Cuando las musas confabulan: Jorge Negrete

21 febrero 2011

Jorge Negrete

Por: Patricia Díaz Terés

“Así como el ignorante está muerto antes de morir, el hombre de talento vive aun después de muerto”.

Publio Siro

Pocos artistas han tenido el privilegio de representar a toda una nación a través de su trabajo, y aunque muchas veces los roles que interpretan no pueden adjudicarse indistintamente a todo individuo perteneciente a determinado pueblo, sí logran evocar determinada cultura en el imaginario popular.

Tal es el caso de un hombre cuya privilegiada voz y elegante porte conquistaron miles de corazones alrededor de todo el mundo, nos referimos al gran Jorge Negrete.

Nacido como Jorge Alberto Negrete Moreno, fue el segundo de cinco hermanos: David, Consuelo, Emilia, Teresa y Rubén, quien falleció a los pocos días de haber entrado en la vida del matrimonio conformado por Don David Negrete Fernández y Doña Emilia Moreno Anaya.

Militar de carrera, Don David era un teniente que residía con su familia en la ciudad de Guanajuato y quien un buen día decidió abandonar esta actividad en 1921 para trasladarse a la capital, donde cambió las armas por los libros transformándose en profesor de matemáticas del prestigiado Colegio Alemán Alexander Von Humboldt, en el cual Jorge puso de manifiesto su extraordinaria habilidad para los idiomas aprendiendo con diligencia italiano, alemán, francés, inglés e incluso algo de náhuatl, haciendo estos últimos estudios por su cuenta.

Inclinado siempre hacia las artes, proviniendo de una familia culta, Negrete se graduó del bachillerato con un título en ciencias y letras; de igual manera, siguiendo el ejemplo de su padre ingresó en el Heroico Colegio Militar en el año de 1927, convirtiéndose rápidamente en uno de los cadetes más destacados y viajando a París y Roma para complementar su formación.

Sin embargo estas ocupaciones llenaban tanto su tiempo como tan poco su corazón, de manera que en 1930 se atrevió a probar suerte en aquello que verdaderamente le apasionaba, la música, consiguiendo así tomar lecciones con el maestro José Pierson Lorta quien lo introdujo en el ámbito del Bel-Canto. Queriendo mantener su identidad musical oculta para la familia, eligió el seudónimo de Alberto Moreno para su desarrollo artístico, comenzando así a cantar en un programa radiofónico de la XETR.

En 1931, convencido ya de que la milicia no era su verdadera vocación, solicitó licencia indefinida para dedicarse de lleno a su arte y al año siguiente llevó a cabo sus primeras grabaciones; de esta forma para 1934 logró interpretar piezas del compositor mexicano Manuel M. Ponce en la inauguración del magnífico Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México.

En la segunda mitad de la década de los 30’s el cantante había ya trascendido las fronteras mexicanas al firmar un contrato con la cadena NBC para grabar un programa de televisión en Nueva York; lugar al que viajó en compañía de Ramón Armengod con quien integraba The Mexican Caballeros y tal vez fuese ahí donde, mientras el sueño de formar parte de la compañía de la Metropolitan Opera House rondaba incesantemente por su cabeza, la realidad le gritaba que no era justamente ese tipo de música la que lo impulsaría a la fama, sino el género popular. Asimismo descubrió su afición por la música cubana durante su intervención (1937) en el cortometraje Cuban Nights de los estudios Warner Brothers.

Pero la Gran Manzana en ocasiones no es tan benévola con sus visitantes como éstos quisieran, así Jorge contrajo una seria hepatitis a la cual prestó cuidado insuficiente, hecho que dañaría su hígado irremediablemente.

Sin embargo, antes de que la Parca se hiciera presente, fue por el contrario la Fortuna quien tocó a su puerta, presentándose entonces la oportunidad de participar en la película La Madrina del Diablo (1937) bajo la dirección de Ramón Peón y con la producción de Gonzalo Varela. En ella actuó al lado de la encantadora María Fernanda Ibáñez –hija de la temible Doña Sara García-, de quien rápidamente se enamoró, enfrentando un terrible golpe al ser el romance impedido por la madre de la señorita.

