El hada de la batuta: Antonia Brico II

3 agosto 2022

Segunda parte

Por: Patricia Díaz Terés

Si quieres triunfar en la vida, haz de la perseverancia tu amigo del alma, de la experiencia tu sabio consejero, de la advertencia tu hermano mayor y de la esperanza tu genio guardián”.

Antonia Brico

Joseph Addison

Miss Brico ha demostrado dotes sorprendentes e inequívocos como directora. Es más hábil, más lista y más musical que muchos de sus colegas masculinos que nos aburren aquí en Berlín” mencionaba el periódico alemán Allgemeine Zeitung tras la presentación de Antonia Brico como directora de la Orquesta Filarmónica de Berlín el 10 de enero de 1930.

De este modo, en un mundo musical, por entonces completamente dominado por los hombres, la figura de la joven y fresca Antonia, el público y la prensa reconoció que ella daba a los conciertos un aire especial que comenzó a atraer a los aficionados a la música.

Así, después de abrirse paso en el Viejo Continente con bastante éxito, la novel directora decidió regresar a casa; sin embargo, tuvo una amarga experiencia al toparse con un ambiente musical mucho más estrecho de miras que el europeo, por lo que tuvo pocas oportunidades para mostrar su talento y siempre como directora invitada de orquestas como la Filarmónica de los Ángeles o la Sinfónica de San Francisco, ya que sus compatriotas se negaban sistemáticamente a otorgarle un puesto permanente. Esta situación la llevó a realizar una muy fructífera gira en Europa con diversas orquestas de Polonia, Alemania y los Balcanes.

Pero América llamaba a Antonia, quien, al regresar de su aventura europea y tras pasar un tiempo en California, dirigió sus pasos a la flamante ciudad de Nueva York, donde se convirtió en la primera mujer en dirigir una ópera de una compañía neoyorquina de renombre al tomar la batuta en la producción Hänsel y Gretel de Engelbert Humperdinck que se presentó en la Ópera del Hipódromo de Nueva York, para posteriormente anotarse otro gran acierto al dirigir, en 1933, a la Musicians Symphony Orchestra en la Metropolitan Opera House. Con esta agrupación hizo dos conciertos, ya que un tercero que se había programado tuvo que ser cancelado debido a que el tenor solista, John Charles Thomas, se rehusó terminantemente a cantar bajo la dirección de una dama. Esta situación no se debió tanto al machismo de Thomas sino a su ego, ya que temía que su ejecución fuera opacada por la fama de Antonia.

Era 1934 cuando la aguerrida primera dama Eleanor Roosevelt conoció a Antonia Brico y entre las dos lograron fundar la Orquesta Sinfónica de Mujeres de Nueva York, la cual tuvo buena acogida por el público teniendo en su interior un armónico ensamble, pues se omitían los rechazos y reticencias a los que con frecuencia se enfrentaba Brico cuando se ponía al frente de los ensambles masculinos. De esta manera, con el apoyo contundente del alcalde neoyorkino, Fiorello La Guardia, logró hacer magníficas presentaciones como la realizada en febrero de 1935 en Manhattan.

Pero en esta empresa, la visión incluyente de Antonia dio al traste con la misión, ya que, tras cuatro años de trabajo, la joven decidió aceptar hombres en las filas de su agrupación musical, lo cual le restó, ante los ojos del público, novedad y singularidad, por lo que en 1939 la orquesta se disolvió.

Además, ante más de tres mil espectadores, en 1938, Brico se convirtió en la primera mujer en dirigir a la Orquesta Filarmónica de Nueva York, tras lo cual, a pesar del entusiasmo del público, tuvo que sufrir las ridículas críticas de publicaciones como el Times en las cuales se dejaba en claro que era una fatalidad el hecho de que una fémina dirigiera tan distinguida orquesta (!).

Un año después condujo la Orquesta Federal en la Feria Mundial de Nueva York, teniendo ya para entonces un prestigio especial por estructurar sus conciertos con programas vanguardistas que incluían música contemporánea americana.

No obstante, los conciertos y las giras no constituían necesariamente un ingreso económico fijo, por lo que la dotada directora también tuvo que ejercer la docencia, contando entre sus alumnas a la niña prodigio, pianista y compositora, Philippa Schuyler (1939), renunciando Antonia antes de que la insoportable madre de la chiquilla la despidiera.

Se trasladó entonces a Denver, Colorado, donde ejerció sus dotes como profesora de piano y dirigiendo pequeñas orquestas. A partir de 1946 retomó su trabajo como directora invitada en orquestas europeas, destacándose entonces los conciertos ofrecidos en el Royal Albert Hall y en Helsinki, la capital finlandesa, a donde fue directamente invitada por el famosísimo compositor Jean Sibelius, quien la calificó como “una directora de orquesta de fuego”.

Después de esta nueva travesía intercontinental, Antonia regresó a Denver donde fundó la Sociedad de Bach y el Conjunto de Cuerdas de Mujeres, trabajando especialmente como directora de la Denver Businessmen’s Orchestra, agrupación musical semiprofesional que en 1948 cambió su nombre por Orquesta Sinfónica Antonia Brico, en la que la directora se mantuvo activa hasta su retiro en 1985.

La historia de Antonia Brico fue contada en 1974 por una antigua alumna suya, Judy Collins quien, junto con Jill Godmilow, realizó el documental Antonia: retrato de una directora de orquesta, el cual cuenta con intervenciones directas de la afamada conductora –actualmente podemos ver la historia de Brico en Netflix en la película La Directora o Antonia: una sinfonía, de la cineasta holandesa Maria Peters (2018)-. A los 73 años realizó su última aparición pública en Nueva York (1977) dirigiendo la Filarmónica de Brooklyn.

Tranquilamente concluyó la vida de Antonia a sus 87 años, cuando residía en las Torres Bella Vista en Denver, el 3 de agosto de 1989, pasando entonces a formar parte del Salón de la Fama de las Mujeres de Colorado al lado de personajes como Hattie McDaniel y Golda Meir,  dejando como legado la apertura de las puertas para todas aquellas mujeres que han decidido tomar la batuta al frente de una orquesta en las últimas décadas. Sin ser todavía un terreno equitativo, en cuestión de género, sin duda la aportación de damas como Antonia Brico han ayudado a abrir, cada vez más, la mente y el corazón de músicos y espectadores al talento de las personas musicales, sin importar su sexo, raza, creencias o cualquier otra característica ajena a sus dotes artísticos.

“Berlin Philarmonic’s first woman conductor”. www.overgrownpath.com. 30 de octubre 2007.

“Antonia Brico a la batuta”. Aut. Fabiana Sans Arcílagos y Lucía artín-Maestro Verbo. www.melomanodigital.com 16 de junio 2021.   

“Siglo XX-Antonia Brico”. www.mujeresquehacenlahistoria.blogspot.com. 6 de agosto 2021.   

 “Antonia Brico”. https://coloradoencyclopedia.org/article/antonia-brico.

“Antonia Brico: La primera mujer que dirigió la Filarmónica de Berlín”. www.paraquetuveas.es

“Antonia Brico: La primera mujer que dirigió la Filarmónica de Berlín”. http://www.elperiodico.com   


El hada de la batuta: Antonia Brico I

7 julio 2022

Primera parte

Por: Patricia Díaz Terés

Antonia Brico

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo
”.

Mario Benedetti

Intrincado ha sido el camino que las damas interesadas en la música han tenido que transitar a lo largo del tiempo. Y si bien desde hace muchos siglos han sido aceptadas como intérpretes e incluso compositoras, otra historia muy diferente se tiene en cuanto a la dirección de las orquestas.

Así, antes de que grandes directoras como Alondra de la Parra, Marin Alsop, Debora Waldman, Barbara Hannigan o Lucía Marín pudiesen ocupar su lugar al frente de los ejecutantes de violines, violonchelos, flautas y demás instrumentos, hubo algunas féminas que tuvieron que convencer a un mundo musical dominado por los hombres de que su valía no tenía nada que ver con su vestido.

Antonia Louisa Brico nació en la ciudad neerlandesa de Róterdam en 1902, hija natural de Agnes Brico, una chica católica soltera y un músico itinerante italiano. Tal condición, a principios de siglo, hizo que el paso común siguiente fuese gestionar la adopción de la creatura, llamándola sus nuevos padres como Wilhelmina Wolthuis, nombre con el que llegó a los Estados Unidos en 1908, estableciéndose con su familia en Oakland, California.

Wilhelmina no fue nunca feliz con sus padres adoptivos, aunque no se tienen muchas descripciones sobre esta parte de su vida. Lo que sí se sabe es que fue un hábito muy poco conveniente lo que le permitió encontrar su vocación. Resulta que cuando era niña, Willy tenía la manía de comerse las uñas. Para combatir tan desagradable costumbre, cuando ella tenía 10 años, el doctor le recomendó tomar clases de piano –instrumento que se convirtió en su más importante herramienta de trabajo y medio imprescindible para comprender la música-, tarea que la pequeña emprendió con entusiasmo.

Esta nueva práctica –en la que era guiada por su vecino de doce años-, la complementaba con visitas dominicales al parque para escuchar conciertos. La primera vez que acudió a tal evento fue invitada por su maestra de coro, Minnie Davis, quien la alentó, durante esta etapa, en el ejercicio de la música y así escuchó a la banda del pianista Paul Steindorf, -quien, por cierto, se dice que cerca estuvo de sabotear un enorme talento musical pues cuando la chica se acercó a él contándole que era su deseo convertirse en directora de orquesta, este hombre le dijo chabacanamente que eso nunca sería posible- que accedió a darle clases de piano, convirtiéndose eventualmente la joven pianista en su asistente.

Lo que sí sabemos es que, en 1919, después de graduarse del Instituto de Educación Secundaria, la jovencita descubrió que era adoptada, dedicándose a buscar su verdadero origen –pues detestaba a sus padres adoptivos de los cuales había recibido una serie de abusos físicos y verbales-, localizando así su verdadero nombre –a los 22 años-, Antonia, y asumiéndolo una vez que abandonó su casa adoptiva. En este año ingresó –alentada por Ms. Davis y Steindorf– a la Universidad de California en Berkeley, de donde se graduó en Artes Liberales –además de piano aprendió chelo y violín, así como varios idiomas-. Durante esta etapa se sostuvo económicamente a través de gran variedad de trabajos que incluyeron el ser mesera, maestra de piano y un empleo en la tienda departamental Woolworth’s. Al mismo tiempo tuvo un acercamiento con las enseñanzas de la Sociedad Teosófica, cuya filosofía le ayudó en gran medida para afrontar los traumas que le había generado su difícil infancia.

A pesar de saber que el mundo de la conducción orquestal estaba absolutamente dominado por hombres, Antonia estaba decidida a lograr su cometido. De esta manera consiguió ser admitida como la única mujer en una clase magistral dictada por el gran pianista y compositor polaco Sigismund Stojowski, con quien estudió durante los dos años siguientes en Nueva York –viviendo con la familia de su profesor- a pesar de que el famoso músico calificó la ambición de su pupila como “ridícula”. También durante estos años logró establecer contacto con la familia de su madre –que había fallecido en 1909- en Holanda, quienes se mostraron muy entusiasmados al establecer contacto con Antonia.

Para 1925 regresó a Berkeley donde el profesor que había tomado la cátedra de Steindorf, Modeste Alloo, también le dijo que las mujeres no tenían las aptitudes necesarias para ejercer la conducción de orquestas. En este periodo la muchacha se mantenía participando como solista y acompañante en cuanto concierto podía. Al año siguiente partió hacia Holanda donde encontró un apoyo familiar considerable en cuanto a sus actividades artísticas y su sueño de convertirse en directora de orquesta.

Con el cariño de sus allegados como aliciente que se sumaba a su ya enorme tenacidad, Antonia, después de regresar brevemente a Estados Unidos para conseguir cartas de recomendación por parte de Steindorf, Stojowski y Alloo, se dirigió a Berlín para aplicar a la Staatliche Akademische Hochshule für Musik, en donde aspiraba a tomar clases de conducción con el afamado Karl Muck. Sobra decir que el talento de la chica junto con su enorme carácter le concedieron un lugar en el programa de Muck convirtiéndose en la primera mujer tanto en entrar como en graduarse –en 1929- de la prestigiada institución.

Comenzó entonces a incursionar en el mundo que le apasionaba, convirtiéndose en codirectora en Bayreuth y debutando como directora invitada de la Orquesta Filarmónica de Berlín el 10 de enero de 1930 recibiendo grandes alabanzas en los medios de comunicación internacionales como el New York Times. En este sentido, mientras algunos autores como Lance Eugene Christensen la reconocieron como la primera mujer en dirigir la afamada orquesta alemana, otros mencionan que había sido ya dirigida por Ethel Leginska poco tiempo antes.

Viajes por el mundo y la creación de una orquesta es lo que sigue en la vida de Antonia, pero sobre eso, y cómo es recordada hasta el día de hoy, hablaremos más extensamente en la próxima entrega de esta columna.

“Antonia Brico”. https://coloradoencyclopedia.org/article/antonia-brico. 

“Antonia Brico a la batuta”. Aut. Fabiana Sans Arcílagos y Lucía artín-Maestro Verbo. www.melomanodigital.com 16 de junio 2021.   

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“Antonia Brico”. http://www.mujeresbacanas.com.


De producción de relleno a leyenda cinematográfica: Casablanca IV

23 junio 2022

Parte IV – La batalla del final

Por: Patricia Díaz Terés

Claude Reins y Humphrey Bogart en la escena final de Casablanca

Los finales son muy difíciles de escribir, y es difícil hacer un final en colaboración con miles y miles de personas, y satisfacer a todas esas personas es imposible”. 

Jennifer Hale.

Muy diversos han sido los propósitos con los que se realiza una película, de  modo que el director puede tener la intención de entretener, concientizar o motivar al público. En tiempos bélicos estas últimas funciones del cine son particularmente importantes. En este sentido, fue el empeño del productor de la Warner Bros., H. B. Wallis y del director Michael Curtiz lanzar al pueblo norteamericano un mensaje específico con el propósito de hacer consciente al pueblo de los Estados Unidos sobre la situación que se vivía, con la Segunda Guerra Mundial, en Europa a principios de los años 40.

Así, no fue nada casual el hecho de que la película se estrenase “en corto” el 26 de noviembre en el Hollywood Theatre de Nueva York, día en que las fuerzas aliadas invadieron el norte de África capturando Casablanca, aplazándose el estreno general para el 23 de enero de 1943.

Pero para que Casablanca llegase a las salas de cine, después de haberse enfrentado los problemas con el guion y el elenco, se tenía que resolver un punto crucial del filme: el final. Se sabe que durante el rodaje de Casablanca el guion iba y venía en manos de los escritores quienes hacían muchas modificaciones de último momento –afortunadamente todas estas alteraciones fueron tan atinadas que eventualmente el libreto de Casablanca fue designado por el Sindicato de Guionistas de Hollywood como el mejor guion de la historia de la cinematografía norteamericana, aún por encima de Ciudadano Kane o del Padrino-, afinando cada una de las escenas, de las cuales, la más importante, el final, no estaba definida.

La ambigüedad existente sobre la conclusión de la película ocasionaba un ambiente de estrés entre el elenco, particularmente en Ingrid Bergman, quien angustiada acudía a Michael Curtiz para consultarle cuál sería el desenlace de la historia, pues de ello dependía la actitud que debía mostrar, ante las cámaras, hacia el cínico Rick y el valiente Laszlo. Ante tales cuestionamientos el director respondía con evasivas sugiriéndole a Ingrid –y gritándole en alguna ocasión la frase “¡actores, actores, siempre quieren saberlo todo!”, esquivando su propia ignorancia- que Ilsa debía mostrarse ambigua con ambos personajes. Sin embargo, el cineasta no era totalmente honesto con su elenco, puesto que no quería exponer la cruda verdad: no había final escrito para Casablanca.

Y es que la trama era tan maravillosamente intrincada que cada una de las personas que intervenían en la realización del guion opinaban que la historia debía terminar de una manera diferente: por un lado, se tenía a Paul Henreid quien, airado, decía que la señorita Lund debía permanecer al lado de su aguerrido marido. Por otra parte, los más románticos opinaban que Ilsa debía dejar libre a Víctor para quedarse con Rick –esta versión era simplemente impensable debido a la censura que prohibía terminantemente que una mujer casada dejase, aunque fuese en pantalla, a su marido-; otros pensaban que la mejor opción era darle un mortal y heroico final a Laszlo dejar el paso libre para la realización del amor entre Rick e Ilsa.

El reto era, entonces, cómo lograr un final lo suficientemente digno y conmovedor para que la mayor parte de los espectadores quedase satisfecha. Se tenía entonces al entrañable personaje de Humphrey Bogart quien, sin duda, después de tanto sufrimiento, merecía un final feliz. Pero por supuesto esta felicidad no podía estar supeditada a la ruina de un hombre tan emblemático como el personificado por Paul Heinreid. ¡Vaya problema!

Finalmente se decidió que la heroína sacrificaría su amor en pro de un fin más noble como era la lucha por la libertad, misma posición en la que quedó el personaje de Bogart. Ahora bien, esto sin duda satisfacía las demandas de Paul Henreid, pero todavía quedaba una pregunta: ¿se darían un último beso Ilsa y Rick al despedirse, antes de que la dama abordase el avión hacia su destino en América?

Y en la resolución de esta situación se ilustra cómo, aunque el director tenga la batuta, cuando se tiene en el elenco a un actor del peso de Humphrey Bogart, poco importan las jerarquías. Muy poco tiempo antes de filmar la escena en el aeropuerto –misma en que se utilizó un avión de cartón cuya manufactura era tan deficiente que el director decidió cubrir los defectos a través de la utilización de una neblina imposible en el clima del verdadero Casablanca- Michael Curtiz y Humphrey Bogart se hicieron de palabras en el camerino del actor. El protagonista reclamaba al director que no era adecuado que Rick besase a Ilsa antes de que ella partiera hacia territorio americano, ya que eso le quitaría toda la esencia noble al gesto de dejarla partir, renunciando a ella, para que Víctor continuase su loable trabajo. Con una mente más prosaica, Curtiz insistía en que el público merecía ese último beso entre sus héroes.

El tiempo transcurría, la conclusión del rodaje seguía retrasándose y las discusiones no ayudaban. De esta manera algún avispado miembro de la producción corrió en pos de Hal B. Wallis para que este mediara en el conflicto. De esta forma, el productor se decantó por la opinión de Bogart con la finalidad de que la película dejara un buen sabor en el público a quien se había dejado en penumbras sobre quién subiría al avión en aquel desértico aeropuerto.

Era pues el 3 de agosto de 1941 cuando se terminó de rodar Casablanca, 11 días después de lo previsto y aún faltaba la postproducción. A este respecto únicamente mencionaremos el tema de la música, realizada por Max Steiner. Resulta entonces que cuando Steiner se encontró con la grabación de la famosísima canción de As Time Goes By, inmediatamente quiso sustituirla porque consideraba que la pieza era insípida. Esta sugerencia llegó a oídos del productor Wallis, quien accedió a modificar la canción. No obstante, esta intención se vio obstruida por el hecho de que la pieza ya había sido grabada con playback por Dooley Wilson y a la sazón era absolutamente imposible regrabar la escena. Así, para fortuna de la historia de los soundtracks cinematográficos, la canción original permaneció tan solo para situarse, con los años, en una de las canciones más conocidas y memorables del séptimo arte.

Y así, tanto esfuerzo dio espléndidos resultados: en 1943, cuando los Premios de la Academia todavía eran una ceremonia digna y glamurosa, Casablanca se hizo acreedora a 3 de estos galardones, incluyendo el de mejor película. En este evento se dio la ruptura definitiva entre el productor Hal B. Wallis y Jack L. Warner cuando este último saltó sin tardanza al escenario para recibir el Óscar al ser anunciado el premio para la cinta dirigida por Curtiz. Esta acción le impidió al productor Wallis tener en mano el bien merecido galardón que recibían ahora su intuición, pasión y esmero.

La fama de la película se ha extendido a lo largo y ancho del mundo. Las nuevas generaciones han tenido recientemente acceso a esta cinta en las salas de cine gracias al reestreno que se llevó a cabo con motivo del 80 aniversario del filme. También ha tenido algunos homenajes como la película animada Carrotblanca –dirigida por Douglas McCarthy en 1995- en la que Bugs Bunny personifica al cínico Rick en compañía del inseparable Sam, en este caso encarnado por el Pato Lucas; el gato Silvestre interviene en el papel de Víctor Laszlo y por supuesto el coqueto Pepe Le Pew es el entrañable Louis Renault. Por su parte los hermanos Marx hicieron una parodia de esta cinta con Una noche en Casablanca de Archie L. Mayo en 1946, la cual estaba tan cercana a la original que la propia Warner Brothers se quejó –ambas cintas pertenecen a los mismos estudios cinematográficos-. Asimismo, otros intentos por abarcar la historia de Casablanca fueron las fracasadas series de 1955 y 1983.

Y así llegamos al final de la historia de una película cuya idea surgió en un oscuro café de refugiados en la Francia ocupada y continúa vigente hoy en día a través de los miles de cinéfilos de todas las edades que consideran a Casablanca, hasta la fecha, una de las mejores películas jamás filmadas.

“Casablanca, curiosidades del rodaje de uno de los grandes clásicos del cine”. Behind the Scenes. http://www.rodajesdepeliculas.blogspot.com. 

“Casablanca, setenta años de amor, citas y malentendidos”. www.bbc.com. 27 de marzo 2012.   

“Making of Casablanca” Partes I a VIII. Aut. Alfonso Méndiz. http://www.filasiete.com   

“Casablanca (1942): Detalles desconocidos de la película más icónica”. Aut. Alba Puerto. www.elcineenlasombra.com. 26 de diciembre 2018.


De producción de relleno a leyenda cinematográfica: Casablanca III

15 junio 2022

Parte III – La aventura de la producción

El director Michael Curtiz con Ingrid Bergman y Humphrey Bogart

Por: Patricia Díaz Terés

El cine es un misterio. Es un misterio para el propio director. El resultado, el film acabado, deber ser siempre un misterio para el director, de otra forma no sería interesante”. 

Andrei Tarkovski

La magia del cine dista mucho de ser un acto de prestidigitación, más bien aquella resulta de la conjunción de una serie de genialidades, contratiempos y un poco de caos. De esta manera, la producción de Casablanca estuvo, desde su inicio, plagada de situaciones inusuales que tuvieron que ser sorteadas por el director Michael Curtiz y el productor Hal B. Wallis.

La empresa parecía entonces tan monumental que el ejecutivo de los estudios Warner, Jack l. Warner, optó por mandar a Curtiz un “motivador” mensaje antes de comenzar el rodaje: “Atravesamos días turbulentos, pero yo sé que tú podrás con el rodaje en las siete semanas previstas. Confío en ver otra vez al viejo Curtiz que yo siempre he conocido y estoy seguro de que vamos a hacer una gran película”. Nada mal para animar al director a iniciar con el pie derecho (!).

