Por: Patricia Díaz Terés
“El que tiene imaginación, con qué facilidad saca de la nada un mundo”.
Gustavo Adolfo Bécquer
La gitana Esmeralda, la inteligente Bella, el hada Elphaba, el trágico Cuasimodo, el misterioso Fantasma, el estricto Javert o el ogro Shrek, prácticamente cualquier personaje que se haya creado para la literatura, el teatro, el cine o la televisión puede en algún momento transformarse en el protagonista de una obra musical, aún cuando los autores de los originales nunca se hubieran imaginado a sus creaciones cantando y bailando.
La versatilidad de esta expresión artística, el teatro musical, radica en que la multitud de recursos que tienen a su disposición los guionistas, productores y directores, les permiten ir más allá de los convencionalismos, para llevar a su público en una travesía en la que pueden visitar los más recónditos lugares de la imaginación.
Sin embargo, el montaje de un musical dista mucho de ser sencillo, cuanto más si se desea que éste se transforme en un éxito. A pesar de esto, ni una cuantiosa inversión ni la aparición en escena de estrellas de moda y ni tan siquiera una música realizada por un compositor reconocido, han podido garantizar la trascendencia de estas puestas en escena.
A pesar de esto, los esfuerzos por lograr producciones de calidad siguen apostando en primer lugar por libretos atractivos, ya sean ideas originales o adaptaciones. De esta manera, entre los guiones podemos encontrar a clásicos de la literatura como Víctor Hugo, cuyas obras “Los Miserables” (1985) y “El Jorobado de Notre Dame” (1998) se han llevado a los escenarios con gran éxito; o también al complejo T.S. Elliot, cuyos poemas contenidos en “Old Possum’s Book Of Practical Cats” se transformó en el éxito sin precedentes conocido como “Cats” (1981), producción que se ha montado en diez idiomas diferentes contando con 7485 presentaciones en Broadway y 2000 en Londres, sin tener en cuenta sus giras internacionales.
Incluso textos de renombrados filósofos como el ideólogo de la Revolución Francesa, Voltaire –“Candide”(1956)- han sido transformados en obras musicales; ni siquiera inmortales literatos como William Shakespeare o Miguel de Cervantes, han quedado exentos de estas adaptaciones, en muchas ocasiones con gran aceptación por parte del público, como ha sido el caso de “Hombre de la Mancha” (1965), musical de El Quijote.
Por otro lado, durante el siglo XX las nuevas tecnologías abrieron nuevas puertas, de modo que se comenzó a establecer una estrecha y curiosa relación entre el séptimo arte y los escenarios de Broadway, tomando ideas el uno del otro de forma indistinta. Así por ejemplo podemos mencionar algunas obras musicales que tuvieron como punto de partida una película: “El Color Púrpura” (2005), “Fama” (1988), “Hairspray”, “Legalmente Rubia” (2007) o “Billy Elliot” (2008), entre otras.
Asimismo existen numerosos filmes musicales basados en obras de teatro como por ejemplo: “Cabaret” (1972), “Soñadoras” (2006), “Vaselina” (1978), “Sweeney Todd” (2007) o “El Fantasma de la Òpera” (2004), habiendo sido muchas de ellas reconocidas con el máximo galardón del séptimo arte – los Óscares- en distintas categorías, así tenemos a la cinta “Chicago” (2002) que habiendo sido dirigida por Rob Marshall y protagonizada por Renee Zellweger y Catherine Zeta Jones, se hizo acreedora a la estatuilla por Mejor Película.
El otras ocasiones, los musicales aprovechan para explorar temas que no resultan fáciles de tratar en otras expresiones artísticas, temas como la drogadicción o la homosexualidad son abordados en obras como “Rent” (1996), “Los Productores” (2001) o “La Jaula de las Locas” (1983), entre otras.
Pero también las historias infantiles dentro de las obras musicales, han logrado colocarse en la preferencia del público; este triunfo ha dependido en gran medida de la creatividad con la cual los encargados de la dirección de arte, coreografía y música han logrado montar un espectáculo completo.
Los estudios Disney han conseguido establecer –aunque no en todos los casos- una benéfica relación con Broadway, ya que las ideas originales de sus maravillosos largometrajes animados, han resultado impresionantes puestas en escena, como es el caso de “El Rey León” (2007), que bajo la dirección de Julie Taymor, puede ser ejemplo de calidad en cuanto a vestuario, tramoya y música –esta última compuesta por Sir Elton John-, o la “Bella y la Bestia” (1994); otras historias han enfrentado mayores obstáculos al momento de hacer la adaptación al teatro, como “La Sirenita” (2007), la cual sin ser un espectáculo pobre, los retos de escenografía no han sido sorteados aún de manera satisfactoria.
Pero la relación existente entre el cine, la literatura y el teatro musical no siempre funciona como los productores quisieran. Hay historias que, a pesar de haberse presentado de manera espectacular en la pantalla grande han constituido francas decepciones en los escenarios, como “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien, cuyas adaptaciones cinematográficas dirigidas por Peter Jackson lograron ingresos millonarios en taquilla y numerosos óscares. Sin embargo, la complejidad misma de los textos, no permitió a los libretistas Matthew Warchus y Shaun McKenna llevar con éxito a los escenarios tan extraordinaria historia en el año 2006, teniendo considerables pérdidas económicas.
A lo largo de la historia del teatro musical han existido también mentes creativas que han realizado guiones originales convirtiéndose en obras musicales que hoy en día se consideran una tradición en el medio. Uno de los casos más destacados es el del director y productor Andrew Lloyd Webber, quien actualmente es dueño de Really Useful Group, una compañía que ha montado éxitos mundiales como “Cats”, “El Fantasma de la Ópera” o “Evita”, todas ellas escritas y dirigidas por el imaginativo empresario.
Llegando al día de hoy, encontramos que en las marquesinas de Broadway hay una obra que semana con semana se ha levantado como vencedora indiscutible en las taquillas, se trata de la peculiar “Wicked” (2003), dirigida por Joe Mantello, escrita por Winnie Holzman, con música y letras de Stephen Schwartz; en ella se aborda la historia de las brujas del cuento infantil El Mago de Oz, narrando principalmente como la verde Elphaba se convierte en la temible Bruja del Oeste, después de haber atravesado por una adolescencia durante la cual es objeto de rechazo por tener la piel de color verde.
De esta manera, hemos podido observar cómo el teatro musical echa mano de cualquier tipo de argumento, ya sea un acontecimiento histórico, una biografía, una situación social, una joya literaria o un cuento infantil, para convertirlo en un espectáculo que transporta a niños y adultos a universos salidos de la imaginación de extraordinarios artistas, los cuales se atreven a ver las historias desde otro punto de vista, logrando que el público a la vez reflexione, se divierta y considere nuevas alternativas.
Para acercarse al fantástico mundo de los musicales vea:
Notre Dame de Paris: Les Cloches http://www.youtube.com/watch?v=9G7vU6WmmU8
El Rey León: http://www.youtube.com/watch?v=-XtpRsdF_Bw
Los Miserables, concierto del 10° Aniversario: One Day More http://www.youtube.com/watch?v=odrZ6NtPR2M
Cats: http://www.youtube.com/watch?v=LI1DMZ6J_RM
El Fantasma de la Ópera: http://www.youtube.com/watch?v=MmI9gAyNPyE
Wicked: Defying Gravity http://www.youtube.com/watch?v=MRUeEJQSKbs
Fuentes: