No fue George, fue Alice: Cuando el hada le ganó al astronauta… la verdad del inicio del cine

5 febrero 2022

Alice Guy-Blaché durante una filmación

El secreto de las películas es que son una ilusión.

George Lucas

Cuando hacemos referencia a los inicios del cine, inmediatamente nos vienen a la mente las imágenes en blanco y negro que mostraban aquellas escenas cotidianas que los hermanos Auguste Marie Louis Nicolas Lumière y Louis Jean Lumière comenzaron a mostrar a los estupefactos espectadores de finales del siglo XIX a partir de aquel 22 de marzo de 1895 –meses antes de la fecha oficial de la primera proyección cinematográfica comercial, del mismo filme, el 28 de diciembre de 1895-cuando, en el Salón Indio del Gran Café, exhibieron La sortie des ouvriers des usines Lumière à Lyon Monplaisir (Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir) durante una reunión de la Société d’Encouragement à l’Industrie Nacional en París.

Entre los asistentes a esa famosa demostración se encontraban León Gaumont –dueño de la L. Gaumont et Compagnie (en adelante LGC)- y su secretaria Alice Guy –ambos se habían conocido cuando trabajaban en la Comptoir Général de Photographie (Compañía General de Fotografía)- quien vivió ese momento único en el que su existencia cambió para siempre.

Alice Ida Antoinette Guy nació en un antiguo suburbio de París conocido como Saint-Mandé el 1 de julio de 1873. Hija de un par de editores, su padre tenía algunas librerías en las ciudades chilenas de Santiago y Valparaíso, por lo que la familia estaba en constante movimiento. Tras el nacimiento de Alice, la madre decidió que sería mejor colocar a su hija –la menor de cinco hermanos- con sus abuelos que residían en Suiza, mientras ella alcanzaba a su marido al otro lado del Atlántico.

A los tres años Alice se reunió con sus padres en Chile y un año después conocería a sus hermanos mayores en la capital francesa. Aunque no se sabe mucho del ambiente familiar de los Guy, sí se conoce que el padre no le tenía mucho afecto a la pequeña, puesto que siempre dudó que fuese en verdad hija suya.

Algunas desgracias asolaron a la familia durante la adolescencia de Alice, pues el negocio familiar en Chile quebró y poco después su hermano de 17 años falleció, seguido en este camino por su padre en breve tiempo. De este modo, la situación de madame Guy se vio muy comprometida y fue cuando la jovencita decidió comenzar a estudiar taquigrafía y mecanografía para trabajar y ayudar a su madre.

La avispada chica de veintiún años consiguió entonces un trabajo en la Compañía General de Fotografía, comenzando entonces a familiarizarse con los aspectos técnicos de la fotografía, antecedente directo del cine. Así, cuando las imágenes en movimiento de los Lumière llegaron a sus ojos, de inmediato supo que esa técnica sería un medio fabuloso para contar las historias que ella había amado desde niña, recibidas a través de la literatura.

Seguramente fueron muchas las conversaciones sostenidas por Alice y León, hasta que este último accedió a que la muchacha utilizara los aparatos patentados por su compañía para realizar películas, ya que la ilusión de la fémina era contar historias –sueño compartido por un contemporáneo de nombre Georges Méliès, cuya famosa cinta Viaje a la Luna (Voyage dans la Lune, 1902) es un referente ineludible en la historia del cine- a través de las imágenes y no únicamente realizar el registro breve de actividades cotidianas como se habían dedicado a hacer los famosos hermanos-. Después de mucho esfuerzo por parte de Guy, Gaumont accedió a que su secretaria utilizara ese “juguete para niñas” e hiciese lo que quisiese con él, siempre y cuando esta actividad la realizase fuera de su horario de trabajo.

Fue entonces como Alice hizo la primera película de ficción de la historia El hada de los repollos (La fée aux choux, 1896), adelantándosele tan solo unas pocas semanas a Georges Méliès, a quien, en los anales de la historia del cine, se le atribuyó el logro de Alice por la realización de su película Desaparición de una dama en el teatro Robert-Houdin (Escamotage d’une dame au théâtre Robert-Houdin, The Vanishing Lady, 1896).

