Cuando la celulosa protagoniza el celuloide: Libros y lectores en el cine I

11 junio 2012

La Bella y la Bestia (1991)

Parte I

Por: Patricia Díaz Terés

“El lector puede ser considerado el personaje principal de la novela, en igualdad con el autor; sin él no se hace nada”.

Elsa Triolet

Cuando la imaginación del ser humano trabaja, crea mundos extraordinarios, los cuales normalmente son reflejados en alguna de las artes, las cuales se entremezclan y complementan para originar fantásticos resultados.

Una de las relaciones más fructíferas ha sido la del cine y la literatura, empleándose como base la una a la otra indistintamente, de tal suerte que casi todos hemos visto en alguna ocasión una película basada en un libro o bien un libro fundamentado en una película, pero ¿qué pasa cuando es el propio volumen literario el que protagoniza o interviene la trama?

Sin querer realizar aquí un examen exhaustivo de la historia del cine, he tomado una lista arbitraria de películas –que no están ordenadas de manera cronológica, ni por evaluación de calidad cinematográfica o de cualquier otra índole- que me servirán para ejemplificar el tema.

Comencemos entonces por los libros cuando son leídos. Ávidos consumidores de letras y magníficas bibliotecas aparecen en numerosas cintas, de tal forma podemos mencionar al personaje de Bella en la película La Bella y la Bestia (1991) de Disney en la cual nada satisface más a la valiente y soñadora protagonista que leer un hermoso cuento en el que el príncipe se case al final con la princesa; otra gran lectora es Elizabeth Bennet quien en la película Orgullo y prejuicio (2005) es interpretada por Keira Knightley, apareciendo numerosas veces en escena con algún volumen en la mano, cualidad que es alabada por su complicado y aparentemente adusto enamorado, Mr. Darcy (Matthew MacFadyen). Muy vinculada a esta última historia está el filme Tienes un e-mail (1998) en la que –si bien todos los personajes son lectores- la protagonista Kathleen Kelly (Meg Ryan) es una ferviente admiradora de la novela de Jane Austen, quien posee una librería infantil a la que quiere rescatar de la amenaza representada por Fox Books, una empresa librera dirigida por la familia del pragmático Joe Fox (Tom Hanks), siendo una comedia romántica bien podemos imaginar el final entre los dos supuestos enemigos. En esta sección no podemos dejar de mencionar al personaje de Hipatia de Alejandría (Rachel Weisz) en la cinta Ágora (2009), en la cual la joven y apasionada filósofa arriesga su propia vida para salvar a sus amados libros de la inminente destrucción de la famosa biblioteca egipcia.

Un tanto más secundarios –siendo lo secundario la actividad lectora- resultan personajes lectores como el profesor Friedrich Baher (Gabriel Byrne) de la cinta Mujercitas (1994) en la que en uno de sus diálogos el maestro alemán especifica que ha sido capaz de vender todas sus pertenencias, excepto sus amados libros, para conseguir un pasaje del Viejo Continente al Nuevo Mundo. Por su parte el detective William Somerset (Morgan Freeman) en el filme Seven, los siete pecados capitales (1995), tiene por costumbre dedicar un tiempo en la biblioteca para profundizar en la investigación de los crímenes que resuelve, tratando de transmitir esta sabia costumbre, a través de útiles recomendaciones literarias, a su joven e impulsivo compañero David Mills (Brad Pitt) quien opta por revisar las versiones resumidas y juveniles de los libros que le indica el veterano policía. En las comedias románticas los lectores no se quedan fuera, apareciendo por ejemplo en el remake de la película Sabrina (1995) en la persona del padre de la protagonista, Mr. Fairchild (John Wood), quien de acuerdo con las palabras de Sabrina (Julia Ormond), había elegido la profesión de chofer para tener tiempo para leer.

Caso curioso resulta el de la película El descanso (2006), en la cual se establece una singular relación –o manifiesta diferencias, según se vea- entre el mundo literario y el universo cinematográfico a través de la personalidad que exhiben los propios personajes. De esta manera, encontramos a Iris Simpkins (Kate Winslet), una periodista londinense devoradora de libros que decide intercambiar casas con una productora norteamericana de trailers cinematográficos, Amanda Woods (Cameron Díaz). En la cinta puede observarse cómo mientras la biblioteca de Iris no logra satisfacer a la novata lectora Woods, a quien vemos en el avión transportando una pila de bestsellers y relacionándose en suelo británico con el hermano de su anfitriona, el atractivo editor de libros Graham Simpkins (Jude Law); por su parte la impresionante colección de películas que posee Amanda hace las delicias de su visitante europea, a la vez que esta aprende de viva voz sobre el cine clásico gracias a la intervención de un veterano guionista, Arthur Abbot (Eli Wallach), y acerca de la música en las películas gracias al compositor Miles (Jack Black).  

Pero regresando al recuento de los lectores, podemos mencionar a otros un tanto menos evidentes como Gandalf (Ian McKellen), Arwen (Liv Tyler) y Aragorn (Viggo Mortensen) en la saga de El Señor de los Anillos (2001-2003) dirigida por Peter Jackson a quienes en distintos momentos se les ubica concentrados en la lectura; también aparece, en la reciente La invención de Hugo Cabret (2011) el perspicaz personaje de Isabella (Chloë Grace Moretz), quien inicia al protagonista, Hugo Cabret (Asa Butterfield) en el apasionante mundo de los libros, regalándole ella misma su primer volumen. Asimismo se puede incluir al personaje de el RastreadorThe Tracker– (Max von Sydow) del filme Más allá de los sueños (1998), un sabio leedor que ayuda a Chris Nielsen (Robin Williams) para atravesar un dantesco infierno y recuperar a su amada esposa Annie (Annabella Sciorra). En este grupo –a pesar seguramente de muchas opiniones- hay que situar a los personajes de Edward Cullen (Robert Pattinson) e Isabella Swan (Kristen Stewart) de la saga tanto literaria como cinematográfica de Crepúsculo, ya que ambos se manifiestan como afectos a la literatura, sobre todo en el caso de Cullen a las piezas shakespearianas.

Ahora bien, por encima de todos estos cinematográficos aficionados a las letras encontramos a los personajes de la película Una pasión secreta (2008) –cuyo título original es The Reader– en la que es la relación entre una dama analfabeta, Hannah Schmitz (Kate Winslet) y un jovenzuelo, Michael Berg (David Kross y Ralph Fiennes), la que da vida a la película cuando la mujer otorga sus favores a un muchacho varios años menor a cambio de que lea para ella, estableciéndose una extraña “amistad”; cabe destacar Schmitz considera una vergüenza extrema que se conozca el hecho de su incapacidad para descifrar los textos, condición que está dispuesta a ocultar aun a costa de su propia vida.

Por otro lado, existen cintas en las que los libros forman parte activa de la trama, sin llegar todavía a ser los protagonistas. En este caso podemos situar a la saga de Harry Potter, la cual tiene a un personaje lector por excelencia: Hermione Granger. En esta serie de películas fantásticas, el personaje interpretado por Emma Watson obtiene comúnmente de los libros parte de la solución a los problemas: en La Piedra Filosofal (2001) consigue la referencia sobre esta mítica roca en su “lectura de esparcimiento”, en La Cámara Secreta (2002) localiza en la biblioteca la información sobre los basiliscos, mientras que en Las Reliquias de la Muerte (2010-2011) es justamente en un libro de cuentos infantiles, donde la inteligente Bruja encuentra la relación de los poderosos artefactos ansiados por el malvado Lord Voldemort (Ralph Fiennes) –podemos mencionar además la pequeña pero vital participación de Neville Longbottom (Matthew Lewis) en El Cáliz de Fuego (2005) en la cual su libro sobre botánica le da la clave para que Harry (Daniel Radcliffe) pueda superar una de las pruebas del Torneo de los Tres Magos; además de la intervención del libro sobre pociones mágicas perteneciente a Severus Snape (Alan Rickman) que cae en manos de Potter en El Príncipe Mestizo (2009)-.  

Todavía ha quedado en el tintero la mejor parte, los libros como protagonistas de las películas, sobre lo cual hablaremos más extensamente en la próxima entrega de esta columna.

 

FUENTES:

www.imdb.com

   


El verdadero faro de Alejandría: Hipatia, el saber y la injusticia

10 agosto 2009

Hipatia de Alejandría

Hipatia de Alejandría

Por: Patricia Díaz Terés

“Los grandes espíritus siempre han encontrado una violenta oposición de parte de mentes mediocres”.

Albert Einstein

 Muchas han sido las áreas que durante siglos fueron prohibidas para la mujer, siendo la Ciencia una de las más hostiles hacia la incursión femenina, ya que durante cientos de años se creyó que la mente de una fémina simplemente no era capaz de desentrañar los complejos misterios de la Naturaleza y el Saber.

Pero desde la Antigüedad y hasta principios del siglo XX –momento en que la mujer comenzó a incurrir en casi cualquier actividad-, existieron algunas damas que probaron que los tesoros de la Ciencia y la Filosofía no estaban exclusivamente reservados para los varones.

De esta manera, en el siglo XVII encontramos a la italiana Elena Cornaro Piscopia, en el XVIII a María Agnesi, Sophie Germain y Mary Fairfax Somerville; y en el XIX a las británicas Ada Lovelace, Charlotte Angas Scott o Alicia Scott, así como a la germana Amalie Emmy Noether y a la rusa Sofía Kovalevskaya; siendo todas ellas brillantes matemáticas que convivieron y compitieron con sus colegas masculinos.

Pero allá por el siglo IV y V, cuando la ciudad de Alejandría era considerada como uno de los mayores centros para el desarrollo del Conocimiento, surgió la figura de una mujer que varias centurias después, durante la Ilustración, se convertiría en ícono de la defensa de la Razón y mártir de la Filosofía: Hipatia de Alejandría.

La vida de Hipatia resulta a la vez compleja y fascinante. Habiendo sido desde pequeña enseñada por su padre a entrenar por igual cuerpo y mente, logró dominar la natación, el remo, la equitación y alpinismo -todas estas actividades en su momento inadecuadas para una jovencita convencional-; a la vez que se instruyó en ciencias como la matemática, astronomía, astrología y filosofía, dominando también el arte de la retórica.

Para entender la personalidad e ideología de esta inusual alejandrina, hemos de remitirnos al carácter del también pensador Teón –su padre- quien de acuerdo con algunos autores como Elbert Hubbard, tenía una marcada afición por la alquimia por lo que realizaba estudios sobre la transmutación de los metales –la Piedra Filosofal-, la eterna juventud –el Elixir de la Eterna Juventud– y el perfeccionamiento de la raza humana –Eugenesia-.

Por otra parte Teón se dedicaba en el Museo de Alejandría, a elaborar y editar comentarios de obras científicas, tarea en la que incluyó a su hija a quien se conoce como autora o coautora de las disquisiciones sobre la “Aritmética” de Diofanto, “Las Crónicas” de Apolonio, los “Elementos” de Euclides o el tercer libro del “Almagesto” de Tolomeo.

De esta manera, la instrucción recibida en el seno paterno provocó en la intelectual doncella una inquietud por conocer el mundo y obtener la mayor cantidad de conocimientos posible, de manera que viajó por Grecia e Italia, siendo en Atenas discípula de la Escuela Filosófica dirigida por Temistius, Plutarco el Joven y Asclepigenia.

Al regresar a Egipto, comenzó su verdadero compromiso con la divulgación del Saber, de manera que se convirtió en una de las más renombradas maestras de la Antigüedad, ocupando la Cátedra de Filosofía de Plotino –filósofo considerado como máximo exponente del Neoplatonismo-, abarcando tanto las materias que ella había estudiado previamente como aquellas que investigaba como la mecánica –construyó un hidrómetro y un astrolabio-.

Así, esta extraordinaria dama quien parecía ser la encarnación de Atenea y Afrodita en un mismo cuerpo -ya que además de su asombrosa capacidad intelectual poseía también admirable belleza- cautivó a más de uno de sus pupilos, quienes fueron hábil y cortésmente rechazados por la virtuosa joven, quien alegaba no desear más compromiso que con la verdad.