Continuando con su carrera en el cine, para 1940 se casó con la actriz y bailarina Elisa Zubarán –conocida en el medio artístico como Elisa Christy-, con quien tuvo a su única hija, Diana Negrete Crochet.

Contando en su filmografía con cintas como Perjura, La Valentina, Juan sin Miedo, El Cementerio de las Águilas y Juntos pero no Revueltos –todas ellas filmadas en 1938-, fue tal vez en ¡Ay Jalisco, no te rajes! (1941) del cineasta Joselito Rodríguez, en la que consagró su icónico “charro cantor”, hombre viril, valiente, conquistador y encantador, con mirada soñadora y fuerte carácter, que con su voz logró capturar en instantes el pensamiento de miles de féminas quienes -al ver al actor en la vida real- sufrían ataques de histeria y repentinos desmayos.

No obstante su éxito en el séptimo arte, no abandonaba en forma alguna el arte inspirado por la bella Euterpe[1], continuando así su labor con el trío Los Tres Calaveras, con quienes realizó diversas giras por toda la República Mexicana y América Latina; mientras vivía un romance con Gloria Marín, residiendo ambos bajo el mismo techo aunque sin sagrada unión de 1941 a 1952, achacándose la eventual separación de la pareja tanto a una infidelidad de él con Elsa Aguirre, como de ella con Hugo del Carril.

Lo cierto es que no bien se dejaron, el galante Negrete decidió contraer nupcias con la hermosa e imponente María Félix “La Doña”, a quien había conocido durante el rodaje de El Peñón de las Ánimas (1943), protagonizando la pareja la “boda del siglo” –el 18 de octubre de 1952- como se conoció a la ceremonia llevada a cabo en la finca de Catipoato -Hacienda de Tlalpan- y a la que asistieron personajes como Octavio Paz, Frida Kahlo y Diego Rivera.

Ahora bien, aunque las virtudes artísticas de Jorge eran numerosas, hay otra sin la cual un hombre no puede aspirar a la verdadera grandeza: la generosidad. Resulta así que, a la par de su carrera como el Charro Cantor, ayudaba a niños y ancianos, además de encarnizadamente para mejorar las condiciones en los contratos de los actores agobiados por el entonces poderoso Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica (STIC), al cual combatió hasta lograr disolverlo y crear un justo Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica (STPC) –que existe hasta hoy-, a la vez que mejoró la Asociación Nacional de Actores (ANDA), de la cual fue Secretario General.

Muy joven era aún Jorge Negrete cuando emprendió su camino hacia el Otro Mundo, habiendo regalado al mundo su talento y corazón; así las secuelas de la hepatitis sufrida antaño reclamaron la vida del cantante a la temprana edad de 42 años, un 5 de diciembre de 1953 –en Los Ángeles C.A.-, dejando a millares de almas desoladas, que acudieron a recibirlo al aeropuerto de la Cd. De México y que posteriormente formaron una inmensa valla humana que cubría el camino desde el Teatro de la Asociación de Actores –hoy Jorge Negrete- hasta el Panteón Jardín. Tal impacto tuvo su fallecimiento en el espíritu mexicano que tan fatídico día fue declarado como fecha de luto nacional, por aquél que entregó su vida por el arte y por su prójimo, y que bien pudo haberse despedido de este mundo con las palabras del filósofo Rabindranath Tagore: “Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando”.

**Para mi gran amigo Dr. Peter Cooley, admirador incomparable de Jorge Negrete. 

FUENTES:

“Biografía”. Aut. Don Mario Oviedo. Salón Jorge Negrete. http://salonjorgenegrete.fcpages.com  

“Jorge Negrete”. Aut. Ernesto Solís Winkler. http://paginas.tol.itesm.mx

 “Jorge Negrete, el Charro Cantor”. www.contactomagazine.com

www.biografiasyvidas.com  


[1] Musa de la Música según la mitología griega.