Cuando llegó la fecha de inicio de la filmación, 10 de abril de 1942, eran tantos los aspectos pendientes de la producción que fue necesario aplazar el rodaje hasta el 25 de mayo del mismo año. Así, en el momento en el que los involucrados llegaron al set en esta memorable fecha se encontraron con que no tenían nada listo: el guion estaba inacabado, las escenografías estaban aún por concluirse y uno de los actores principales, Paul Henreid, no se encontraba aún en el lugar, ni cerca de estarlo.

Siendo la filmación de una cinta una suerte de rompecabezas, aquel día de primavera se comenzaría por escenificar el flashback en Paris en el que solamente aparecen Rick e Ilsa, pero al parecer ese día el director no se encontraba en su mejor forma, ya que cometió una serie de errores impensables para un cineasta experimentado, llegando incluso a olvidar registrar el audio de una de las escenas, aquella en la que se ve a Humphrey Bogart e Ingrid Bergman paseando, felices y enamorados, en un automóvil por las calles de la capital francesa y sus paradisiacos alrededores-. Asimismo, pasó por alto, sin mayor explicación, la captura de una de las escenas. Al final del día, frustrado y decepcionado, Michael tuvo que informar a los actores y a los integrantes del staff que el día había sido una completa pérdida de tiempo, porque el material recolectado era inservible: tendrían que empezar de nuevo.

Por su parte, el director de fotografía, Arthur Edeson, quien previamente había trabajado en películas como El Halcón Maltés (1941) y Frankenstein (1931), estaba obsesionado con lograr la iluminación perfecta para enmarcar el bellísimo rostro de Ingrid Bergman, por lo que tardaba muchas más horas de las previstas para lograr su cometido, ante la desesperación absoluta del director. Cabe mencionar que su objetivo se cumplió, pues Edeson logró dar una luz especial a la mirada de Ilsa a través de precisos reflejos con los cuales los ojos de la actriz parecen destellar en cada toma. No obstante, el trabajo de iluminación distaba de satisfacer al director, quien indignado expresó que Rick’s, lejos de parecer un lúgubre café para refugiados, parecía un cabaret de moda –lo que finalmente fue un acierto del filme, pues precisamente es el ambivalente ambiente de este lugar lo que lo hizo tan memorable-.

La ausencia de Henreid –porque este se encontraba todavía filmando La extraña pasajera con Bette Davis– tuvo que ser hábilmente cubierta por Curtiz, quien optó por rodar cuanta escena pudiera en la que no interviniese el actor austriaco. Incluso filmó las reacciones de los personajes con los cuales intervenía el personaje de Laszlo, para luego, en la edición, montarlas junto con las escenas en las que ya apareciera el líder de la resistencia francesa.

Además de las vicisitudes puramente técnicas, el director tuvo que enfrentarse a cuestiones personales entre sus protagonistas. En primer lugar, tuvo que lidiar con una acongojada Ingrid Bergman, quien se mostraba francamente consternada ante la evasión de su persona por parte de Humphrey Bogart. Esta situación no se remedió sino hasta que un miembro de la producción, harto de ver el triste semblante de la actriz, optó por revelar el gran secreto: Bogart le había prometido a su celosísima esposa, Mayo Methot, que se acercaría a su compañera de elenco lo mínimo indispensable, esto se debió a que la dama tenía una irracional seguridad de que su marido se enamoraría irremediablemente de la entonces esposa del neurocirujano Petter Lindström.    

Pero entre Humphrey e Ingrid había otro gran problema: ella era más alta que él por 5 centímetros –perspectiva intolerable en un drama romántico respetable, no cómico, de la época-, hecho que llevó a Michael Curtiz a idear desde encuadres hasta posiciones para el actor con el objetivo de crear la ilusión de que el caballero era más alto que su coprotagonista. Por esta situación constantemente lo vemos a él subido en algún escaloncillo o de pie mientras la dama permanece sentada.

Un detalle adicional surgió con la música de la película. Una de los personajes más entrañables de la cinta resulta ser Sam, el simpático pianista de Rick´s Café Americain. Sin embargo, había un pequeño problema: Dooley Wilson era baterista y no tenía la menor idea de cómo tocar el piano. Siendo necesario el realismo en la interpretación de las canciones, el director optó por contratar a un pianista profesional local, Elliot Carpenter, quien, además de haber grabar el audio final para la película, estaría escondido muy cerca de donde Wilson se encontraba para que este pudiese imitar el movimiento de las manos de Carpenter sobre el piano.