Localizando el talento de Alice –mas no reconociéndolo, ni siquiera cuando escribió la historia de su empresa- Gaumont decidió crear una división de producción cinematográfica en su empresa y colocó a su antigua secretaria al frente. Lo que obtuvo fue una producción continua de filmes creativos y naturales –pues Alice siempre prefirió los exteriores antes que los decorados de piedra cartón-, produciendo tan solo entre 1902 y 1907 cien fonoesferas, es decir, películas rodadas para el conógrafo, un aparato que sincronizaba sonido e imagen de manera rudimentaria, trabajo en el que, sin intención, la cineasta creó el primer videoclip de la historia con El verdadero Jiu-Jitsu (Le vrai Jiu-Jitsu, 1905); así como la primera superproducción de la historia con El nacimiento, la vida y la muerte de Cristo (La Naissance, la vie et la mort du Christ, 1906), que duró alrededor de 30 minutos y ocupó 300 extras y 25 decorados que alternaban con los exteriores captados en el bosque de Fontainebleau.

Enamorada del cine, en marzo de 1907 se casó con el camarógrafo Herbert Blaché (también encontrado como Blanché) quien había estado encargado de los estudios de la compañía de Gaumont en Inglaterra y Alemania. El potencial de esta unión fue captado por el hábil León Gaumont, quien decidió enviarlos a los Estados Unidos para abrir paso a su compañía en el territorio americano.

En estos años Alice tuvo a sus hijos Simone y Reginald, dedicándose así la dama un tiempo a la familia. Pero el espíritu creativo se inquietó en su interior, por lo que decidió iniciar su propia compañía cinematográfica a la que llamó Solax Company –después dirigió la Film Supply Company-, la cual, entre 1910 y 1914, produjo 325 películas de todos los géneros –western, ciencia ficción, comedias y dramas-, que en gran parte fueron distribuidas por la Metro Goldwyn Mayer e incluían una fina utilización de los efectos especiales de la época, ya que nuestra protagonista se las ingenió para utilizar técnicas como la doble exposición del negativo (La Navidad de Pierrot), el retoque, la cámara lenta y rápida, así como el movimiento hacia atrás (Una casa demolida y reconstruida), al tiempo que produjo las primeras películas a color.

Entre las más de mil películas que tiene en su haber, hay algunas que destacan por su visión de vanguardia como Un tonto y su dinero (A Fool and his Money, 1912), cuyo elenco, mucho antes de la aparición de cintas como Pantera Negra (Black Panther, 2018), estuvo formado en su totalidad por actores afroestadounidenses, retratando a este sector social, no como marginado, sino con condiciones sociales iguales a las de los blancos. También incursionó en la crítica social al rodar varios filmes en los cuales los roles masculino y femenino de principios del siglo XX se invertían, como es el caso de sus películas Los resultados del feminismo (Les resultants du feminisme, 1906) o En el año 2000 (In the  Year 2000, 1912).

Y mientras Alice iba imparable de un filme al siguiente, su esposo iba, también imparable, de una deuda a la siguiente, hecho que provocó que la economía compartida del matrimonio se resquebrajara irremisiblemente, situación que se vio además reforzada por la cobarde huida del deudor marido con una bella actriz de Hollywood, dejando a Alice avergonzada y hundida en deudas en 1919.

Siendo una mujer sensata, y teniendo ya encima la amenaza apabullante del desarrollo de los estudios hollywoodenses, Alice Guy-Blaché en 1922 decidió vender sus casas productoras y regresar, junto con sus hijos, a su hogar en París, lugar donde esperaba volver a ejercer su pasión.

Pero los estudios parisinos tenían otros planes, y dentro de ellos no figuraba una mujer cineasta venida del otro lado del Atlántico a quien ni siquiera su propio exjefe le había reconocido su trabajo. Tras muchos intentos Alice decidió dedicarse a dar conferencias sobre la historia del cine en diversas universidades, tarea que complementó con la escritura de cuentos para niños, viviendo con su hija Simone –quien estaba empleada en el servicio diplomático- a partir de 1940.

Con el tiempo la producción de Alice fue tomada en cuenta y su empeño fue reconocido cuando el gobierno francés le otorgó la Legión de Honor en 1953, al tiempo que Louis Gaumont, hijo de León, organizó para ella un homenaje en la Cinemateca Francesa en 1957.

Al paso de los años, la nostalgia se apoderó de ella, por lo que decidió que era necesario rescatar su obra, y en 1964, en compañía de sus hijos, hizo un viaje a Estados Unidos para reunir las copias que hallase de sus películas. Gran decepción se llevó al visitar entonces la Biblioteca del Congreso, cinetecas y archivos cinematográficos, y no encontrar casi ninguna de sus obras, y además, al hurgar un poco más entre las cintas, descubrir que otros (normalmente los directores de fotografía de los filmes) se habían adjudicado su trabajo, hecho que seguramente la enfureció y entristeció a la par.

Alice Guy-Blaché, primera cineasta del mundo, murió tranquila y anónimamente en un asilo de Mahwah, Nueva Jersey a los 94 o 95 años, siendo rescatada la historia de tan extraordinaria dama por diversos autores y eventos artísticos como Victor Bachy, quien escribió su biografía o el Festival de Cine de Alcalá de Henares, en cuya edición de 2017 montó la exposición Hijas de Alice Guy en el Antiguo Hospital de Santa María la Rica, en la que se planteaba cómo hubiese sido la historia del cine sin las grandes omisiones sobre la participación de las mujeres en el desarrollo del séptimo arte.

Asimismo, en 2012 se estrenó el documental The Lost Garden: The Life and Cinema of Alice Guy-Blaché del director Marquise Lepage durante la IV edición del Festival del Cine y la Palabra (CiBRA) celebrado en La Puebla de Montalbán y Toledo (España), estableciéndose durante el evento el Premio Alice Guy. También a su rescate acudió el teatro a través de La Recua Teatro una compañía española que montó la obra Alice a la sombra de las maravillas, a cuyo estreno acudió la nieta de Alice, Régine Blaché.

Aún en espera de una justa reivindicación de su sitio en la historia del cine, la figura de Alice Guy sale poco a poco a la luz, en un mundo donde aquello que ella inició, se hace realidad en los millones de salas cinematográficas que exhiben miles de historias todos los días a lo largo y ancho del mundo.

FUENTES:

 “Marginada por los hombres. Alice Guy: El olvido de la mujer que hizo posible la ficción en el cine”. Aut. Ángel Comas. Revista Atticus no. 40.

 Alice Guy Blaché, una visionaria perdida del cine”. Aut. Alison McMahan. Plot ediciones. 2008.

  “Cómo el cine se olvidó de Alice Guy, la mujer que hizo (casi) todo antes que nadie”. Aut. Juan Sanguino. 13 de marzo 2017. http://www.revistavanityfair.es.

 “Alice Guy Blaché, la pionera del cine sale del olvido”. Aut. Gregorio Belinchón. Madrid, 28 de marzo 2017. http://www.elpais.com.

Alice guy-Blaché, pionera del cine”. Aut. Rick Deckard. 9 de marzo 2020. Universolumiere.blogspot.com en mundodoblaje.com.

 “Alice Guy Blaché: Pionera de la narrativa cinematográfica, de la dirección de películas y de otras aplicaciones técnicas del cine”. Aut. Enrique Martínez Salanova Sánchez. http://www.educomunicacion.es.

Alice Guy Blaché, la verdadera pionera del cine fue una mujer”. 4 de septiembre 2020. Proyectobohemia.com

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Las Damas de Óscar

17 marzo 2010

Kathryn Bigelow

Por: Patricia Díaz Terés

“El motivo no existe siempre para ser alcanzado, sino para servir de punto de mira”.