Pero como toda persona célebre, Hipatia no se vio libre de las intrigas que se gestaban a su alrededor y de este modo, los numerosos conflictos políticos y espirituales de que estuvieron plagados los primeros siglos del Cristianismo, fueron la causa de que esta maravillosa luz se extinguiera. Se cuenta en los documentos -aunque no con claridad- que el entonces Obispo de la ciudad, Cirilo, tenía un serio conflicto con el Prefecto Orestes, quien a su vez era discípulo y amigo de la filósofa, quien era despreciada por el eclesiástico ya sea como resultado de una envidia inconmensurable, o bien de una estrecha visión e intolerante actitud hacia los residuos del paganismo –Hipatia nunca profesó una religión definida-.

Sea como fuere, la sabia maestra se vio fatalmente atrapada en medio del conflicto entre ambas autoridades, teniendo esto como resultado que, al dirigirse hacia su hogar al terminar una conferencia, fuera interceptada –según ciertos autores por un grupo de monjes fanáticos, adeptos de Cirilo, que se hacían llamar los Nitrianos; y según otros registros por una turba de cristianos enardecidos liderada por un sujeto de nombre Pedro el Lector– vejada y brutalmente asesinada; esto sucedió en el año 415 d.C. cuando la pensadora tenía 45 o 60 años, dependiendo del año de su nacimiento que se tome como cierto.

Pero aún cuando los prejuicios, la política y el fanatismo lograron aniquilar una vida dedicada al cultivo y difusión del saber, no consiguieron extinguir la llama encendida en Alejandría hace más de mil quinientos años; así, en el Romanticismo se le trató como la encarnación de Platón, mientras que para los ilustrados como Toland y Voltaire su muerte se convirtió en la expresión de la irracionalidad del fanatismo religioso.

Actualmente, se ha tratado de mantener vivo su recuerdo y transmitirlo a las generaciones del nuevo milenio, esto ha sido posible gracias a que diversas expresiones artísticas han retomado –y a veces recreado- la historia de su vida.

De esta manera, en el año 2000 el escritor Mac Wellman y el director de teatro Bob Mc Grath, llevaron a los escenarios una alternativa versión de la filósofa alejandrina en una obra titulada “Hypatia or The Divine Algebra”, producción realizada por el American Repertory Theatres Institute for Advanced Theatre Training en Nueva York.

Incluso en octubre de este año 2009 llegará a la pantalla grande una versión cinematográfica de la vida de Hipatia en la película “Ágora” del cineasta Alejandro Amenábar (Mar Adentro) y con la actriz Rachel Weisz (La Momia) como la erudita.   

Así, hemos podido ver cómo Hipatia –que significa “la grande”– más allá de ser tan sólo una mujer pionera en el mundo de la ciencia y la filosofía, constituyó un verdadero parteaguas en la historia; pero sobre todo de esta insólita dama se puede destacar el hecho de que cumplió con su vocación e hizo honor a su compromiso hasta su último aliento, haciéndonos recordar de esta forma a las palabras del filósofo Lucio A. Séneca: “Si me ofreciesen la sabiduría con la condición de guardarla para mí sin comunicarla a nadie, no la querría”.

Para ver:

Avance de la película “Ágora” de Alejandro Amenabar: http://www.agoralapelicula.com/

FUENTES:

“Little Journeys to the Homes of the Great Teachers” Aut. Elbert Hubbard. East Aurora. 1928.

“Hypatia of Alexandria”. Aut. J.J. O’Connor y E.F. Robertson. MacTutor History of Mathematics. University of St. Andrews. Escocia. Abril 1999.

Review: Hypatia or The Divine Algebra”. Aut. Les Gutman. Mayo 2000 http://www.curtainup.com.

La filósofa mártir: Hipatia de Alejandría”. Aut. David Hernández de la Fuente. Historia, National Geographic No 59. Enero 2009.

Hypatia”. Aut. Adela Salvador Alcaide y María Molero Aparicio. Divulgamat.edu.es

“Ágora”. www.radiocable.com. 26 de febrero 2009

 “Women in Mathematics History”. Aut. Jone Johnston Lewis.