En cuanto a los sitios de filmación cabe mencionar que el Marruecos que se presenta en la película es totalmente imaginario –para consternación de cientos de turistas que, sin saberlo, se aventuran a Casablanca encontrando una ciudad bastante desabrida en medio del desierto y no las misteriosas y exóticas calles que se muestran en el filme-: los 9200 dólares que costó la creación de Rick’s quedaron instalados en los estudios de Warner Bros. en Burbank, California, en donde el director tuvo que utilizar cuanto recurso disponible tuvo a la mano para abaratar un poco la producción, llegando a emplear un set que había sido construido para la película The Desert Dog. Sin tener locaciones en su haber, la producción únicamente tuvo que trasladarse de sitio para filmar el gran final, mismo que se emplazaría en el aeropuerto de Van Nuys en Los Ángeles.

Así, mientras Curtiz trataba de hacer malabares con esposas celosas, vanidades agraviadas, técnicos minuciosos hasta lo obsesivo y exigencias de los estudios, los guionistas se quebraban la cabeza aún para designar un final a una historia que, muy probablemente, no dejaría para nada satisfecho al público. Pero de cómo lograron sortear semejante reto para lograr el mejor guion en la historia del cine norteamericano –por encima de El ciudadano Kane- hablaremos en la última parte de esta columna la próxima semana.

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“Casablanca, curiosidades del rodaje de uno de los grandes clásicos del cine”. Behind the Scenes. http://www.rodajesdepeliculas.blogspot.com. 

“Casablanca, setenta años de amor, citas y malentendidos”. www.bbc.com. 27 de marzo 2012.   

 “10 cosas que tal vez no sabías de Casablanca”.  www.lavanguardia.com. 6 de abril 2021.

 “Making of Casablanca” Partes I a VIII. Aut. Alfonso Méndiz. http://www.filasiete.com   

“Casablanca: una película a medio camino entre el mito y la realidad”. http://www.sientemarrueos.viajes.   


De producción de relleno a leyenda cinematográfica: Casablanca II

8 junio 2022

Parte II – El elenco ideal

Por: Patricia Díaz Terés

Ingrid Bergman, Humphrey Bogart, Paul Henreid y Claude Rains

El director está obligado a preocuparse de los actores, es el punto fuerte del rodaje. François Truffaut

Para la realización cinematográfica no existe una sola receta infalible, de este modo, tenemos desde un director que encuentra un guion y convence a un productor, hasta el caso de Casablanca, en donde un productor dio con un proyecto que capturó su imaginación y tuvo que promover desde la creación del guion hasta la filmación de la última escena.

De este modo, cuando es el productor quien ha encontrado algo digno de filmarse, lo primero que tiene que localizar –tras obtener el beneplácito del productor ejecutivo que proporcionará el dinero, en este caso Jack L. Warner– es a la persona que dirigirá el “trabajo de campo”, es decir el director. Así, la primera opción del productor de la Warner Brothers, Hal B. Wallis, fue el conocido cineasta William Wyler, quien, al encontrarse en su rancho, muy entretenido, jugando al gin rummy con el jefe de la 20th Century Fox, Darryl F. Zanuck, tras la filmación de Mrs. Minniver, declinó la oferta para encabezar Casablanca.

Como segunda opción Wallis acudió a su amigo Michael Curtiz, un emigrante judío-húngaro que había arribado a los Estados Unidos en 1926 y cuya familia había escapado de Europa tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Los recursos con los que tendría que filmar Curtiz eran de 878 mil dólares, debiendo empezar el rodaje el 10 de abril de 1942. Ninguna de estas condiciones se respetó.

Debido al bajo presupuesto en un principio se pensó en contratar actores baratos –por encontrarse ya en la nómina de los estudios-, por lo que aparecieron los nombres de Ronald Reagan y Ann Sheridan para interpretar a Rick y Lois –después Ilsa– así como de Dennis Morgan para Víctor Laszlo. Pero estos actores no empataban con la grandiosa visión que Wallis tenía en la cabeza, por lo que acudió con el ejecutivo de la Warner, Steve Trilling, y le solicitó la autorización para contratar a Humphrey Bogart para interpretar a Rick Blaine, accediendo a su vez a dar a Sheridan el papel de Lois Meredith.

Bogart fue contactado y se le entregó lo que se tenía de guion –que lejos estaba de estar terminado-, procediendo el actor de El Halcón Maltés a declarar que su personaje era demasiado frío y cínico, características que le impedirían al público identificarse con él –a partir de estos comentarios los hermanos Epstein hicieron modificaciones en el guion al personaje de Rick. Y fue tras este primer logro cuando a Wallis y los guionistas les llegó la idea de cambiar por completo al personaje de Lois Meredith para transformarlo en Ilsa Lund.

Tal transmutación impedía que el papel fuese interpretado por Ann Scheridan, surgiendo entonces las actrices Ingrid Bergman y Hedy Lamarr para interpretar a la angelical noruega, dueña del corazón del propietario del Rick’s Café Americain. La opción de Lamarr era para entonces imposible, pues la actriz austriaca estaba por entonces ya comprometida con la MGM y el ejecutivo Louis B. Mayer se negó rotundamente a “prestar a la actriz”.

