejandro Amenabar: http://www.agoralapelicula.com/

FUENTES:

“Little Journeys to the Homes of the Great Teachers” Aut. Elbert Hubbard. East Aurora. 1928.

“Hypatia of Alexandria”. Aut. J.J. O’Connor y E.F. Robertson. MacTutor History of Mathematics. University of St. Andrews. Escocia. Abril 1999.

Review: Hypatia or The Divine Algebra”. Aut. Les Gutman. Mayo 2000 http://www.curtainup.com.

La filósofa mártir: Hipatia de Alejandría”. Aut. David Hernández de la Fuente. Historia, National Geographic No 59. Enero 2009.

Hypatia”. Aut. Adela Salvador Alcaide y María Molero Aparicio. Divulgamat.edu.es

“Ágora”. www.radiocable.com. 26 de febrero 2009

 “Women in Mathematics History”. Aut. Jone Johnston Lewis.