Joseph Joubert

Cuando en 1896 Alice Guy filmó la película La Fee aux Choux –la primera ficción del cine-, convirtiéndose en la primera mujer en incursionar en el recién nacido séptimo arte, inició para el género femenino una ardua lucha con la cual pretendería convertirse en algo más que un simple elemento de ornato en las producciones cinematográficas.

Así, poco a poco comenzaron a surgir figuras pioneras como Frances Marion, una destacada guionista en el Hollywood de las décadas de los años 20’s y 30’s o Mary Pickford, quien además de la actuación dominó la difícil tarea de la producción y el arte del guionismo.

Poco después, durante la terrible época del nazismo en Alemania, apareció una mujer cuyo objetivo principal fue ensalzar al régimen de Adolph Hitler a través de la lente de su cámara, así Leni Riefensthahl realizó las tristemente célebres Triumph des Willens (1934) –El Triunfo de la Voluntad– y Olympia (1938), las cuales fueron utilizadas como propaganda favorable para el Tercer Reich; lo cual sin embargo no resta a la directora su capacidad para incursionar en el complejo género del documental. Y a pesar de que con la derrota de Alemania en 1945 fue prácticamente vetada en el mundo del cine ella no abandonó su arte, de manera que en 2002 estrenó por fin un inocente documental con tintes ecologistas titulado Underwater Impressions Impresiones Submarinas-, que contiene las imágenes que “levantó” entre 1970 y el 2000.

Siendo el papel de actriz el más común entre las damas del séptimo arte, algunas de ellas aprovecharon la fama alcanzada en este rubro para dirigir sus propios filmes, tal es el caso de la también cantante Bárbara Streisend, quien aparece como directora de Yentl (1983), El Príncipe de las Mareas (1991)  y El Espejo Tiene Dos Caras (1996); otro ejemplo es la protagonista de El Silencio de los Inocentes (1991), Jodie Foster, quien estuvo al frente de la cinta Mentes que Brillan (1991).

Sin embargo, aunque las mujeres siempre han resultado una ingrediente fundamental para el celuloide, difícil ha sido su camino para conquistar a un caballero que, hasta el pasado domingo 7 de marzo de 2010, se había resistido terminantemente a sucumbir ante su talento y encanto, Óscar.

El primer Óscar –o Premio de la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas– que se entregó a una fémina -en el año de 1928– estuvo destinado a Janet Gaynor por su actuación en El Séptimo Cielo; tiempo después un gran salto fue dado por la Academia cuando en 1940 le fue concedida –por primera vez- una estatuilla –Mejor Actriz de Reparto– a una actriz de color, Hattie Mc Daniel, por su papel de Mammie en Lo que el Viento se Llevó (1939). Y no fue sino hasta 2002 cuando esta hazaña fue en cierta forma “superada” por Halle Berry, al ganar el Óscar como Mejor Actriz por su papel en Monster’s Ball (2001), expresando ella en su discurso que en ese premio estaban contenidos nada más y nada menos que 74 años de grandes trabajos, realizados por extraordinarias actrices afroamericanas.

Pero a pesar de que en la historia de los Premios de la Academia se han inscrito nombres de mujeres tan célebres como Bette Davis, Meryl Streep, Julie Andrews o Elizabeth Taylor, siempre el reconocimiento había sido exclusivo para aquellas con el talento, la belleza o la presencia suficientes como para impresionar al público y a los críticos realizando su trabajo delante de la cámara, pero ¿en dónde quedaban aquellas que se arriesgaban a llevar a cabo proyectos desde el asiento del director?

Se tiene registrado en los anales de tan prestigiado galardón, que únicamente han sido cuatro las damas nominadas al Óscar por Mejor Director: la italiana Lina Wertmuller por su película Pasqualino Settebellezze (1975), quien perdió ante John G. AvildsenRocky-, Jane Campion con la cinta El Piano (1993) a quien el legendario Spielberg arrebató la estatuilla con La Lista de Schindler; la tercera que aparece en tan reducido listado es una joven con un legado cinematográfico considerable, ya que siendo hija de Francis Ford Coppola, Sofia Coppola heredó tanto visión como talento de forma que consiguió la nominación por Perdidos en Tokio, teniendo la mala fortuna de competir el mismo año que El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey de Peter Jackson.

Y es así como orgullosamente el trabajo de muchísimas mujeres a lo largo de más de cien años se vio por fin reconocido hace unos días en la persona de Kathryn Bigelow, quien logró por fin llevarse a casa la codiciada estatuilla por Mejor Dirección y Película con el filme bélico titulado Zona de Miedo (2008).

En una curiosa ceremonia, en la cual Bigelow competía con su ex esposo James Cameron –quien en esta ocasión contendía con la impresionante Avatar-, la Academia optó por dejar de lado –como ya es tradición- a las cintas de ciencia ficción, favoreciendo la película de Kathryn; sin embargo, después de que ya prácticamente podíamos ver –después de que en la entrega de los Globos de Oro Avatar consiguiera los reconocimientos por Mejor Película y Director– cómo Cameron saltaba nuevamente encima de sus colegas directores –como hiciera en 1997 por su triunfo con Titanic-, para alzarse por segunda vez como “rey del mundo”, la audiencia se sorprendió al escuchar cómo se hacía historia y por primera vez la Academia optaba por reconocer a una mujer como Mejor Directora de una producción cinematográfica.

Así, con una película de bajo presupuesto, difíciles filmaciones en el desierto de Jordania y una escasa y poco relevante filmografía, Kathryn Bigelow pasó con gran orgullo a la historia del séptimo arte.

 Habiendo dirigido en el pasado películas como Punto de Quiebra (1991), Días Extraños (1995) y K-19 (2002), cuya fama y trascendencia no han sido demasiadas, de lo que esta directora sí puede jactarse es de haber guiado a través de una filmación a actores de la talla de Harrison Ford, Liam Neeson, Sean Penn o Willem Dafoe.

Pero a pesar de que Hollywood es un lugar en su mayoría dominado por hombres, y aún cuando la mayor parte de las féminas que ahí trabajan claman por la igualdad de género, Bigelow después de su triunfo, llamó la atención de sus colegas expresando que es ya momento de olvidar la separación de géneros, para verse todos como cineastas cuyo trabajo debe ser apreciado o criticado por su propia calidad, sin tomar en cuenta si es un hombre o una mujer quien dirige el proyecto.

Sin embargo, aunque esta Noche de Damas ha sido muy gratificante, en especial para todas aquellas que como Julie Delpy han luchado durante años para ver su trabajo reconocido, es posible que surja en nosotros una pequeña duda sobre los motivos que han llevado a la Academia a otorgar estos premios, ya que en algunas ocasiones el afán que ha tenido este organismo por reconciliarse con ciertos sectores, ha sido tan obvio como en aquel memorable año de 2002 en el cual junto a Halle Berry se alzó Denzel Washington con el Óscar a Mejor Actor –por Día de Entrenamiento-, mientras el homenaje fue dedicado al mítico Sidney Poitier.

De este modo, como conclusión podemos decir que no importa el motivo sino el hecho, el trabajo de la mujer detrás de la cámara ha sido reivindicado, esto –esperamos- resultará en que muchas jóvenes y talentosas cineastas se animarán a continuar con sus esfuerzos y tal vez –sólo tal vez- ahora encontrarán más puertas abiertas que antaño, lo cual ayudará a que las nuevas generaciones de directores tomen como guía las palabras de Schiller que dicen “cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá”. 

FUENTES:

“El Cine”. Ed. Larousse. Barcelona 2002.

 “La Visión Femenina Dentro del Cine”. Aut. María Gabriela Muñoz. Cine Premiere No. 115. Mayo 2004.

“Female Directors remain a rarity in Hollywood”. Associated Press. Agosto 2007.

“Bigelow makes Oscar History”. Aut. Dean Goodman. Reuters. Los Ángeles, Marzo 2010.