Por su parte, Ingrid Bergman también estaba ya comprometida para trabajar con la compañía del productor David O. Selznick en el rodaje de Intermezzo y se preparaba con ahínco para obtener el papel de María en la versión cinematográfica de Por quién doblan las campanas del director Sam Wood. Sin embargo, estos compromisos profesionales sí pudieron ser flexibilizados gracias a una generosa aportación de 25 mil dólares que la Warner hizo a O. Selznick para ceder temporalmente a la actriz, prometiendo a su vez facilitar la participación de Olivia de Havilland en algún proyecto que tuviese O. Selznick.

Se tenía pues ya a Rick y a Ilsa, pero faltaba Víctor. Para encarnar al gallardo defensor de la libertad se propusieron dos actores: Paul Henreid y Philip Dorn, pero este último tenía el mismo inconveniente que Hedy Lamarr: estaba contratado ya por la MGM. De tal manera el acercamiento se hizo con Henreid quien en primera instancia rechazó categóricamente el papel al no tratarse este de un protagónico. En tal contexto, fueron las circunstancias mundiales las que empujaron al actor autrohúngaro para aceptar el papel de Víctor Laszlo.

Estando su país de origen en aquel entonces ya anexado al Tercer Reich, se había decretado que cualquier ciudadano austriaco sin trabajo debía retornar sin demora a su nación. Henreid estaba, a principios de 1941, terminando de filmar la película La extraña pasajera (Now Voyager) al lado de Bette Davis, pero no tenía a la vista ningún otro proyecto, por lo que decidió embarcarse en Casablanca para poder permanecer en los Estados Unidos, eso sí, exigiendo que se le pagase la misma cantidad que se le estaba abonando a Bogart y Bergman.

El resto de los personajes estaba ya resuelto, y aunque al principio se pensó que Sam fuese una dama que sería encarnada por alguna de las famosas cantantes de jazz Ella Fitzgerald o Lena Horne, el personaje quedó estructurado finalmente como lo vemos hoy en día en la pantalla como el simpático pianista amigo de Rick, que es personificado por el baterista Dooley Wilson. Por su parte la participación de Claude Rains había sido ya incluso contemplada en la realización del guion por lo que su contratación fue puro formalismo.

Así, con este gran conjunto de estrellas aseguradas para cubrir los papeles principales, Curtiz se puso a la cabeza de un muy numeroso elenco en el que se incluyeron cientos de extras –que no habían sido contemplados ni presupuestados- y decenas de actores secundarios, teniendo muchos de ellos una historia tan cercana al argumento de la película que realizaron con más entrega su trabajo, como fue el caso de Conrad Veidt, actor alemán que había huido de la Alemania nazi con su esposa judía y que había jurado jamás encarnar a un nazi a menos que este fuese el villano, por lo que resultó idóneo para encarnar al despiadado mayor Strasser en el argumento de Casablanca.

Otra actriz a quien la historia del filme se le acercaba a lo más profundo del corazón era Madeleine Lebeau -que interpretó a la amiga de Rick, Yvonne-, quien había tenido que huir con su marido Marcel Dalio de la Francia ocupada, realizando en la vida real la travesía hacia América que en la cinta se propone para Víctor e Ilsa. Tal circunstancia proporciona, por ejemplo, un realismo conmovedor al close up que se le hace a la actriz, cuyos ojos se llenan de lágrimas al interpretar con pasión La Marsellesa bajo la dirección del valiente Víctor Laszlo cuyo cometido era silenciar al mayor Strasser y sus compinches alemanes que se encontraban cantando Die Wacht am Rhein en el Rick´s Café.

Con el elenco preparado –habiendo sido enriquecido con Sydney Greenstreet como Signor Ferrari, el ambicioso dueño del café competencia de Rick´s, el Blue Parrot, y el simpático S. Z. Sakall como el fiel y discreto mesero de confianza de Rick, Carl– todo estaba listo para iniciar el rodaje, pero como descubrirían Hal B. Wallis y Michael Curtiz, este proceso sería tan legendario -en su caos- como la cinta misma, pero de tales aventuras cinematográficas hablaremos más extensamente en la próxima entrega de esta columna.

“Casablanca, curiosidades del rodaje de uno de los grandes clásicos del cine”. Behind the Scenes. http://www.rodajesdepeliculas.blogspot.com.   

“10 cosas que tal vez no sabías de Casablanca”.  www.lavanguardia.com. 6 de abril 2021.

“La rocambolesca historia del rodaje de Casablanca”. Aut. Pedro Tomas. 21 de septiembre de 2020. http://www.elredondelito.es.

“Making of Casablanca” Partes I a VIII. Aut. Alfonso Méndiz. http://www.filasiete.com