“Kathryn Bigelow makes History”. Aut. Matthew Weaver. Guardian.co.uk. Londres, Marzo 2010.

 “La Academia es todo menos feminista”. Aut. Dolly Mallet. Top Magazzine. México, Marzo, 2010.

http://www.aaregistry.com


Directoras de Cine: ¿Lucha de género o competencia de talento?

23 junio 2009

Julie Delpy

Julie Delpy

 

Por: Patricia Díaz Terés

 “La gota horada la roca, no por su fuerza sino por su constancia”.

Ovidio

Gran fortaleza y sobre todo una extraordinaria determinación es lo que, a lo largo de la historia, muchas mujeres han demostrado al momento de irrumpir en ámbitos masculinos.

De este modo en la política encontramos figuras como las de Isabel I de Inglaterra o Catalina la Grande de Rusia; y en la exploración de continentes desconocidos tenemos a damas como Florence Baker o Mary Kingsley.

Con sus propias ambiciones, características y aptitudes, cada una de estas féminas se enfrentó invariablemente a esquemas que por lo regular las apartaban por cuestiones de género, más que por capacidad; sin embargo todas ellas lograron demostrar que no era necesario ser varón para lograr sus sueños y conquistar metas otrora inimaginables.

En el mundo de las artes también se han tenido que romper muchos paradigmas antes de que las mujeres alcanzaran un estatus reconocido; y en muchos casos, no ha sido posible terminar con los prejuicios de una actividad tradicionalmente dominada por los hombres.

Así es precisamente la situación a la cual se enfrentan las directoras de cine; aunque ellas, además, tienen que luchar en una estructura que, con tan sólo un poco más de cien años, ya alberga grandes leyendas cuyos nombres van desde Alfred Hitchcock y Orson Welles, hasta Steven Spielberg, George Lucas o Roman Polanski.

Pero ya sean legendarios o no y sin importar si son hombres o mujeres, el trabajo del director de cine es tan fascinante como demandante.

El cineasta debe cumplir con una serie de tareas en las cuales se involucra en todos y cada uno de los aspectos que incluye una producción, desde la realización del guión hasta la fase de edición, musicalización, sonorización y efectos especiales.

De esta manera, debido a que todo el peso del éxito o el fracaso de la película recae en los hombros del director, éste debe presentar notables cualidades como líder, pero también es necesario que posea el don de la creatividad y el pensamiento ágil, ya que sin duda en el transcurso de las filmaciones se enfrentará a situaciones muy complejas, por lo que de la toma acertada de decisiones puede depender la conclusión del rodaje; estas particularidades de la profesión fueron las que mantuvieron a las “débiles” mujeres alejadas de la dirección fílmica.

Sumado a lo anterior, una directora debe luchar primero –y encarnizadamente- para obtener recursos que financien su proyecto. Un ejemplo de esto es la actriz y directora Julie Delpy, quien además de ser más conocida por su actuación al lado de Ethan Hawke en las películas Antes del Amanecer (1995) y Antes del Atardecer (2004), que por sus creaciones Bla Blah Blah (1995) o Dos Días en París (2007), tuvo que sostener una cruenta pelea durante 20 años para llegar a dirigir un largometraje y sin haber logrado aún, que los grandes estudios cinematográficos confíen en ella lo suficiente como para permitirle elaborar un filme bélico o de ciencia ficción.

Esta batalla de las mujeres cineastas contra las tradiciones del séptimo arte no es una novedad. La carrera de Julie Delpy y de otras directoras como Penny Marshall (Despertares, 1990), Kathryn Bigelow (K-19: The Widowmaker, 2002) o Mimi Leder (Impacto Profundo, 1998), no habría sido posible de no haber existido  algunas féminas rebeldes e independientes quienes, a principios del siglo XX, comenzaron a explorar el terreno de la creación fílmica.

Aparecieron así damas como Alice Guy, quien al filmar La Fee aux Choux, se convirtió en la primera mujer en dirigir una película, siguiéndola otras como Agnès Varda, precursora de la “nueva ola” francesa; Marie Dressler (Tillie Wakes Up, 1917), Lilian Gish (The Wind, 1928) o incluso la alemana Leni Riefensthahl, de cuyos documentales Triumph des Willens (1934) y Olympic (1938) se ha expresado que fueron utilizados como propaganda nazi, y quien pudo filmar nuevamente una cinta relativamente importante, Underwater Impressions, hasta el año 2002.

Pero a pesar de que al correr de los años el número de mujeres cineastas ha crecido, la situación no es siquiera comparable a las circunstancias de los directores, ya se hable de países como Suecia, Inglaterra, España o Estados Unidos, o bien de lugares como Cuba o México.

En Hollywood, por ejemplo, las estadísticas muestran que de los 13 400 directores representados en la Asociación de Directores de América (DGA), únicamente el 13% son mujeres, de las cuales sólo la mitad se dedican a la realización cinematográfica.

Pero sin duda ha sido la Academia de Ciencias y Artes Cinematográficas uno de los organismos más renuentes a cambiar los cánones que favorecen al director sobre la directora. Únicamente han sido tres las mujeres nominadas al Òscar como Mejor Director: Lina Wertmüller, en 1977 por la película Pasaqualino Settebelleze (Seven Beauties), perdiendo ante John G. Alvidsen, director de Rocky; Jane Campion, en 1993 por la cinta The Piano, siendo vencida por Steven Spielberg que presentaba Shindler’s List; y Sophia Coppola – hija del director Francis Ford Coppola– que compitió con su filme Lost in Translation y fue desplazada por el abrumador triunfo de The Lord of the Rings: The Return of the King de Peter Jackson en el año 2003.

Habiendo sido en la historia sólo una la directora galardonada –Marlene Gorris– con un Óscar a la Mejor Película Extranjera –Antonia’s Line (1995)-, no podían faltar las reacciones radicales ante la postura de los directivos y ejecutivos del séptimo arte; así surgió en Estados Unidos la organización Guerrilla Girls and Alice Locas, que en el año 2002 manejó una campaña con frases como “El Óscar anatómicamente perfecto: un varón blanco, como los tipos que suelen ganar” o “el Senado es más progresista que Hollywood: Senadoras, 9%. Directoras: 4%”.

Es así como vemos que el mundo del cine sigue siendo un territorio dominado por costumbres que favorecen al varón sobre la mujer, no porque ambos exhiban talentos desiguales, sino porque la tradición y por desgracia las cifras – hasta el momento- indican que los filmes dirigidos por hombres tienen más éxito en taquilla y son más aceptados por la crítica, que aquellos dirigidos por talentosas cineastas, aún cuando ellas demuestren ser capaces de sacar adelante, por igual, a una familia y una buena película. Pero tomando en cuenta la actual situación y evaluando las perspectivas, más vale a las próximas generaciones de realizadoras seguir el consejo del gran escritor francés Víctor Hugo quien dijo: “Atreveos: el progreso sólo se logra así”, y sólo así podrán sortear los obstáculos que encuentren, sin importar su dimensión u origen.

FUENTES:

“El Cine”. Aut. Pablo Mérida San Román. Ed. Larousse. España, 2002.

“La visión femenina dentro del cine, directoras contra viento y marea”. Aut. María Gabriela Muñoz. Revista Cine Premiere No. 115. México, mayo 2004.

“Female-director dearth is ‘Hollywood Problem’ “. Aut. Mary F. Pols. Times. Salt Lake City, Utah, E.U., 29 de julio 2007.

“Female Directors remain a rarity in Hollywood”. Associated Press. MSNBC. 1 de agosto 2007.

“June Campion laments lack of female director”. Associated Press. USA Today. 21 de mayo 2009.

“The Challenge for women directors”. Aut. Stephen Dowling. BBC News Online. 1 de marzo 2004.

“Where are female directors?”. Salon.com. 27 de agosto 2002.

“Mujeres directoras de cine: ¿Así de simple?”. Aut. Martha María Ramíres. Boletín “Caminos”. Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr., La Habana, Cuba.